CINCUENTA Y CUATRO

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1943

"Hará... unos quince años del suceso entre los hermanos, todos han estado tan centrados en lo que pasó con ellos que dejaron de lado (a los que yo considero) los verdaderos villanos de esta historia: los padres.

"Algunos piensan que no es culpa de ellos porque los hijos son seres independientes que toman sus propias decisiones al crecer dejando de lado las enseñanzas parentales.

"Unos aseguran que no hay otro culpable que el señor Herrera, por no haber tenido mano firme ni las agallas para poner fin al amorío en cuanto supo de él.

"Los que culpan a ambos padres los compadecen a la vez; por evitar los chismes y ser la comidilla (en su tiempo) prefirieron ocultar el mayor tiempo posible los pecados de sus hijos, lo cual resultó terriblemente peor ya que el mayor castigo lo están llevando ellos".

María suspiró para sus adentros.

Si tan solo supieras –pensó.

"En fin, no creas que los señores Herrera dejaron las cosas así como así. En cuanto todo el mundo supo del amorío decidieron que era tiempo de hacer algo, aunque fuera un poco tarde, pero separaron a los hermanos. La solución hubiera sido enviarlos realmente lejos pero los "alejaron" dentro de la misma área, obviamente no pasó mucho tiempo para que empezaran a tener contacto otra vez entre ellos. Fue ahí cuando se produjo el embarazo.

"El señor Herrera se sentía humillado y destrozado, sus únicos hijos habían deshonrado por completo el apellido y su esposa no le había dado más descendientes. Expulsó a sus hijos y los desheredó, aún sabiendo que eso significaba el final de su estirpe.

"La señora Herrera le rogó que dejará a sus hijos volver a casa, al menos hasta que la criatura naciera, quería asegurarse que sus hijos estuvieran bien a pesar de todo. Pero su marido, furioso, descargó toda su ira en ella, dejándola muy malherida y culpándola por todo lo que estaba pasando. Quizá sí haya sido su culpa, pero así son las madres, no importa cuantos errores cometas... siempre van a estar ahí para ti.

"Nunca más se ha visto a la señora Herrera caminando en el pueblo, tiene prohibido salir o tener contacto con el exterior. Pero sabemos que está con vida, los más antiguos recuerdan su rostro y dicen que al pasar por las puertas de la hacienda se la puede ver de vez en cuando hilando tranquilamente.

"Me pregunto si tiene idea de lo que ha pasado con sus hijos.

"La salud del señor Herrera ha empeorado con los años, se le puede ver de vez en cuando paseándose a caballo, siempre altivo y mirando a todos por debajo del hombro. Es un hombre acostumbrado a mandar, no a trabajar, por eso se le ve tan mal. Al estar escasos de personal se ha visto en la necesidad de trabajar con sus propias manos. Aunque se crea muy superior la fuerza está en el color de la piel, en la cual nosotros le llevamos gran ventaja".

María reflexionaba confundida, nunca se había puesto a pensar en sus abuelos, no a profundidad. Lo que acababa de escuchar no le quedaba claro del todo pero entendía un poco más acerca de la situación y el por qué de varias cosas. Sentía en su interior que el muchacho decía la verdad pero no podía dejarse llevar.

"Ahora, la verdadera razón por la que nadie quiere trabajar con los Herrera es por la maldición. A mi no me consta que de verdad exista pero es un rumor que empezó a correr hace varios años, por la época de la muerte de la hija. Dicen que todo aquel que trabaja con los Herrera está condenado a morir en la locura, dicen que ha habido casos, la verdad a mi no me consta y estoy casi seguro de que a nadie le consta, pero la gente prefiere prevenir".

A María no le costó mucho trabajo intuir de dónde surgieron los rumores, desafortunadamente había tenido contacto con el paria.

Mientras más cosas descubría, el panorama se iba aclarando, aunque había un gran nubarrón que la seguía atormentando.

–Te agradezco por la historia, ha sido bastante entretenida.

"Gracias a usted por comprarme y escucharme, aquí la gente se empeña en querer dar siempre su versión y por eso hay tanta confusión, incluso la mía podría ser una versión de tantas y no ser verdad en los más mínimo ya que solo hay tres personas que conocen la verdadera verdad:

"Uno está decrépito, muriendo, además no te gustaría hablar con él. Probablemente antes de tocar el tema ya te habría rebanado con el sable o volado los sesos con el revolver.

"Otra está encerrada de por vida bajo el yugo de su marido, no creo que siga muy cuerda después de varios años enjaulada con ese animal.

"Del tercero nadie sabe nada ya, se le ha olvidado, creo que nadie lo sigue recordando porque lo consideran insignificante. Pero yo estoy seguro de que jugó un papel mucho más importante de lo que todos creen".

María dio un respingo.

– ¿De quién estás hablando? –Preguntó dudosa.

El chiquillo la miró con una sonrisa pícara.

–Vamos, si se ve que conoces la historia bastante bien, estoy seguro de que sabes de quién hablo. No tengas miedo de fallar, intenta adivinar.

Tragó saliva antes de hablar.

– ¿Alejandro Corona?

–El mismo.

– ¿Desapareció así como así? Estoy segura de que sabes algo más.

–Podría ser –se encogió de hombros–, aunque es parte de la historia no es un Herrera ni una persona sobresaliente, la gente perdió interés en él una vez que lograron encarcelarlo. Su misma familia lo negó y se marcharon del pueblo dejándolo a su suerte. Nadie lo recuerda ya, mis padres niegan recordar su rostro... Pero si me preguntas mi opinión personal, me gusta creer que sigue vivo en alguna parte, escondido, con otro nombre, quizá siga aquí en el pueblo, quizá se haya ido con su cuñado, quizá la criatura sobrevivió y él la está creciendo tranquilo y feliz... En fin, nadie sabe.

Se levantó estirándose y recogió sus periódicos.

–Gracias por la info... por la historia, ha sido muy entretenida.

–No es nada, ha sido grato "no discutir" con alguien acerca de algo. Te deseo suerte en tu búsqueda. Con permiso.

María dio un respingo.

– ¿Qué te hace creer que estoy buscando algo? –Gritó irritada.

–Tranquila señorita, a veces hablo más rápido de lo que pienso. Nadie viene a este pueblo sin una buena razón, no es un buen lugar para empezar una nueva vida. Perdón por molestarla. Adiós.

Mientras el chico se alejaba María se sintió estúpida, qué fácil se le hacía arruinar las cosas.

Se quedó sentada un rato más, la calidez de la brisa marcaba el inicio de la tarde y se decidió a marchar antes que la temperatura subiera más.

No pidió indicaciones para llegar a su destino, recordaba claramente las palabras de su madre.

"– ¿Ves esa vereda, María? Si caminas medio kilómetro en línea recta verás unas grandes rejas blancas, son de la casa de tus abuelos. Algún día los visitaremos, ya verás".

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora