El Mariscal

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El Mariscal


Los soldados se hicieron cargo de las tres carretas y las condujeron por la ciudad, sin embargo, al no poseer ventanas, ninguno de los que iban dentro pudo ver las estructuras, los caminos ni cualquier otro de talle de los alrededores.

—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó un hombre en la carreta en dónde Huxios y los jóvenes viajaban. Esta pregunta, sin respuesta, sacudió en gran parte a toda las personas que permanecían expectantes a la situación.

—Calma, Calma, aún no es el fin —aclaró Huxios—. Al parecer esa joven Capherin es alguien con relevancia en esta isla y también parece conocer a Sirdul de algún lado. Es por ello que hemos podido entrar.

—Qué mala idea —dijo Minos tomándose la cabeza.

—No lo creo, solo esperen.

—De nada servirá si a lo último terminamos muertos —Minos se sentía incómodo, como si todo lo que le rodease fuese un gran error, una equivocación sórdida, algo que no debería de ser de la forma en la que era.

Todos oyeron las palabras de Minos, pero nadie tuvo tiempo de protestar o contradecir, ya que la carreta se detuvo. Segundos más tarde, se oyó un pequeño golpeteo en la puerta y Elijah, poniendo su peor cara, la abrió.

—Señor, hemos llegado a la posada, espero sea de su agrado —dijo el soldado, que llevaba la misma armadura cobriza y liviana que los Mestizo de la muralla.

—Solo limítate a decirme hacia donde se encuentra mi dormitorio —respondió con sequedad el joven y el soldado retrocedió arrepentido y le señaló un sitio.

Lo que observaron las treinta personas que comenzaron a bajar de las carretas, fue una costa larga y angosta, en dónde la arena se mezclaba con diferentes tipos de rocas hasta perderse con el infinito azul del mar. Luego, al término de la playa, tenía lugar un camino de adoquín que flanqueaban toda la costa hasta alcanzar la bahía y el puerto. Del lado izquierdo, se encontraba una serie de edificios bajos y divididos por caminos que conducían a algún sitio de la ciudad. La posada en cuestión, era de al menos tres plantas y la contextura se veía sólida y blanquecina, construida a base de ladrillos blancos y amarillentos.

Luego de que los treinta supuestos Superiores se apearan de las carretas, observaron la posada, poseía ventanas espaciadas uniformemente en la planta más alta y diversos ventanales amplios en la zona media, en la planta baja, solo se observaba la entrada, que se limitaba a una entrada doble de madera.

—Señor —se volvió a acercar el mismo soldado a Elijah—. La señora Capherin nos ha ordenado que llevemos sus carretas y caballos al establo. Por lo que, si me permite, enseguida le diré a algunos inferiores que se hagan cargo.

Estos, al oír tales palabras, se vieron afligidos, pero Sirdul había sido claro a la hora de idear el plan, pues él les había dicho que los superiores de la capital eran mucho más soberbios y narcisista que lo de otros lados. Por lo que no debían de mostrar compasión por los inferiores de allí, por más difícil que esto fuese. También, otra de las muchas cosas que deberían de aparentar, era el comportamiento digno de un privilegiado. El desinterés, la falta de preocupación, la tendencia a realizar el menor esfuerzo posible, la arrogancia, entre otras actitudes. Ya de por sí, les resultaba difícil llevar puesto esos uniformes negros, como si solo utilizarlos sería una falta grave a sus ideales. De todos modos, haciéndose de un papel impropio, Minos dio un paso al frente con ayuda de su bastón y dijo.

—¿Acaso me importa lo que harás? Solo denos algo para comer y luego encárgate de lo demás —le dijo y se encaminó cojeando hasta la entrada.

Los demás lo siguieron, todos se mostraban serios y molestos, como si nadie quisiera estar ahí, lo cual era cierto en gran parte, aunque no del todo. Mientras caminaban sin prisa los escasos metros que los separaban de la entrada, pudieron reparar en que aquella posada, formaba parte de una comuna de edificios similares y estos, al parecer, se encontraban apartado del resto de la ciudad, como si aquella zona fuese una zona especial y restringida.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now