𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | ❝ A él le gusta ella, a ella le gusta él, todos los sabemos, excepto ellos. ❞
Sirius Black: Engreido, mujeriego, arrogante, testarudo, casanova, idiota... esas son solo algunas de las palabras con las que Sabrina describ...
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" Soy un monstruo. "
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FALTABAN UNOS POCOS días para que iniciaran las vacaciones y Sabrina se había dedicado en ese último tiempo de su vida a ignorar rotundamente las burlas de Sirius Black y encontrar al hombre lobo con el que se había encontrado una noche en el bosque.
Ella ya había planificado todo.
Voteo a ver sigilosamente a sus compañeras de cuerto. Sophie estaba toda destapada y sus sabanas estaban por el piso, la chica rubia se movía demasiado mientras dormía. Su bocha estaba abierta y ciertamente eestaba roncando de manera fuerte. Mara estaba completamente tapada, no se le llegaba a ver la cara, pero Sabrina intuyó que estaba dormida también. Kara abrazaba su almhoada y de vez en cuando decía alguna frase inentendible entre sueños.
Sabrina se puso de pie con sigilo, procurando no despertar a ninguna de las chicas y salió de la habitación; bajo las escaleras y también salió de la sala común. Los pasillos estaban completamente deshabitados a esa alta hora de la noche.
Faltaban unos minutos para que la luna llena se ocultara y ella quería saber quíen era el estudiante que todos los meses se convertía en un lobo.
Llegar a la salida no se le hizo dificil. Filch no había aparecido en ningun momento y su gata, tampoco; cosa que extrañó a la castaña, pero continuó con su camino hasta las afueras del colegio.
Sabrina se quedó quieta en su lugar, pensando en su debía o no hacerlo. Pero las miles de preguntas que tenía la hicieron decidirse y camino a paso veloz hasta el bosque. No tardo en escuchar los ahillido y comenzó a seguir el sonido.
Ciertamente camino por un largo rato y no había encontrado nada. Se sentó en el suelo y apoyó su espalda en un árbol. Descanso por un rato allí. Justo cuanod se iba a levantar para regresar al castillo un arañaso la hizo volver a donde estaba. Sangre comenzó a caer por su hombro. La chica levantó la cabeza y se encontro con el causante. Su razó para estar allí en el bosque. El hombre lobo la miraba, sus largos y puntiagudos dientes sobresalían de su rostro.
Sabrina abrió los ojos horrorizada. Si esperaba encontrarse con el lobo pero no esperaba que él la encontrara a ella.
Notó como este estaba dispuesto a acercarse y hacerle daño, por lo que, como pudo, comenzó a arrastrarse por el piso, tratando de encontrar una salida.
Comenzó a gatear, para alejarse, pero este llego a a alcanzarla y ya tomó del pie. Se colocó encima de ella y abrió su grande boca, dejando oír un fuerte ahullido feroz. Saliba cayó en el rostro de la chica, pero eso no era lo que más le importaba en ese momento. Cerro los ojos esperando que la mordiera, pero no lo hizo, en su lugar comenzo a escuchar gemidos de dolor por parte de este y volvió a abrir los ojos. El animar se retrocía encima de ella. Sabrina notó que la luna ya se había escondido, por lo que el hombre lobo estaba volviendo a su forma humana.
Ella observó al animal salvaje retorcerse sobre ella sin saber si hacer algo o no.
Pasados los segundo y frente a ella dejó de estar el feroz animal y en su lugar había un lindo chico, delgado, rubio, de ojos avellana, con cicatrices. Sabrina lo miró, con los ojos bien abiertos y él a ella también. Luego observó el brazo de la chica y la sangre que brotaba de este.
Remus Lupin no tardó en derrumbarse a su costado. Ciertamente el dolor de una transformación era grande. La chica lo observó y se decidió a ayudarlo.
Se acercó con cuidado y tomó un brazo del chico y lo paso por su hombro sano. Lo ayudó a ponerse de pie bajo la atenta mirada de Remus y, juntos, caminaron como pudieron al castillo.
Sabrina lo llevo a la enfermería, donde Pomfrey ya estaba esperandolo con una camilla libre. Sabrina lo ayudó a recostarse y la enfermera comenzó con su trabajo de sanar al niño. Aunque de vez en cuando la miraba a ella curiosa; luego notó la herida de ella.
—¡Ay, por Merlín, niña! ¿Cómo te hiciste eso? —exclamó horrorizada. Sabrina miró a Remus con pena y este solo aparto del rostro hacia el piso ruborizado y con culpa. La chica no se atrevió a contestarle, pero aquellas mirada ya le habían dicho todo a la enfermera—. Sientate en esa camilla, ya te ire a revisar.
Sabrina obsedeció y, desde su lugar, observó como ella trataba a Lupin. Luego la curo a ella y guardo todo lo que quedaba para dejar descansar a los niños. Justo antes de irse, se detuvo y los observó una vez más.
—Me alegra que haya decidido ayudarlo al señor Lupin en lugar de decirle cosas crueles como los niños suelen hacer, señorita Johnson. No pudo haber confiado en una mejor persona, señor Lupin —y tras esas palabras, la enfermera salió.
Los dos chicos se quedaron en un silencio incómodo. Sabrina lo observaba, esperando que este dijera algo, pero él no había dejado de observar al suelo en ningun segundo, como si este fuera la cosa más interesante del mundo.
—¿Cómo... Cómo te sientes? —preguntó finalmente la chica.
—No tienes que fingir, Sabrina. Se que te doy miedo. Soy un mounstro.
—Siendo del todo honesta contigo, si me aterra un poco el hecho de que seas un hombre lobo —eso tomó por sopresa a Remus, ya que no se esperaba tanta sinceridad de repente—. Pero no creo que seas un mounstro. Tu licantropia no cambia quien eres como persona y tú me caías bien antes de enterarme que eras un hombre lobo y me seguíras cayendo bien ahora que lo sé; me caerás más que bien por que te considero una persona muy valiente, Remus.
Remus la miró por unos segundos.
—¿Yo te caigo bien? Siempre que paso por tu lado pones una mueca de disgusto.
—Eso es porque siempre pasas por mi lado estando con tus amigos y ciertamente ellos me caen muy mal, sobre todo Black —Remus rió luego de eso—. Quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que necesites y que guardaré tu secreto.
—Gracias Sabrina —le contestó él y juntos se quedaron hablando por horas. Sabrina se enteró por un vago comentario del licantropo que ninguno de sus amigos saben sobre lo que es.
