Un mensaje importante

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Un mensaje importante


Con el pasar de las horas, pronto los kilómetros que los separaban de Oram decrecieron, sin embargo, aún restaba algunos para siquiera lograr observarla desde la lejanía, con excepción de Sirdul, que con su excelente vista ya lograba divisar algunos detalles de la misma.

Las carretas viajaban en paralelo a buen ritmo, los caballos, fuertes y confiables, no cedieron ante el cansancio y continuaban satisfechos por el camino. Si bien ninguna complejidad acechó a la compañía durante los tres días de viaje que llevaban, algo en la distancia preocupaba a Huxios y a Elijah, pues el peligro en tierras desconocidas siempre abunda y el hecho de que nada, ni la más remota sospecha de peligro, los invadiera generaba un sentimiento intranquilo, como si todo fuese parte de un problema mucho mayor.

Mientras Elijah, cumpliendo el rol de jinete de una de las carretas, debatía en las diferentes cuestiones que tenían por delante, oyó un silbido, un silbido proveniente de un instrumento que ellos utilizarían a fin de alarma. No perdió tiempo y detuvo a los caballos, que respondieron igual de rápido que el joven. Se puso de pie y observó alrededor, se percató que la carreta de Sirdul se encontraba detenía más atrás, por lo que le fue sencillo saber que él fue el primero en detenerse, por lo cual él había hecho sonar el instrumento.

Saltó de la carreta al mismo tiempo que los jóvenes privilegiados cruzaban la puerta, corrieron hacia Sirdul mientras lo observaban bajar de su asiento. Minos observaba todo esto desde atrás, pues si bien había logrado salir de la carreta con rapidez, su lesión en la espalda le impedía correr y realizar cualquier otro movimiento brusco.

—¿Qué ocurre, Sirdul? —preguntó Gia. Llevaba un uniforme negro, parecido al de la capital, pero sin la insignia y de una tela densa para evitar el viento que azotaba alrededor.

—Ha ocurrido algo —se limitó a responder.

—Déjate de misterios, idiota —le gritó Minos a unos metros. Vestía igual que Gia, con la diferencia que debajo de su palma derecha, se encontraba aquel bastón negro de empolladura metálica.

—Por favor, Sirdul, ¿Qué ocurre? —insistió Elijah, en un tono serio y cordial, algo que Sirdul no estaba acostumbrado. Elijah vestía ropas compuestas de diferentes piezas de cuero, aunque por encima resaltaba un chaleco gris y unos pantalones del mismo color.

Antes de que Sirdul cediera a las insistencias de los jóvenes, una voz áspera como el pasar del tiempo, proveniente desde más atrás, se oyó primero.

—Nos siguen, Gia y creo que lo han hecho por mucho tiempo, me temo. Desconozco quienes son y cuál es el peligro real que corremos, pero Sirdul sabe mucho más que yo de la situación y estaré interesado de escuchar lo tiene para decir —dijo Huxios.

—Nos han estado siguiendo, al menos, durante dos días. Tomaron distancia lo suficiente para que no me percatara de su presencia, aunque al final los he logrado percibir. Se encuentran lejos aún, es por ello que di la alarma.

—Genial… —soltó Minos tras alcanzar a los demás—. Y yo que pensaba que no corríamos peligros —dijo mirando a Huxios.

—Esto no está bien, aquí hay algo que no encaja —respondió el Magno Prodigio jactándose ante el reclamo de Minos.

—¿Qué haremos? —preguntó Elijah mientras su mente meditaba en como salir ilesos de la situación.

—¿Son muchos? —le preguntó Gia a Sirdul, sin embargo, este no respondió, solo le dio la espalda y comenzó a realizar algo relacionado con uno de los caballos.

—¿Qué tan lejos se encuentran? —le preguntó Nox, que se había acercado junto con Huxios hasta ellos. Sin embargo, Sirdul no respondió, solo concluyó la tarea la cual llevaba a cabo y, para sorpresa de todos, montó al caballo de un salto y, antes de cabalgar hacia alguna parte, dijo.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora