CUATRO

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Tiempo actual

El día de hoy terminé temprano la tarea, ayer avancé bastante y hoy me apresuré para finalizar mis pendientes; así que quiero tomar este tiempo para empezar la investigación de mi genealogía.

Ma, ¿puedo salir a la biblioteca? –pregunto.

–Claro, hija –luego agrega –, ¿hay algo especial que desee cenar la universitaria?

Sonrío ante su comentario, esta semana me toca elegir qué cenar viernes por la noche.

–Mmm, creo que pizza estaría bien, si no les molesta a los trillizos.

Casi al unísono los tres gritan

– ¡Pizza! ¡Sí! ¡Te amamos Ana! ¡Pizza, pizza, pizza!

Salgo de la casa y aún puedo escuchar sus gritos.

Ya casi ha anochecido, no tengo mucho tiempo así que mejor iré en bicicleta.

Llego a la biblioteca y como siempre hay varias mesas vacías, así que estaré tranquila mientras investigo. No sé por dónde empezar, pero sé que por internet no. He realizado búsquedas de antepasados antes y sé a partir de qué fecha hay registros digitales. Sin embargo, una fecha es lo único que tengo, si tuviera un nombre sería más fácil. Mi única opción por ahora son los periódicos.

–Ana, qué gusto tenerte por aquí –dice Yolanda, la bibliotecaria.

–Hola Yoli –la saludo con un beso–, vine a investigar en la hemeroteca, pero parece que está cerrada.

Ella me mira con los ojos entrecerrados escrutándome.

– ¿Qué?, ¿por qué me miras así?

– ¿No sabes que ya no hay acceso público a la hemeroteca?

Esperen, ¿qué cosa?

– ¿Cómo?, si todavía vine el mes pasado.

–Muchas cosas cambian en un mes.

Nos sentamos en una de las tantas mesas desocupadas y Yoli me cuenta que debido al "buen trato" que se le ha dado a los diarios han decidido trasladarlo a otro lugar y no dar acceso público a los registros.

No todas las personas que van a la hemeroteca lo hacen por gusto (muchos van por tarea o trabajo), eso está claro, pero además tampoco siguen los protocolos a la hora de manipular los registros para la investigación.

– ¿Sabes a dónde mandaron las colecciones?

–Están guardadas en el Archivo del Diario, a un lado de las oficinas habilitaron el espacio para acomodar el acervo.

–Gracias Yoli, iré a ver.

Las oficinas del Diario están en el centro de la ciudad y yo estoy un poco alejada así que voy de prisa pero no llego a tiempo.

–Buenas noches –digo jadeando–, ¿aún está abierto?

–Lo siento señorita –me responde un guardia–, cerramos hace cinco minutos.

Tomo un poco de aire antes de responder.

–Está bien, gracias.

Justo cuando estaba por salir del edificio una mujer adulta me llama.

– ¿Qué es lo que necesitabas? No muchos jóvenes de tu edad suelen venir desesperados a una hemeroteca iniciando el curso escolar –ella sonríe–, mayormente se llena a finales de semestre.

Río un poco y le comento que me gustaría ver los periódicos de 1933.

Su mirada se vuelve un poco grave y me dice que ha quedado prohibido el acceso público a las colecciones.

¿Quién eres?Where stories live. Discover now