El último en dar órdenes

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El último en dar órdenes


Gia, rodeada por aquellas lanzas flotantes, se preguntaba cómo todo había desembocado allí. Con ellos nuevamente en una ciudad superior, Elijah herido y seguramente pronto a fallecer, Minos al otro lado de la ciudad luchando junto a un mestizo que en un principio quería capturarlos, y con Evan volviendo otra vez a la cabaña de Joseph. Si tan solo hubiesen sabido que todas las respuestas estaban allí, ¿no sería más fácil todo? Esta última pregunta rondaba en su cabeza. ¿Por qué todo es tan difícil? ¿Cuesta tanto ser libre?

—¿Estás lista, niña? —la voz del viejo Roh la expulsó de su mente—. Ya empiezo a aburrirme.

El anciano, de mirada brillante, aún permanecía de pie, su atuendo estaba rasgado por culpa de la lanza, pero aquello era lo único que cambió desde el comienzo del enfrentamiento. Gia observó todo en cuanto se mostraba en su entorno, intentando memorizar cada una de las lanzas que apuntaban hacia ella. Supuso que el anciano solo se limitaría a utilizar aquellas dos habilidades, pues que al tenerlas activas, no debería de poder generar los ataques simples. ¿Pero de qué servía saber esto? Si aquel anciano parecía un arma perfecta, como una espada y un escudo combinados. Poseía aquel escudo imbatible, era casi tan poderoso como el de Minos, salvó que solo cubría los ataques lanzados con las habilidades fundamentales, pero esto conllevaba un menor gasto de energía, pues parecía activarse solo cuando debía de detener una viga o algo similar. Era por ello que el anciano aún contaba con tanto poder, pues solo había usado su habilidad única solamente cuando ella le lanzaba algún ataque. Ahora era diferente, pues las lanzas sí se mostraban activas todo el tiempo, lo cual conllevaba un verdadero desgaste, esto le hizo pensar que tal vez, si aguantaba lo suficiente, podría tener una posibilidad de ganar. «¿Pero cómo?», pensó, «Elijah ya ha sido derrotado, el anciano sabía que si él y yo combatimos a la vez, de seguro podríamos soportar lo suficiente hasta que se le acabara la energía, pero ahora es diferente, cualquiera de esas lanzas puede acabar conmigo en un segundo, el desgaste no es algo que le preocupe. ¿Cómo hago para vencerlo?».

Y mientras se debatía estás cuestiones se percató de una horrible realidad. No podía derrotarlo, ella podía tener talento, pero no mayor que el de Minos o el de Elijah, no contaba con un gran poder ni tampoco con una habilidad única, sus ataques eran predecibles y fácil de esquivar, ahora era peor, pues el anciano siquiera le importaba lo que ella le podía lanzar. Aunque toda sus desventajas se manifestaron frente a sus ojos, junto con las lanzas que estaban pronto a abanicarse contra ella, se dijo así misma que debía vencer, debía vencer por Elijah, por las personas que dependía de ella a sus espaldas y por Evan, que se encontraba luchando su propia batalla muy lejos de allí.

—¿Cómo funciona tu habilidad única, anciano? —le pregunto Gia con cierta cautela.

—No me hagas reír, ¿por qué te lo diría?

—No lo sé, las lanzas, aquel perímetro tuyo. Hay algo que no comprendo del todo.

—Claro, claro, si eres incompetente no es mi culpa —dijo airado el viejo Roh y chasqueó los dedos, como si una preocupación se dejase ver.

Una porción de aquellas lanzas se dirigió a Gia, esta última hizo saltar del suelo una nebulosa de pequeños bloques que impactaron contra ellas y las desviaron. La joven retrocedió y procuraba levantar aquella avalancha de bloques, pero los proyectiles del anciano venían de todas las direcciones, cubrió al frente y a los lados, pero a su espalda también surgían aquellas estacas alargadas. Cuando se percató que el anciano había tronado los dedos de nuevo, recordó la posición de aquellas y reaccionó al instante, una muralla gruesa creció a su espalda y, mientras permanecía con su cuerpo apoyado en ella, pudo sentir como iban impactándose una a una las estacas. Temía que alguna tuviese la suficiente fuerza como para atravesar la pared, pero no podía brindarle más atención, debido a que frente a ella se dirigían más y más que debía de desviar.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora