24: Odio compartido y nueva amistad

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" Nunca subestimes a un Slytherin

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" Nunca subestimes a un Slytherin. "

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SABRINA CAMINABA ALEGREMENTE por los pasillos luego de la clase de transformaciones. La profesora McGonagall había entregado la puntuación de los examenes que había tomado la semana anterior y Sabrina tenía una de las notas más altas del curso. 

Pronto, su repentina felicidad se desvaneció cuando un chico chocó su hombro contra ella, haciendola tirar algunos libros a su paso. 

—Fijate por donde vas, asquerosa Gryffindor —espetó el chico, pateando lejos unos de los libros de la chica; ella no miró mal, horrible Malfoy. 

Pero, a pesar de su desagradable encuentro con el slytherin, Sabrina volvió a recuperar su sonrisa al ver como cuatro niños de gryffindor eran llevados a rastras por un enojado Filch hacia la oficina de la jefa de la casa de los leónes. Sabrina conocía demasiado bien a aquellos muchachos que se hacían llamar merodeadores. Los conocía a ellos y a su estúpido sentido del humor y mal genio. Sonrió gratamente cuando notó la cara de terror de los muchachos por algo que les dijo Filch. 

Al pasar por su lado, les dedicó una mirada que ellos entendieron demasiado rápido; una mirada de burla. 

Sirius pareció querer decirle algo, pero el conserje lo empujo para que continuara con su camino. 

Sabrina siguio sin otro incombeniente hasta que llegó a la biblioteca, donde se juntaría con Regulus y Narcissa para acabar con el trabajo de Slughorn. Al parecer había llegado muy tamprano ya que ninguno de los slytherins estaban ahí. 

Al final decidió que podría comenzar avanzando un poco al buscar algun libro que podría ayudarles, por lo que se dirigió a la sección de los libros de pociones. Comenzó a leer los titulos y cuando estaba por vlolver a la mesa donde tendría que estar esperando a sus compañeros, escucho débiles sollozos. 

Rápidamente se preocupo y comenzó a seguir el sonido hasta que dio con una niña, un año más frande que ella. 

¿Por qué siempre la encontraba llorando? ¿Y por qué siempre se encontraba en la necesidad de ayudarla? 

Porque eras buena persona. 

Gracias consiencia. 

La castaña dejó su varita y su mochila en un rincon antes de acercarse a Marlene McKinnon. 

—Ey, ¿necesitas ayuda? ¿Te sientes bien?

Marlene levantó la cabeza y la miró por unos instantes. 

—Estoy bien, Johnson, no tienes que preocuparte —le dijo friamente. 

—Ey, no creo que estes bien, sino no estarías aquí llorando —se acercó un poco más a ella, con suma cautelación y al ver que ella no respondía, continuo hablando—. Puedes decirme lo que te sucede, yo puedo ayudarte; se que no somos amigas pero... 

𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | Sirius Black | © EN PROCESOWhere stories live. Discover now