Una pequeña reunión

20 6 1
                                    

Una pequeña reunión


Eran frecuentes las tinieblas dentro de aquel cuarto, ubicado al extremo de la ciudad grisácea. En él, había cuatro hombres platicando, no hubo formalidad ni mucho menos modales alrededor de la mesa, sin embargo, los ojos y odios no faltaban, alertas para saltar en cualquier momento.

—¿Konomtoh? —preguntó el capitán Kelec con cierta ironía—. Nem öyegio…

Claro que dos de los tres hombres, que permanecían expectantes de aquel grotesco magno, no hablaban aquel idioma, sin embargo, Silver, que sí lo hacía a la perfección, entendió cada palabra, como si llevará aquel idioma grabado en la mente, al igual que una maldición.

El capitán, que llevaba puesto unos harapos de algún cuero refinado, pero sucios y en mal estado, veía a los ojos a Silver, miraba sus prendas, su cuerpo, incluso intentaba percibir lo cansado que se sentía. Sabía que era un hombre de coraje, aunque un traidor sin duda, pero siempre los buenos hombres cometen un error, solo para reinventarse y convertirse en alguien mejor, o eso pensaba Kelec, obvio que la traición de aquel hombre había sido grave y muchas muertes significaron, pero supo redimirse salvando a muchas otras. Complicado era la regla con la que debía de medir a Silver, que mucho había perdido y recuperado también.

—¿Cómodos? —había dicho el capitán—. Me alegra que así sea.

—Podríamos estar mejor —le respondió Silver haciendo uso de su segundo idioma.

—Claro, claro… su gente ama mucho la comodidad —soltó en un bufido—. ¡Es solo basura!

—Kelec —lo llamó Drake, que llevaba chaleco y pantalones oscuros, su barba larga y enmarañada, no había cambiado en nada—. ¿Podríamos comenzar de una vez?

—¿Le temes a algo, grandulón? —formuló con rapidez el mestizo utilizando el idioma común.

—A nada, ¿tú? ¿Le temes a algo?

—Sí, como todo hombre, le temo un poco a lo que desconozco —dijo y los miro con profundidad—. Pero a ustedes… a ustedes ya los conozco ¿No es cierto?

Silver oía cada palabra, había tomado un tiempo en explicarle a los demás la lengua magna, pues si bien era imposible que la supiesen hablar, al menos, le serviría a la hora de negociar, como era el caso.

—Silver, un hombre valiente, un pirata sin duda y, por supuesto, un estúpido traidor. Drake, un hombre de códigos y honores, lástima que solo sea un idiota barbudo y gordo. Francis, un médico mediocre, no diría cobarde, pero sí de cierto cagazo frente a las batallas duras —hizo una pausa—. ¿Ven? Los conozco muy bien. No les temo ni un poco…

—Claro, el hecho que lo aclares deja en evidencia lo asustado que estás —señaló Francis y el mestizo entendió, ellos tres no eran los únicos que se habían adaptado al idioma del enemigo—. Necesitamos treinta mestizos más, nos falta personal en altamar.

—Claro, claro, serán sesenta mejor o aguarda, ochenta y yo me incluyo —Y soltó una larga carcajada mientras observaba a los costados, como buscando reconocimiento. Los tres hombres podían percibir las espadas que se encontraba cercanas a aquella segunda planta del edificio.

—Treinta, Kelec. No aceptaremos menos —Silver volvió a hablar, pero esta vez con su voz estoica y firme, como la de un capitán.

—Esperen un segundo —soltó Kelec—. Tengo que admitir que esta alianza suya, al principio, me pareció una falta de respeto muy grave, tanto así, que me he pasado noches enteras afilando mi cuchillo con las gargantas de cada uno, pero es cierto que en los últimos días la producción ha mejorado y todo tiene una mejor calidad.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now