44: La invitación inesperada

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" ¿Qué estas haciendo tu aquí? "

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" ¿Qué estas haciendo tu aquí? "

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EL DÍA MÁS caluroso del verano estaba acabando con Sabrina Johnson, quien estaba tirada en su cama, abanicandose con una hoja de papel de su escritorio. La castaña no podía odiar más el verano; en definitiva prefería el invierno. No le gustaba para nada sentir calor todo el tiempo y tener que usar ropa diminuta para su gusto todo el tiempo para no desmayarse. Cuando era una niña solía encantarle el verano e ir a la casa de su mejor amigo Luke para meterse en la picina, pero ahora ella había crecido y con los años sumados también llegaron las inseguridades. A ella no le gustaba mostrar sus piernas y su abdomen, tampoco le agradaban sus brazos, y ciertamente el flequillo por el que tanto le rogo a su madre que le hiciera, solo lograba que ella tenga más calor. 

Su rostro probablemente estaba rojo por las altas temperaturas. No iba a negar que la primer semana de sus vacaciones le había psado de maravilla en su casa del campo con Luke, sus padres y su familia, pero ahora los Boltom se habían ido de viaje y Sabrina no veía a su amigo desde hacía dos días. Estaba bastante aburrida y sabía que empeoraría al pensar que Luke no volvería hasta que el verano acabara. 

Quedaban dos semanas para regresar al colegio, pero Sabrina quería hacerlo ya. 

Había enviado cartas a sus amigos para juntarse. Lucas estaba en Francia, Donn estaba en Italia, Alex estaba castigado por rompera una ventana jugando con una pelota y no tenía permitido salir y Sophie debía cuidar a su pez, burbujas. También les había escrito a sus amigos de Slytherin, ninguno de los dos había contestado sus cartas. 

La chica se incorporó al escuchar ruidos desde la sala. No sabía quien podría ser, así que decidió bajar. No sin antes arreglarse un poco y ocultar más su piel. Bajó las escaleras con precaución y se asomó. Una mujer estaba sentada en su sofá, enfrente a sus padres, que también estaban sentados. La señora parecía realmente rica. Su ropa, que claramente era de los mejores diceñadores mágicos, no tenía ni una sola arruga. Tenía el pelo recogido en una especie de rodete, pero parecía una hermosa flor y de su cuello colgaba un hermoso collar de plata con una géma verde que hacía juego con sus aretes enormes con la misma gema. 

Se asomó un poco más para ver a sus padres. El hombre parecía encantado con la mujer frente a él y la miraba amistosamente, mientras que la madre de Sabrina sólo la miraba con desconfianza. 

La mujer dirigió sus ojos a donde estaba Sabrina y la vio allí parada. Le sonrió ampliamente, aunque su sonrisa asusto a la niña. Parecía una sonrisa de villano, aunque a la vez le parecía cariñosa. 

—Hola Sabrina, soy la madre de Regulus —se presentó ella y fue en ese momento en que sus padres notaron la presencia de su hija. 

—Hola —la saludó ella, tímidamente. 

—Cariño, la señora Black... 

—Walbuega esta bien, querida —interrumpió a su madre. Sabrina sabía que a ella no le agradaba cuando la interrumpian, sin embargo, parecio disimular muy bien su disgusto. 

—Walburga está aquí para llevarte con ella a su casa a pasar el resto de las vacaciones con tu amigo, Regulus.

Una enorme sonrisa se dibujo en el rostro de la chica. 

—Ya voy a hacerme una maleta —exclamó entusiasmada y corrió nuevamente escaleras arriba, aunque a mitad de su camino escuchó a su padre decirle "no corras en las escaleras, Sabrina".

Antes de las vacaciones, Regulus había hablado con ella sobre invitarla a pasar unos días a su casa. Sin embargo, cuando el niño dejó de responderle a las cartas que Sabrina le enviaba, abandonó esa idea de pasar unos días junto a su amigo. 

