Capítulo 19: la barbacoa

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Muchas horas más tarde, me encontraba yendo junto a los chicos a la barbacoa. Había cenado antes porque me daba mucha pereza tener que llevar mis propias verduras para asar. Aunque claro, tenía una calabaza a un lado y a una lechuga/acelga en el otro.

Realmente habían quedado súper llamativos. El verde de Trevor era casi fosforescente y Emma tenía la teoría de que brillaba en la oscuridad. Si eso llegaba a pasar, iba a morirme allí mismo. El naranja de Emma, por otro lado, era hipnótico. Le había quedado del tono de una zanahoria pero el triple de intenso. Eso hacía que sus ojos azules resaltaran muchísimo, creando una combinación muy rara.

La gente que nos cruzábamos en la calle no paraba de mirarlos. A mí ni me prestaron atención, y fue lo más extraño del mundo. Trevor y Emma iban luciendo una sonrisa enorme y fantástica, orgullosos de sus peinados. Y yo iba en el medio de ellos, frunciendo el ceño a la gente que pasaba y ni se percataba de mi presencia.

Era un milagro.

Disfruté muchísimo no ser juzgada por una vez en mi vida. Me sentía libre, por decirlo de alguna manera. Las miradas ya no estaban fijas en mí, la gente no se corría a un costado cuando pasaba, sino que nos miraban extrañados, pero solo eso.

¿Así se sentía ser normal? Increíble.

Mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos, y me apresuré a agarrarlo.

—¿Es él, verdad?—preguntó Trevor mientras se inclinaba y miraba la pantalla del celular.

Cuando leí el nombre, asentí con la cabeza.

—¿¡Que te dijo!?—exclamó Emma.

Leí el mensaje:

Me encantaría, pero me encuentro fuera de la ciudad. Visita familiar express ;)

Un segundo más tarde, entró otro mensaje:

Espero verte a la vuelta.

—¡Oh, Dios mío! ¡Está definitivamente coqueteando!—Emma estaba a punto de empezar a hacer saltitos de la emoción.

Mis mejillas se sonrojaron y no pude evitar sonreír.

—No esta coqueteando, Ems. Es simplemente una persona normal que le dijo a una a amiga que a la vuelta se van a ver. No es la gran cosa—dije, restándole importancia.

Lo que menos quería hacer era ilusionarme. Era Horus. El chico más exótico y hermoso que había visto en mi vida.

Y yo era Iris. La aburrida y rara chica.

No nos veía juntos ni ahora ni en un futuro lejano.

Trevor carraspeó y Emma lo miró con una ceja enarcada.

—¿Tu qué opinas? Eres un chico, habla.

Trevor suspiró.

—La verdad es que no lo sé...No suena mucho a coqueteo, pero allí quizás sí hay algo—hizo una mueca—. Es solo un mensaje, Ems. Los chicos no pensamos tanto.

Emma lo miró decepcionada.

—Nunca piensan en nada, mejor dicho. No entiendo cómo es que controlan el mundo.

Trevor sonrió.

—Nadie lo sabe.

Luego comenzaron a hablar del patriarcado y demás temas, pero yo no podía dejar de pensar en Horus. ¿A dónde había ido? ¿Con sus padres, hermanos, primos, si es que acaso tenía todo eso? ¿A dónde sea que vivieran? No me había dicho ni siquiera el lugar de donde él provenía.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora