ONCE

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Tiempo actual

Camino a mi oficina de prisa pensando en mil cosas, probablemente la chica que vino no sea ella. Tal vez solo estoy siendo paranoico, quizá solo es alguien con el mismo nombre, una coincidencia.

Puedo probarlo.

Me detengo antes de entrar a la oficina, la única manera de comprobar que es o no es ella, es entrando a la sección Sueños de Libertad y viendo en qué página está el Freedom. Es fácil decirlo, pero tengo miedo de no encontrar lo que espero ya que la chica pudo haber cerrado el libro o seguir hojeando y dejarlo en cualquier página... Lentamente me acerco al atril de madera labrada, me detengo a una distancia tal que no puedo ver con claridad la página. Tomo aire y doy unos pasos más.

Jorge Herrera Espadas... Mi bisabuelo. No hay duda, es ella.

Leo y firmo lo que tengo en el escritorio lo más rápido que puedo, entonces escucho la voz de Mildred en el teléfono.

–Seguridad ya viene, señor.

–Gracias Mildred, hazlos pasar directo.

Cuando los tengo en frente les pido que busquen a Ana en las grabaciones y vean qué tan lejos pueden seguirla.

Los guardias se miran entre ellos y algunos evaden mi mirada.

– ¿Qué pasa?

Uno de ellos da un paso adelante y dice aclarándose la garganta

–Eh, señor. Las cámaras de seguridad hoy no se prenderán hasta después de las doce por mantenimiento de los equipos.

Los miro fijamente, como esperando que digan que todo es una broma. Como me doy cuenta de que no va a pasar nada más les digo que regresen a su trabajo y salgo detrás de ellos, me apoyo en el mostrador mientras ellos entran al elevador. Pongo la cabeza entre las manos y entrelazo los dedos en mi cabello como si fuera a arrancarlo, aunque ganas no me faltan.

–Tranquilo Jorge –me consuela Mildred–, he llamado a su tío y dijo que después de la comida se pondrá en contacto con usted. Sé que él sabrá qué hacer y la manera en que debemos proceder.

La miro, ella siempre sabe qué hacer y lo que necesito escuchar, no pude haber encontrado una secretaria mejor.

–Además ten en cuenta que ella está haciendo su esfuerzo –me mira por encima de los anteojos.

– ¿Qué quieres decir?

–Quiero decir que si ha venido hasta aquí es porque apenas está empezando la búsqueda, déjala que se haga la idea. Creo que cuando sea el momento oportuno, las cosas simplemente se darán.

Pienso en sus palabras, tal vez debería darle un tiempo, es cierto. Dejar que ella llegue hasta donde pueda, creo que cuando regrese estará lista y asimilará las cosas mucho mejor.

–Gracias Mildred –digo dándole un beso en la mejilla–, seguiré trabajando.

Doy un golpe en el mostrador y camino decididamente a mi oficina.

*

Camino de regreso a casa distraídamente, he conseguido todo lo que quería y un poco más en este punto. Pero las cosas serán un poco más difíciles ahora. Gran parte de los registros históricos que voy a necesitar no estarán en línea.

Cuando una colección tiene menos de cien años no está en internet en la mayoría de los casos debido a asuntos de privacidad, por si alguna de las personas que ahí aparecen siguen con vida. Para los demás es pan comido, solo tienen que preguntarles a sus papás o ir directamente con sus abuelos o al registro civil, pero yo no puedo. Ahora tendré que volverme casi como una investigadora privada y revolver todo lo que pueda para encontrar a María.

Aunque su fe de bautizo no tenía más de cien años pude encontrarla, pero es muy probable que un acta de matrimonio o de defunción no pueda encontrarlos, no perderé nada intentando... tal vez incluso siga con vida.

– ¡Ana!

Un grito me saca de mis pensamientos, giro en la dirección que lo escuche y veo a un grupo de mis compañeros de clases.

–Hola –los saludo una vez que estoy cerca–, ¿qué hacen?

–Vamos de camino a la biblioteca –responde una chica bajita, creo que su nombre es Allison.

–Veremos qué podemos encontrar de nuestros antepasados –continúa René.

– ¿Quieres venir con nosotros, Ana? –me invita Jarom.

Lo pienso un poco, la verdad es que quisiera ir a casa y dormir un poco más, esta semana ha sido larga y debo pensar también cómo continuaré mi propia investigación.

–Está bien –digo por fin–, podré revisar algunas cosas y ayudarlos un poco si quieren.

–Genial –dijo Allison–, ¿cómo te ha ido a ti con este asunto?

Río bajito.

Mientras caminamos a la biblioteca les cuento un poco acerca de mi situación, algo sobre lo que encontré en los periódicos, mi visita a JAGG; generalidades, nada concreto ya que quiero hacer y mantener esto en privado.

Me miran bastante sorprendidos, ellos no han avanzado mucho más de lo que sus abuelos les han dicho y no han encontrado tampoco documentos para validar sus datos.

–Ana –dice tímidamente René–, ¿crees que puedas ayudarnos un poco?

–Claro, con gusto les ayudaré en lo que pueda.

Se ven bastante entusiasmados por realizar el proyecto y eso es lo importante. No será nada fácil encontrar a las personas que buscamos y el ánimo será un gran aliciente para seguir adelante; aunque solo encuentren un nombre, eso será suficiente para que quieran seguir buscando incluso cuando haya pasado la fecha para entregar el proyecto.

Pasamos un rato agradable en la biblioteca, cada uno de los tres me contó un poco de su historia personal y nos conocimos mucho mejor. Les mostré cómo usar los sitios de búsqueda, acordamos ir a visitar el cementerio general algún sábado ya que de las lápidas también podremos recabar información y la señorita Ventura dijo que las contaría como registros también.

Eso me ha dado ideas nuevas, puedo redireccionar mi investigación, veré si alguno de mis ascendientes está enterrado aquí en la ciudad e iré a verlo.

¿Quién eres?Where stories live. Discover now