El hermano de Joseph

26 6 2
                                    

El hermano de Joseph


Pasados unos minutos, Evan se recompuso y, como si ahora viese todo claro, sabía que debía de continuar hurgando. Había descubierto que Joseph tenía un hermano y que su vida había pasado por densas nieblas, ¿entonces? Si Joseph quería que estuviese allí, leyendo e investigando, ¿por qué creer que aquella información descubierta era irrelevante? ¿Por qué creer que solo era información de Joseph que ya no tenía importancia? Era claro que lo había enviado allí para que averigüe algo, que sepa algo que él no podía decirle, pero… ¿Por qué no podía?

Allí, una cuestión que Evan supo aprovechar, no estaba allí para hallar información sobre Joseph y de como rescatarlo. Estaba allí para hallar información particular, aquella que Joseph no podía decirle, como por qué debió de irse a la capital o por qué no podía decirle que tenía un hermano, por qué no le había dicho nada sobre sus poderes o, al menos, algo relacionado con su pasado. No estaba allí para averiguar sobre la vida de Joseph, sino para saber quién era realmente y por qué motivo guardaba tantos secretos.

Recordó el acertijo que les había dedicado antes de irse y, también, aquellos símbolos extraños. Volteó hacia la chimenea y supo que aquel fuego imperturbable le daría algún tipo de información, no sabía aún como, pero lo sabía.

Se levantó del suelo, haciendo caso omiso del hambre y de la sed, sabía que pronto debería de salir del sótano a buscar provisiones, era, por supuesto, un riesgo, pero no tenía mejores alternativas. Agarró otro pergamino y lo leyó.

«El mar del héroe…», dejó de leer. Supo que era otra historia, no sintió interés, presintió que no le brindaría ninguna respuesta. De esta forma fueron pasando los pergaminos, uno a uno, eran bocetos de historias, nada más, título que no le decían nada. En tanto y tanto, leía uno que otro pergamino de esos, consiguiendo reforzar la idea de que no sacaría nada de ellos si continuaba.

Pasó el tiempo y solo quedaban algunas hojas y dos pergaminos, aquellos los había dejado a lo último, pues permanecían guardados en las estanterías. Les llamó la atención desde un principio, pues la pared tapada de estanterías solo contenían libros, montones de ellos. Ver algunos pergaminos entre ellos lo sorprendió, ¿qué tenían tan especial como para guardarlos allí? Hasta que no tomó el primero, no lo comprendió.

«Hermano, escribo esto con total certeza de que no se me es prohibido, por qué te he nombrado y, como ya sabes y yo también sé, nada que escribiré en este pergamino te comprometerá. Fue por ello que te he llamado y soy consiente, que estás leyendo estás palabras a la vez que las voy volcando en este trozo de papel. Si diré algo incorrecto, tú lo sabrás antes de que lo escriba y lo borraré. Solo quiero saber una cosa y que no te sorprenda esta carta, ya que no te he enviado ninguna por muchos años, tantos que ya no recuerdo cuántos. Me he esforzado en olvidarlos».

«¿Por qué? Es mi pregunta, ¿por qué has dejado vivo al Mediasangre? Antes de que te alarmes e intervengas en mi sótano, inundando todo con tu asquerosa y pestilente presencia, te confesaré, para tu inmerecida tranquilidad, que planeo arrojar este pergamino al fuego y de esta forma, olvidarme de no solo esta pregunta que te formulo, sino también de muchas otras cosas que me hacen vulnerable. Pero antes de olvidarlo todo, quisiera saber, ¿por qué lo has dejado vivo? Y que no te sorprenda, sé que está vivo, que está tan fuerte como antes y que permanece oculto desde aquel gran caos que desataste en aquella ciudad haciendo uso de Los Cinco, yo sé dónde se oculta, pero seguro te preguntaras, ¿cómo? Incluso desde acá puedo imaginar tu rostro cubierto de sorpresa. Tú puedes leer mi mente como si fuese un libro abierto, por eso sabes que no estoy mintiendo, pero, por alguna razón, no puedes ver a dónde se oculta Anubis. Yo lo sé y he aprendido ciertos trucos, este en especial no podré usarlo más, pronto de seguro aprenderás como lo he logrado, por eso lo he guardado hasta ahora. Sabía que cometerías un error, han pasado muchos años, demasiados, pero al final has tropezado. Dime, hermano, ¿por qué lo has dejado con vida?».

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now