SESENTA Y DOS

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Tiempo actual

–En verdad lo lamento pero no puedes ir, debes quedarte en casa

La firmeza de Vanessa no deja lugar para la negociación.

–Conoces a Alberto –refuto–, te hace la vida imposible aún conmigo presente, imagínate si no estoy.

Me acaricia cariñosamente el cabello.

–Lo sé, pero aún no estás recuperado por completo, el doctor recomendó que te quedaras en casa algunos días y eso haremos, no quiero que te pase nada.

Aparto la vista, tiene razón pero no quiero que pase el día sola bajo la supervisión de Alberto.

–Ey, mírame. Prometo que si las cosas se ponen demasiado tensas te llamaré para que vayas a rescatarme. ¿Te parece?

Sacudo la cabeza.

–Pues no hay otra opción, cariño. Vas a tener que quedarte. Sé positivo, no tendrás que ver a Alberto ni escuchar sus reclamos.

–Debo admitir que tienes un punto –cedo un poco.

–Descargará toda su frustración conmigo y cuando te vea será todo más ligero, de nada.

–De acuerdo –no puedo hacer otra cosa más que aceptar.

–Ok, debo irme para tener todo listo. Él ya debe estar en camino.

Nos damos un largo beso de despedida.

Es terriblemente aburrido estar en recuperación pero por el momento no tengo muchas opciones. Esperemos que guardar reposo total ayude a que esté listo para la firma. Así es, Alberto no quiso postergar la fecha a pesar de mi condición, tal parece que le importa más la empresa que su amado sobrino. No me quejo, mi tío siempre ha sido generoso conmigo, me ha cobijado y enseñado todo lo que sabe. Eso no quita que sea de temer y tenga un carácter detestable, he sabido lidiar con él a través de los años pero ahora que soy un adulto que toma sus propias desiciones se ha visto en aprietos mas de una vez ya que no siempre coincidimos en pensamiento y toma de decisiones para la empresa... o para mi vida personal.

Él considera que soy un tonto por decidir casarme con Vanessa, piensa que ella me nubla la visión cuando hace todo lo contrario, es mi apoyo más firme y constante.

Otra razón por la que me cree incapaz es porque en una plática casual percibió mi determinación por encontrar a Ana, piensa que descuidaré mis responsabilidades para correr tras ella... y claro que lo haría con gusto pero no sin antes delegar los asuntos pendientes.

Ha sido complicado y deseo demostrarle que aun con todo puedo llevar perfectamente la compañía, si él lo nota se sentirá tranquilo y se irá pronto, entonces podremos continuar nuestra vida tranquilamente; de lo contrario tendremos que soportarlo por tiempo indefinido y tendré que despedirme de buscar a Ana por un tiempo.

Suspiro adolorido, ya casi es hora de tomar mis medicinas, me levanto despacio de la cama y camino a la cocina soñoliento. Vane me ha dejado el desayuno listo con un post-it que dice lo mucho que me ama. No puedo evitar sonreír. Ella está dispuesta a pasar el día sola con Alberto para que yo descanse, cómo no amar a esa mujer. Hoy tendrá un día demasiado complicado y lo aceptó sin dudar, lo menos que puedo hacer es acostarme para recuperarme lo más pronto posible... o no.

*

Al llegar al edificio bajo brincando del auto, Mildred me esperaba en el estacionamiento para subir mis cosas. Los tacones no me dejan ir más rápido pero hago un esfuerzo, hablo con la recepcionista para ultimar detalles, todo luce impecable desde aquí. Saco el móvil y veo un mensaje de Javier, le encargamos recoger a Alberto en el aeropuerto.

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