CINCO

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Tiempo actual

Pasé todo el fin de semana esperando que llegue la tarde de hoy (lunes) para regresar al Archivo del Diario.

Me costó un poco de trabajo concentrarme en clases, pero sobreviví.

Incluso a la hora del almuerzo comí demasiado rápido pensando que así el tiempo avanzaría deprisa pero solo logré morderme la lengua.

Por fin, ya es la hora. Salgo de la casa totalmente emocionada, pedaleo con mucho ánimo. Papá se ofreció a ir a buscarme cuando termine pero la verdad es que no sé cuánto tiempo vaya a tardar así que optamos por que fuera en la bici. Si se hace muy tarde ya le llamaré para que vaya por mí.

Llego al archivo, antes de empezar la señora Aracelly Rulfo me hace pasar a su oficina.

–Tienes que entender que esto que vamos a hacer no está permitido –su tono de voz denota la seriedad del asunto–, incluso le he dicho al guardia que estaremos archivando en otra área, nosotras no estamos aquí ahora, ¿entiendes?

Me mira gravemente y asiento rápidamente con mirada asustada. ¿Podría ir a la cárcel por estar aquí? Ahora tengo miedo y al mismo tiempo estoy impaciente.

–Bien, vamos.

–Espere –la detengo un momento–, gracias por ayudarme a pesar de todo.

Ella me mira sonriendo y hace un gesto para que la siga.

Entramos a las oficinas y pasamos al área de los empleados, hay varios pequeños cubículos con lámparas, reglas, lupas, brochas, unos plásticos extraños y hojas.

–Verás que todo está bastante revuelto, no estaba planeado que los registros se trasladaran aquí. Ya hemos hecho mucho, esperamos estar mejor instalados el próximo mes.

Nos detenemos al final de los cubículos y caminamos entre un pasillo que termina en una gran puerta.

–Toma –dice extendiéndome unos guantes y cubrebocas–, ponte esto; es para protegerte a ti y a los documentos.

Me los pongo rápidamente, entonces ella saca una llave y abre la puerta.

– ¿Puedo preguntar cuál es su trabajo aquí? –digo mientras nos adentramos entre pasillos llenos de diarios bien acomodados y archivados.

Ella se detiene ante mi pregunta y me mira traviesamente.

–Soy la directora del Archivo del Diario –dice mientras me guiña un ojo.

Oh Cielos, no puede ser cierto.

No encuentro ninguna combinación de palabras adecuadas para responder así que seguimos caminando en silencio hasta llegar a nuestra sección.

Uno de los estantes reza de un lado "1933", buscamos la sección de enero y tomamos los treinta y un tomos correspondientes a ese mes.

Los ponemos en un carrito y los sacamos a la oficina de los empleados, movemos un poco todo para formar una mesa grande con mesitas que tomamos prestadas de los cubículos.

– ¿Qué buscas exactamente? –pregunta la directora con las manos en las caderas mientras mira la gran pila de periódicos.

–No tengo idea –respondo, ella me mira con gesto resignado–, creo que lo sabré cuando lo encuentre.

–Eso espero –dice lanzando un suspiro.

Comenzamos. Nos hemos dividido los volúmenes, yo revisaré la primera quincena y ella la segunda, luego cambiaremos para evitar pasar por alto cualquier cosa.

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