Tomó algo de ropa de su armario y la metió en una valija morada. Tomó todo lo necesario de forma rápida y bajo nuevamente, sólo que esta vez, arrastrando una enorme valija pesada. 

La mujer con rostro severlo la observó y con un movimiento de varita, hizo que sus cosas bajara por si solas. Sabrina le agradeció. 

—Me alegra mucho que hayas aceptado la invtación, Sabrina —le dijo la mujer—, Regulus nos ha estado pidiendo que vengas a casa a mi y a mi esposo desde que llegó de la escuela. No pudimos negarnos. 

Priscilla Johnson llegó hasta su hija y la abrazo fuertemente. 

—No te portes mal. Se ordenada. Hazle caso a los señores Black. Recoje tu plato al acabar con las comidas. No... 

—Por Merlín, deja respirar a la niña Priscilla —dijo Mason, apartando a su esposa para poder abrazar a su hija—. Lo más importante hija, es que te diviertas con tu amigo. Te veremos en las vacaciones de invierno. La señora Black se ofreció a llevarte hasta la estación King Cross el primero de septiembre. 

Ambos padres se despidieron de su hija y su madre volvió a hablarle compulsivamente. 

—¿Llevas todo? —ella asintió—. ¿Cepillo de dientes? ¿Ropa interior? ¿Abrigo por si hace frio? ¿Ropa? ¿Llevas ropa? Porque eres muy capaz de meter cualquier cosa en esa maleta menos la ropa ¿tienes ropa?

—Sí, mamá; tengo todo, podrías no avergonzarme, por favor —pidió con las mejillas rojas por la vergüenza que la estaba haciendo pasar su madre. 

—Bien. Recuerda escribirnos todos los días, Sabrina Johnson; porque siempre se te olvida —le dijo la mujer severamente, acomodando ligeramente la ropa de su hija. Sabrina abrió los ojos y corrió escaleras arriba. 

Llegó a su habitación y tomo la jaula de su lechuza con ella dentro. Ya se la estaba olvidando. Inspeccionó su cuarto por unos segundos, para ver si se olvidaba algo más. En su escritorio vio su libro de dibujos. Lo tomó. Se había guardado las cosas para dibujar en la maleta, pero se había olvidadu de su cuaderno. Que despistada. 

Volvió a bajar a la sala. 

Priscilla la miro severamente mientras ella guardaba su cuaderno. 

—Ahora si; no me falta nada —sonrió inocente la niña. 

—Bien; iremos con polvos flu —dijo la mujer Black y Sabrina asintió. 

Walburga Black entro a la chimenea y tomó un puñado de polvos flu. Al instante en que los tiro a la chimenea pronunciando la dirección desapareció dejando una flama verde a su paso. Sabrina copió su acción y se metió en la chimena con polvos en la mano. 

—Número doce de Grimmauld Place. 

Sabrina sintió su cuerpo dar vueltas y tomó su equipaje fuertemente. Cuando aterrizó, salió de la cocina rápidamente, odiando viajar por chimenea. La señor Black la esperaba en la sala de la casa. 

—Iré a buscar a Regulus —le dijo y salió de la habitación. 

La castaña observó el lugar, definitivamente eran ricos. Camino por la sala unos minutos y cando ya se supo de memoria el orden de las cosas caminó a una puerta distina que la que habia visto irse a Walburga. La abrió y al sentir el delicioso aroma, supo que era la cocina. 

Un sonido fuerte se escuchó detrás de ella, como si se hubiera caído una silla y Sabrina volteó rápidamente. 

Un niño de pelo largo se ponía de pie apresuradamente, mirandola. Sirius no llevaba remera y dejaba ver únicamente su abdomen con unos pantalones deportivos debajo de él. Tenía un tazón con cereales en su mano a medio comer. 

—¿Qué estas haciendo tu aquí? —preguntaron los dos a la vez y Sabrina se sintió estúpida ya que esa era la casa del chico. 

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〖♡ M I R I D E G R A N G E R ♡〗

𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | Sirius Black | © EN PROCESOWhere stories live. Discover now