El Bosque

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El Bosque


—Ahora, dinos, Mortuus, que tienes para decir —dijo Evan mientras todos lo observaban, y comían aquel pan llamado Exituh.

Después de la llegada de Mortuus, comenzaron a entrar a la cueva todos los bolsos y herramientas que el caballo llevaba sobre su lomo, no les tomó mucho tiempo, puesto que la situación era apremiante y los hombres querían descansar. Luego de guardar todo, muchos dudaron sobre que hacer con el caballo, puesto que debía quedarse a las afuera mientras los esperaba, algunos pensaron en amarrarlo al árbol y otros en intentar esconderlo con diferentes arbustos y demás, sin embargo, fue Evan el que dijo que era preferible dejarlo sin atadura ni nada, ya que aquella bestia era fiel y no se iría a ninguna parte sin ellos, a demás, atar al caballo al árbol era un ejemplo claro que no estaba solo y que algo había en aquel sitio. Fue por ello que lo dejaron suelto junto al árbol.

—No sé por dónde empezar, capitán. —El fuego en el centro del círculo de hombres iluminaba el rostro de Mortuus de una forma extraña, dejando en claro sus ojeras, siempre presentes en su rostro denotado por el cansancio.

—No importa el orden, solo cuéntanos qué ha ocurrido.

Mortuus, tomando aire y relajando los hombros, habló:

—Estábamos Ernes y yo, tanteando el terreno en busca de la entrada, como ya saben, y algo me llamó la atención. Al principio creí que era impresión mía, pero luego entendí que en realidad no estaba equivocado. Eran huellas de caballo.

—No sigas, Mortuus —intervino Ernes que aparentaba estar en desacuerdo con él—. Son solo huellas…

—No, estaban frescas y apuntaban hacia el este. Estoy seguro.

Evan reflexiono ante estos nuevos acontecimientos y de inmediato se percató que la preocupación de Mortuus era verídica.

—Si lo que dices es cierto, estamos ante un grave problema. —Hizo una pausa—. Para empezar nuestros supuestos enemigos nos empezaron a seguir desde el este, quiere decir que la dirección de sus huellas debían de ser apuntando hacia el oeste, sin embargo, estas nuevas huellas indican todo lo contrario y, a demás, estaban húmedas, ¿No es así, Mortuus?

—Sí… 

—Entonces podríamos decir que el enemigo se encuentra más cerca de lo que parece, pues ha alcanzado la costa y allí los caballos se empaparon las pesuñas ¿Si no a dónde más podrían humedecerse las patas en este árido ambiente? También tiene sentido que las huellas estén apuntando hacia el este, puesto que el enemigo se dirigió hacia la costa por algún motivo que desconocemos y luego volteó y caminó hacia nosotros. Esto es solo una hipótesis, pero una muy buena.

—Capitán, lo dice con mucha calma —observó Héctor encogido de hombros.

—Sí, hoy creo que podremos descansar todos, no es peligroso, sino todo lo contrario. Tal vez lo conveniente es que nos quedemos aquí un día entero.

—¡Que! —dijeron muchos, pues aquello parecía una locura.

—Escuchen, escuchen. El enemigo está muy cerca, tanto que Mortuus se topó con una de sus huellas, entonces la pregunta es ¿Por qué seguimos sin verlos? ¿Por qué no nos atacaron aún? —Al notar que nadie respondía, continuó—: Porque están esperando algo, tal vez quieren estar seguro de cuánto somos, puesto qué no lograron contarnos gracias a la oscuridad o a la lejanía, quizás esperan a que lleguemos hasta algún punto específico para así acorralarnos o… no lo sé. Hay muchas posibilidades.

—Capitán… —Habló Ernes—. Yo entiendo todo lo que dice, pero ¿No cree que tal vez es una exageración? Quizás nadie nos está siguiendo, si aún no lo vemos ¿Cómo podemos estar tan seguros? ¿No será que nuestros miedos y desconfianzas nos están jugando una mala pasada?

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now