Capítulo 43: volvió

497 62 2
                                    

Sentí que pasó una eternidad desde que había estado en casa. Como si en vez de un par de horas, hubiesen transcurrido días. Ya me encontraba en mi habitación. Dhimot les había modificado la memoria a mi padre y a Trevor para que no sospecharan nada, y ellos pensaban que me había ido a clase de baile. No le había preguntado cómo descongeló a Trevor, porque sinceramente, me daba un poco de miedo.

Era de noche y me encontraba muy cansada, así que luego de comer, me fui directo a dormir. Estaba a punto de conciliar el sueño cuando de pronto un ruido de algo cayéndose me despertó.

Abrí los ojos, con el corazón en la boca, y me apresuré a prender la lamparita que se encontraba en la mesa de luz. Una vez que la habitación se iluminó y mis ojos se acostumbraron a ella, pude ver que una figura se encontraba frente a mí, con una mueca en el rostro.

― ¿Iris? ¿Estás bien? ―gritó mi madre desde el cuarto del al lado.

Me paré de la cama, y antes de cerrar la puerta suavemente, respondí:

―Sí, todo bien. Tiré sin querer un libro.

Cuando terminé de cerrarla, miré a Horus con las cejas levantadas.

― ¿Hola?

Este dejó de hacer esa mueca rara con la cara y torpemente juntó mi ordenador, que había tirado al piso.

―Lo siento—dijo con el ceño fruncido—. No la vi, no sé qué me pasó...

Me encogí de hombros.

―Mientras que funcione, no pasa nada.

Asintió con la cabeza.

―Funciona perfectamente―respondió.

No le pregunté cómo sabía que no se había roto, pero suponía que tenía algo que ver con que era un extraterrestre y podía... saber ese tipo de cosas.

Se quedó unos minutos parado, mirándome fijamente a los ojos. No podía creer que después de dos semanas, por fin, se encontrara en frente mío. Sentía que no lo había visto hacía mucho más tiempo.

―Yo...―dijimos al mismo tiempo y reímos.

― ¿Qué pasa, Horus?―suspiré.

―Quería saber cómo te había ido con tus padres―dijo acercándose lentamente a la cama. Yo me senté en el borde.―. Lamento no haber estado contigo, pero que tenía que hacer algunas cosas en Gretik―. Se sentó al lado mío.

Recordé, vagamente, que Gretik era otro planeta que, al parecer, visitaba frecuentemente.

Me puse un poco nerviosa por su cercanía. Solo un poco.

―Ah, sí...eso. No pasa nada―me aclaré la garganta―. Estuvo bien. Bastante bien, de hecho.

―Me alegro mucho. En serio. ―respondió―. Pero...Eso no era por lo único que venía.

Me mordí el lado interior de la mejilla.

― ¿Ah, no?

Negó con la cabeza y empezó a trazar círculos en la manta que cubría la cama, justo al lado de mi pierna.

Concéntrate en lo que dice, Iris, no en que su mano está prácticamente a un centímetro de tus desnudas piernas, me dije mentalmente.

Error.

Horus dejó de trazar círculos y me miró fijamente a los ojos.

―No me arrepiento de nada de lo que pasó entre nosotros―soltó de repente y mi corazón brincó hacia todos lados a causa de la felicidad. Por fin respondió a la pregunta que me estaba acechando desde hacía mucho tiempo.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora