DOS

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Tiempo actual

Camino a casa pensando en cómo decirle a mis padres que buscaré a mis padres.

–Pfff. "Padres", esa palabra...

Alexander y Eliza llevaban varios años intentando tener un bebé sin éxito, por lo que, cuando se les presentó la oportunidad no dudaron en adoptar a una preciosa bebé de cinco meses. Años más tarde tuvieron la osadía de intentar nuevamente tener un hijo, la diferencia es que en esa ocasión recurrieron a la fecundación artificial, cosa que salió demasiado bien: solo tres meses antes de mi octavo cumpleaños nacieron los trillizos.

Siempre me han cuidado y amado como si fuera hija de su sangre, nunca me he sentido rechazada o relegada. Por eso trato de pensar en la mejor manera de decirles que he decidido buscar a mis padres biológicos.

El almuerzo transcurre "tranquilo", aunque nuestra tranquilidad es muy distinta a la normal. Con los trillizos uno nunca sabe lo que puede pasar.

– ¿Cómo estuvo la universidad?, ¿cómo es?, ¿ya hiciste amigos?, ¿conociste a alguien?, ¿te vas a casar?, ¿te irás de la casa?, ¿crees que te expulsen?, ¿buscarás un trabajo?...

Esas son solo unas cuantas preguntas que alcancé a entender entre sus gritos y manoteos para llamar mi atención.

–No puedo responder si no se calman un momento –les digo entre risas.

–Pues contesta más rápido –reprocha Alex, como si fuera una solución muy obvia.

Entorno los ojos y sonrío con resignación.

–Estuvo todo bien, es grande, no he hecho ningún amigo, conocí a mucha gente, no voy a casarme, nunca me iré de la casa, trataré de no ser expulsada y tal vez busque un trabajo.

Los tres parecen haber quedado satisfechos con mis respuestas pues continúan comiendo como si nada hubiera pasado.

–Bueno –dice papá mientras llena su cuchara con sopa–, podemos resumir que todo estuvo bastante bien.

Mamá ríe y yo asiento con una sonrisa. Creo que guardaré lo que tengo que decir para el final de la comida, no quiero amargarle el postre a nadie.

–Estamos muy orgullosos de ti, cielo– dice mamá tomándome de las manos–, sabemos que lo harás muy bien, recuerda que siempre estaremos aquí para ti.

–Yo no –se apresura a decir Gabriel–, los martes y los jueves tengo entrenamiento de fútbol, así que esos días no cuentes conmigo.

Ya todos hemos terminado de comer, cielos, ha llegado el momento. Sé que si no lo digo ahora será más difícil decirlo después.

–Mamá, papá –hablo mirándolos tímidamente a los ojos.

– ¿Qué pasa, cariño? –pregunta papá mientras estira un brazo para abrazar a mamá.

–Quiero saber quiénes son mis verdaderos padres, he decidido que empezaré a buscarlos.

Apenas lo hube soltado me arrepentí, lo hice demasiado de golpe.

Los trillizos, que ya se habían levantado y corrían por la sala usando escobas de caballos y espadas, parecieron quedar congelados en el tiempo. Pude sentir sus miraditas clavadas en mí.

Papá fue el primero en hablar, estiró la mano que tenía libre para tomar la mía.

–Me alegra que hayas tomado esa decisión, si podemos ayudarte, cuenta con ello.

Mamá asiente reafirmando lo que papá ha dicho. Fue más fácil de lo que pensé.

Recogemos la mesa con normalidad, el ambiente tenso que creé se ha esfumado con los gritos y risas de los monstruitos.

¿Quién eres?Where stories live. Discover now