Subestimado

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Subestimado


Despertó de súbito, como quien sale de debajo de agua tras mucho tiempo. Al abrir los ojos, lo primero que noto fue la oscuridad que lo rodeaba, el sudor le recorría todo el cuerpo y una agitación extraña lo inducía a respirar de manera rápida y entrecortada. Estaba boca abajo, con el rostro un poco por encima del suelo polvoriento del sótano. El sufrimiento le duró unos segundos, se sentía asustado, pero más que nada desconcertado. ¿Qué había sido todo eso? No recordaba las imágenes, no recordaba nada, pero sabía que no había sido un sueño, había visto como el fuego lo envolvió, pero no sentía ningún dolor por quemaduras ni por nada en realidad. Solo una auténtica desorientación, su agitación se fue calmando y, gracias a esto, comenzó a oír el característico sonar de cascos. No tardó en comprender lo que sucedía, el tiempo había pasado, debía de haber abandonado el sótano hace tiempo, si no hubiese sido por aquel repentino desmayo… pero ahora ya era tarde, no sabía hace cuánto habían llegado, pero no tuvo dudas de que eran ellos. La caravana de los prófugos.

Se puso de pie con extrema cautela, recordó que estaba oculto, si es que no lo habían visto bajar por la abertura del sótano, cosa improbable. Pues el páramo solo tenía una entrada, se podía entrar por las paredes circundantes, claro, pero Evan los hubiese visto si lo hubiesen hecho y, por más que lo estuviesen vigilando desde el exterior, no podrían seguirle la pista por mucho tiempo, puesto que el denso follaje no les dejaría ver nada. Entonces de esa forma Evan supo que era imposible que supiesen sobre el sótano, sin embargo, él había dejado la abertura ciertamente al descubierto, tras una breve inspección, se percatarían de su escondite. Debía de escapar antes de que lo encontrarán, pues si bajaban mientras él seguía allí, era hombre muerto.

Se puso de pie, pudo observar la luz que entraba por la abertura, era clara e intensa, supo que era pleno día, no había sombra en dónde ocultarse. Se acercó a la escalera, tomó la empuñadura de Ostio, pero supo que no tenía oportunidad, ¿quién estaría arriba? ¿Las dos mestizas, los privilegiados o Fyodor? ¿Todos a la vez? Era una situación de la que no escaparía con facilidad. Ya se encontraba recompuesto del desmayo, su mente viajaba rápido y analizaba todas las opciones, no eran muchas, pero profundas y complejas.

Pensó en subir algunos tramos, con el fin de apreciar un poco mejor de lo que hablaban, subió un metro, de los aparentes cuatro que le restaban.

—Vamos, vamos… recorre todo el maldito lugar, Klóoun —le ordenó con enérgica voz una de las mestizas que pertenecían a la caravana.

Evan no reconoció a cuál de las dos pertenecía, si era Wymer, la mestiza que la había dado una paliza, o la otra, que se llamaba Tasya. De Klóoun se acordaba, lo había vencido con cierta facilidad, si bien era un mestizo, de seguro era de uno de clase uno o incluso dos, aunque dejaba mucho que desear si este era el caso. En cuanto a las otras dos mestizas, Evan calculó, por la fuerza y habilidad que poseía Wymer, que eran de clase tres, dudaba mucho que pudieran derrotar a Sirdul, aquel joven desprendía cierto aire de poderío, que no sintió al estar frente a ella. Sin embargo, esto no impidió de ninguna forma que esta lo derrotase.

Algo tenía claro, si se enfrentaba a ella de nuevo, esta vez sufriría más que simples golpes. Debía de correr hacia los árboles, de esa forma los caballos no podrían seguirle y deberían de hacerlo a pie. Si bien era un buen plan, era consiente que las mestizas de seguro lo alcanzarían, podría correr rápido, pero jamás más rápido que aquellas mujeres infernales.

¿Cuánto pasaría hasta que Klóoun hallara el orificio? No había mucho que buscar en el páramo. Sabía que no estaba a la vista, pues era pequeño y se encontraba rodeado de los restos de la cabaña, sin embargo, no había ninguna madera ocultando la abertura en el suelo, solo bastaba con acercarse lo suficiente y ver.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now