La resurrección del guerrero

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La resurrección del guerrero


La compañía estaba despavorida, contemplaban con miedo aquel nuevo impedimento, pero aquel no era el muro que tomaba lugar frente a sus ojos, no, sino que era el anciano, que aun sin apoyar sus zapatos en la arena, los miraba con cierto desprecio y diversión, como un niño que está deseoso de hacer una maldad.

-¿No dirán nada? -La voz del anciano era pastosa, pero tenía cierta suavidad al inicio, como si de un trago de licor se tratase-. Pues, tendrán que disculparme, con los años, uno pierde la virtud de controlarse.

-¡Basta! -gritó Elijah, se separó del grupo y observó al hombre con sus ojos centellando en la oscuridad-. ¡Ya basta! No dejaré que les hagas daño.

El terreno se encontraba en una quietud inestable, un constante y relajado oleaje se oía desde la costa. El viento levantaba la suave arena y la obligaba a danzar por el aire. Todo poseía un aroma húmedo y atenuado, como el olor al pasto después de la lluvia.

-Oh, vaya, un desviado del camino -dijo el anciano con desagrado-. Joven ¿Acaso mis ojos me traicionan? Tú tienes sangre superior corriendo por tus venas y una sangre de mucha pureza por lo que alcanzó a ver. Sí, pero ¿Por qué? ¿Por qué te encuentras entre las filas del enemigo?

-El único enemigo que veo, eres tú.

El anciano empezó a reír, sus facciones se sacudieron, sin embargo, un segundo, después, todo su rostro se volvió rígido y serio.

-Noto que no eres el único traidor entre sus filas, también la joven de tras de ti es una superior y... y, espera, ¿el maldito anciano detrás de ti es un Magno? ¿Un grotesco y asqueroso Magno?

-En carne y hueso, viejo Roh -respondió Huxios y Elijah volteó a verlo-. ¿Qué es lo que tanto te sorprende? Ya, apártate y déjanos continuar. Al parecer eres el mismo viejo loco de aquella conferencia...

Tras esto, el anciano Superior pareció recordar algo, o al menos eso reflejó su rostro contorsionado.

-El Magno Prodigio... -dijo reflexivo-. Siempre supe que eras una basura, pero nunca creí verte junto con los inferiores. Igual era de imaginarse, los insectos y la basura siempre tienden a estar en el mismo lugar.

-Claro, claro, eres muy inteligente por esa analogía. No importa, apártate de una vez.

-¿Si no qué? ¿Me detendrás con tus poderes enfermos?

-Es una opción -aseguró Huxios, sin embargo, un chasquido lo interrumpió, luego una rápida viga fue a parar frente al viejo Roh.

No obstante, este la había detenido sin siquiera chasquear los dedos, solo su presencia había hecho que el ataque se detuviera a pocos metros de su cuerpo.

-Jovencita, fue un buen ataque, rápido y sorpresivo, pero te recuerdo que soy el viejo Roh, el intocable. Necesitarás más que eso para vencerme.

*

Sirdul, observaba, a la vez, que los metros que lo separaban del mariscal se reducían, como este último tomaba su arma y la blandía de un lado a otro, aguardando su llegada con suma paciencia. No contaba con ninguna espada ni nada para enfrentar a tal enemigo, el terreno era llano y la lanza que momentos antes tenía en sus manos, se encontraba perdida e incrustada en el cuerpo de Xifos, a varios metros por detrás de Fedexiz, sin embargo, la euforia y el rencor del momento, lo indujo a hacerse al enfrentamiento, sin importarle en absoluto su clara desventaja.

Acuerdos y Maldiciones - Saga "Los Privilegiados II"Where stories live. Discover now