Capítulo 41: Guixis

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Salix y Thorm suspiraron y me miraron con ternura, lo cual fue muy extraño.

—Mira, te voy a contar el por qué, pero no pretendo que lo entiendas ahora—respondió Salix con la voz suave—. Hay muchas cosas que debes aprender primero, Zhelig, para que lo que estoy a punto de decir cobre algún sentido en ti. Entonces, cuando lo hagas y recuerdes esta conversación, entenderás.

Sus palabras me confundieron bastante, así que no dije nada. Simplemente, esperé a que volviera a hablar.

—Tu misión de vida es distinta a otras—continuó diciendo Salix—. Tu misión es diferente...y se necesitaba que nacieras en un planeta evolucionado, pero que luego te vayas a vivir a la Tierra, para que luego...Bueno, cumplas con tu misión. Era necesario que te críes allí, Zhelig, pero que hubieras nacido acá.

Yo me había perdido con la primera oración.

—¿Misión de vida? ¿Qué es eso?

Ellos rieron, y fue como si los ángeles hubiesen hecho música.

—Cada alma nace con un propósito, Zhelig. Ya sea de evolución personal, álmica o que formen parte de un plan de ayuda. Tú has nacido para esto último.

Mis ojos se abrieron mucho. De repente, me vino el recuerdo de cuando era pequeña y Trevor me intentaba enseñar matemática. Yo no entendía nada, pero lo miraba con una mezcla de confusión y fascinación.

Así me sentía ahora.

Thorm rio entre dientes.

—Sí, sabíamos que algo parecido iba a pasar—respondió, suponía que a mis pensamientos—. El alma es algo real, Zhelig. Evoluciona. Eso ya te lo había dicho Horus.

Escuchar el nombre de Horus salir de sus labios fue como un choque a la realidad. Se sintió muy extraño.

—Sí, me dijo que teníamos niveles evolutivos, pero no me explicó nada más—respondí, aunque no entendía que tenía que ver con esto.

Ellos asintieron.

—Exacto. Ese nivel evolutivo es de las almas. Así que, como dijo Salix, cada una esta en diferentes etapas. Y la tuya ya ha vivido bastante, por lo que digamos, básicamente, bajaste a hacer un voluntariado a la Tierra.

¿Un voluntariado? ¿A la Tierra? Suspiré internamente. ¿No me podía haber tocado, no sé, este planeta, que parecía tan hermoso y la gente era tan buena?

La risa de Salix me sacó de mis pensamientos.

—Justamente por eso te tocó la Tierra, dulce Zhelig. Porque ella necesita tu ayuda. Necesita la ayuda de muchas personas para poder evolucionar.

Fruncí el ceño.

—Pero dijeron que la evolución es algo de las almas.

Los dos se quedaron mirándome con una sonrisa en la cara, y un escalofrío me recorrió la espalda.

Santo cielo...

—Así es—Thorm confirmó mis sospechas—. Los planetas tienen alma. Todo lo vivo tiene alma. En distintos grados, por supuesto. Pero la tienen. ¿Cómo, sino, vivirías en algo que esta muerto?

Oh, cielos. Asentí lentamente, aunque estaba fascinada y tratando de asimilarlo todo. Tenía sentido. Tenía mucho sentido. Solo que a mi mente le costaba un poco entenderlo.

—Entonces... ¿cuál es mi misión? ¿Ayudar a la Tierra?—dije en voz alta.

Ellos asintieron.

—Sí, la Tierra necesita ayuda. Ha sido destrozada siglo tras siglo, década tras década, y esta en peligro—su voz se volvió más grave—. Y si la Tierra esta en peligro, significa que todos sus habitantes están en peligro.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora