VEINTIDÓS

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Mamá y papá han insistido en que debo ir a esa cena con la familia de Daniel, se los he contado con la esperanza de que me dieran por mi lado, que es algo de la familia nada más. Pero ha resultado en lo contrario, mamá me ha acompañado a comprar un vestido para esta noche y me ayudado a arreglarme el cabello.

– ¿Ana se va a casar? –pregunta Hugo mientras Gab y Alex ríen bajito detrás de él.

–No engendro, solo iré a cenar con la familia de un amigo.

Eso de por sí ya suena raro.

–Espero que también puedas invitarlo a la casa un día para que lo conozcamos –dice mamá mientras termina de dar detalles a mi conjunto.

–Mamá, ya te he dicho que es solo un amigo, ¿vas a empezar igual que los trillizos?

–Perdón, yo solo decía.

Desde que he empezado la búsqueda de mi familia biológica no he sentido que mis padres cambien conmigo, o tal vez disimulan su incomodidad. Es difícil saber, se comportan igual que siempre: interesados y dispuestos a ayudarme, pero sé que debe ser difícil para ellos.

Papá ha hecho el favor de llevarme y vendrá a recogerme después. Lo escucho reír por lo bajo.

–Aunque digas que solo es un amigo, estás demasiado nerviosa.

Le lanzo una mirada de fastidio, me conoce muy bien.

–Es solo un amigo y no conozco a nadie de su familia, es todo.

–Yo no he dicho nada –me guiña un ojo y pienso que es mejor mirar por la ventanilla.

Una vez aparcados en la puerta de la casa Dani este sale a recibirme, me habían dicho que sería una cena formal pero ahora me siento demasiado fuera de lugar. Pareciera que la Navidad se ha adelantado, todos están en verdad elegantes y hasta la calle se puede sentir el dulce aroma de la comida recién preparada.

–Buenas noches señor, gracias por traer a Ana –Dani saluda a mi padre mientras abre la puerta del coche y me ayuda a bajar, de pronto he visto que su mirada ha cambiado. – ¡Wow! Ana, te ves muy linda.

– ¿Qué dijiste? –pregunta papá desde el coche.

–Ay papá, no dijo nada, gracias por traerme –digo rápida y nerviosamente mientras cierro la puerta con un buen golpe.

Entonces aparece la mamá de Daniel.

– ¡Ay! Ana, eres mucho más linda de lo que Dani nos dijo.

–Mamá, yo no he dicho nada, por favor –dice mientras sus mejillas se encienden de rojo.

Mi padre desde el auto y ella intercambian unas cuantas palabras, nos miran y ríen.

Creo que nunca en mi vida me había sentido tan incómoda como en este momento y ni siquiera hemos empezado. Quiero irme ahora mismo.

–Ana, ¿quieres entrar? –pregunta Dani dulcemente.

–Sí –contesto sin dudar.

Se ha dado cuenta de lo incómoda que me siento, está avanzando.

–Ven, te mostraré mi cuarto primero.

– ¡Con la puerta abierta muchachitos! –nos grita una mujer.

–Sí, claro, tía –contesta Dani cerrando la puerta.

Inmediatamente después vuelve a abrirla, lo cual me causa mucha gracia.

Pasamos unos minutos platicando y luego Dani ha sacado algunos álbumes con fotos antiguas y luego otro con fotos suyas de bebé. Me lo estoy pasando genial y esto aún no ha empezado.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora