SEIS

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1928

Para asegurar que los hermanos no volvieran a verse, Martina y Epifanio tuvieron que separarse también. La madre se fue con la hija y el padre se quedó con el hijo. El paradero de Mónica era desconocido para Jorge. Epifanio buscaba desesperadamente una oportunidad para casar a cualquiera de sus hijos y quedar bien colocados. La fama que habían adquirido no ayudaba para nada.

La vigilancia hacia los hermanos era rígida y constante por parte de los progenitores, o al menos así lo fue al principio. Después del año Martina se fue suavizando un poco con Mónica, la cual no desaprovechó sus oportunidades.

Mónica se había ganado la confianza de su madre. Martina la llevaba con ella a todas partes, solo como precaución, mas al ver que había cambiado su actitud pensó que tal vez estaba exagerando al tratarla de ese modo. Así que poco a poco le fue dando más libertades, al ver que las cosas marchaban perfectamente bien y que Mónica no buscaba aprovecharse de las circunstancias, bajó la guardia.

Esa mañana Mónica alegó sentirse indispuesta, como cada mes estaba en su "costumbre". Su madre entendió y no quiso molestarla, por lo que salió a hacer sus diligencias dejándola sola en la casa. Obviamente Mónica se sentía mejor que nunca y no desperdició la oportunidad de regresar a casa. Esperó junto a la ventana, cuando perdió de vista a su madre tomó su capa y salió corriendo de la casa, no sabía de cuánto tiempo disponía así que debía ser rápida.

Fue sumamente cuidadosa para no ser reconocida en el pueblo, no había otro camino, así que debía atravesarlo para llegar a la hacienda. Llegó al enrejado de la propiedad el cual afortunadamente estaba abierto ya que los peones estaban recibiendo mercancías. Cruzó discretamente el jardín hasta llegar a la parte trasera de la casa. Una vez ahí entró por los pasajes ocultos que conocía tan bien, los cuales se conservaban aún en buen estado ya que la servidumbre los utilizaba para moverse rápidamente por la casa; recorrió el trayecto que conocía a la perfección y la llevaría directo a la habitación de su hermano. Él no estaba ahí, pero para Mónica era suficiente estar en ese lugar que le traía tan gratos recuerdos. No podía esperar a que Jorge regresará así que buscó en la habitación papel y pluma, le escribió una breve carta explicándole dónde se encontraba.

Escondió la hoja en un lugar que sabía solo Jorge vería y se marchó.

Los días pasaban lentos y Mónica se preguntaba si Jorge habría visto su nota. Otra oportunidad de escapar no había vuelto a ocurrir, así que tuvo que esperar varios meses para recibir una respuesta.

Martina salió a comprar al mercado, tardaría poco menos de una hora en regresar lo cual no era tiempo suficiente para intentar algo, así que Mónica se resignó a quedarse en casa.

Fue a su habitación y comenzó a escribir una nueva carta sin destinatario, expresando sus sentimientos y pensamientos sobre su situación. Su concentración se vio interrumpida ante el fuerte golpe de la puerta de la entrada que se cerraba. Se paró de un brinco.

– ¿Madre? –preguntó asustada.

El corazón le latía a mil por hora y antes que pudiera hacer algo Jorge se presentó ante la puerta de su habitación. No podía creerlo, se llevó las manos a la boca para tapar un sollozo.

Él estaba ahí, de verdad estaba ahí. Antes de darse cuenta ya estaban fundidos en un abrazo entre lágrimas y risas.

A pesar del profundo amor que se profesaban, habían sido cauteloso con la manera en la que se lo demostraban. Habían evitado hacer ciertas cosas, ya que sabían que en el momento en que dieran rienda suelta a sus deseos no habría nada que pudiera separarlos.

Pero ahora, más de dos años sin verse, después de incontables noches en vela imaginando y recordando, después de todo eso... No dudaron.

No se dijeron nada, hacía tiempo que solo con una mirada podían saber lo que estaba pensando el otro, simplemente se miraron y lo hicieron.

¿Quién eres?Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang