Capítulo 13: alucinaciones

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Me desperté porque la alarma no dejaba de sonar. Con un quejido, agarré el aparato y lo lancé por el aire. No sentí el impacto, lo cual era raro, así que abrí los ojos de golpe y me incorporé.

Mi corazón casi se sale del pecho.

Horus estaba sosteniendo mi celular, el cual no paraba de sonar. Me miraba con curiosidad y con una mueca divertida en la cara. Pero lo que más me sorprendió y provocó este aceleramiento de pulso, era que se encontraba sin remera y con una toalla de Hello Kitty sobre los hombros.

Parpadeé varias veces. Me encontraba en el sofá del comedor, suponía que me había quedado dormida en algún momento de la tercera película. Sin embargo, no podía creer que Horus había atrapado mi celular a medio vuelo. Debía tener una rapidez y reflejos asombrosos.

Pero Horus... Ay, Horus. No tenía sentido que tuviese veinte años y ese cuerpo. No pude evitar quedármelo mirando más de lo que debía, pero es que vamos, era irreal. Todo él estaba tonificado y le sobraban músculos para regalar. La piel la tenía bronceada, como si hubiera estado una temporada entera bañándose con la luz solar.

Tragué saliva y relamí mis labios. ¿Este era el momento donde decía algo? ¿Unas disculpas por casi partirle la cara a la mitad con mi celular? Si ese hubiese sido el caso, me entregaría a la cárcel yo misma.

Sonrojada por el torbellino de mis pensamientos impuros, decidí que era hora de actuar.

Hasta que vi la toalla de Kitty y todo lo que iba a decir se esfumó.

—¿Por qué...? ¿Por qué tienes mi toalla de Kitty?

Horus se sentó en el sofá de en frente mío, logrando que sus músculos se movieran en todas direcciones. Saqué la vista de allí, y vi que sus ojos tenían una luz diferente.

—Porque tenía frío.

Me lo quedé mirando.

—Claro. Pero... ¿y tu remera?

Quería que la tierra me tragara.

—Se me manchó ayer— Sonrió, y apoyó los antebrazos en su rodilla—. ¿Por qué? ¿Las vistas no son apetecibles?

Mis mejillas ya rojas de por si se volvieron granate. ¿Quién era este chico y dónde estaba Horus, el chico al cual consideraba un poco tímido? Además, ¿quién agarraba una toalla de Kitty?

—Yo...yo no...—comencé a balbucear debido a los nervios.

Su masa masculina no era lo que me ponía nerviosa. Bueno, quizás sí, un poco, pero lo que más me intimidaba era su pregunta.

¿No son apetecibles?

Ay, Horus, si solo pudieras leerme la mente...

—Tranquila, ya me cambio.

—¡No!—¿¡Que?! ¡Parezco una desesperada!—Lo que quiero decir...

Horus me miraba asombrado, y divertido. ¡Se estaba divirtiendo!

—Vaya, no tienes que desesperarte tanto.

Esto no podía estar pasando.

—¿Quién eres tú y dónde esta Horus?—Las palabras salieron sin ni siquiera procesarlas.

Eso era un progreso, ¿verdad?

Frunció el ceño.

—Aquí estoy. Esta es simplemente una faceta más de mi personalidad que había estado bloqueada hasta hace algunos minutos.

No podía creer lo que estaba escuchando. Este chico decía cosas muy extrañas, y sin dudas esta era una de ellas.

—Claro...

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora