77: Andromeda Black

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" ¿Qué es lo que sientes por Sabrina? "

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" ¿Qué es lo que sientes por Sabrina? "

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HORAS ATRAS.

Sirius y James corrían lo más rápido que podían, tratando de alejarse de un grupo de policías que los seguían. 

—¿Por qué nos siguen? —exclamó James, doblando en una esquina junto a Sirius. 

—Me parece que es porque nos llevamos unos dulces muggles sin pagar —dijo Sirius, sin dejar de correr. 

—Pero si los pagamos.

—¡Creo que los muggles no usan galeones! —exclamó Sirius alterado, recordando algunas de las cosas que Remus le había contado sobre la gente sin magia. El chico Lupin sabía mucho de ellos, puesto que era mestizo. 

James miró a Sirius alterado, sin dejar de correr, en el momento en que notó como los guardias comenzaban a alcanzarlos. 

—¡Aquí! —gritó el chico de pelo oscuro, tomandó una motocicleta que estaba allí estacionada—, sube.

James le hizo caso y Sirius comenzó a tocar todo buscando el interruptor de encendido. 

—Me parece que necesitamos una llave para hacer que ande —explicó nervioso el de anteojo, observando como los guardias ya estaban cerca de ellos. 

—¡A la mierda! —exclamó Sirius, tomado su varita y comenzando a conjurar la moto. 

En cuestión de segundos ya estaban andando por la carretera con todos los autos y los policían siguiendolos en su patrulla. James, junto a Sirius, comía un dulce tranquilamente y bastante divertido, mientras que Sirius se centraba en conducir sin chocar con nada ni nadie. 

—Carajo —murmuró por lo bajo Sirius al notar como se había metido en un callejon sin salida. Un enorme muro los esperaba. 

James volteó y notó como los policías sonreían, entonces, el chico sacó su varita mágica y conjuro la moto nuevamente para que esta comenzara a levitar. El chico Potter les sonrió con arrogancia a los hombres que los habían estado persiguiendo, mientras que estos solo mantenían su boca abierta, observando con asombro a la motocicleta en el aire. 

—Genial —susurró Sirius feliz. 

—Saldremos en el periódico —murmuró James lamentandose, pero sin perder su sonrisa de suficiencia.

Al cabo de unos minutos en el aire, el chico Black volvió a hablar. 

—Preparate para descender. 

La bajada fue desastroza y acabó con dos niños en el suelo quejandose y una motocicleta con leves golpes. 

—¡Apartate de encima mío, Sirius! ¡Pesas mucho! —exclamó James, dandole un empujón al chico de ojos grisaseos. 

𝐔𝐍 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 𝐅𝐄𝐋𝐈𝐙 | Sirius Black | © EN PROCESOOnde histórias criam vida. Descubra agora