Capítulo 49: las habilidades fallaron...de una buena manera

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―Bueno, por tu mirada, veo que te sometiste a mi don. La fuerza―dijo con una voz extrañamente dulce―. Esa es mi habilidad especial, mi don, si quieres llamarlo así. Si hago contacto visual con las personas durante un tiempo determinado, les transmito la fuerza interior que poseo para que puedan realizar cosas. Dime, cuando miras mis ojos, ¿a qué te hacen acordar?

― A un león―respondí sin ni siquiera pensarlo.

Ella asintió.

—En tu planeta se llama León, pero aquí le decimos Namndú.—Lo pronunció «Namdú»—. Tiene la misma forma que tu león, pero este es de color blanco y no come animales. Se alimenta de la vegetación, al igual que todo ser viviente de aquí—me siguió explicando.—Este animal representa nuestro espíritu, nuestra sabiduría, nuestra fuerza interior. Eso es lo que yo trabajo, lo que yo tengo para ofrecer a este mundo. Observa.

Casi sin dejar de mirarme, se giró hacia una flor color violeta que teníamos al lado. Su tallo era largo y verde, y en la punta tenía una flor de cuatro hojas. Jodeth colocó la mano en uno de sus capullos, que estaba cerrado. Cerró sus ojos, pareció concentrarse, y a los pocos instantes, ese capullo comenzó a abrirse. La mano de Jodeth resplandecía con un leve color naranja brilloso. Cuando el capullo dejó de abrirse, se convirtió en la misma flor violeta que estaba a su lado. La mano de Jodeth dejó de resplandecer y abrió los ojos nuevamente.

Me corrí hacia atrás casi inconscientemente debido al susto. Sus ojos tenían ese brillo que una vez Horus me mostró, alrededor de la pupila, de color blanco. En unos segundos se le fue del todo.

—Eso...eso fue increíble—le dije, sin aliento. Entre el capullo, su mano brillante y sus ojos, no sabía en qué concentrarme.

Jodeth sonrió y miró la flor, que había sido un capullo hasta recién.

—Eso es debido a la fuerza que le transmití. La fuerza interior da vida, Zhelig, nunca te olvides de eso. Y lamento asustarte por mis ojos, eso es porque me conecté con la fuente de una manera directa, digamos.

Asentí.

—Horus me había explicado algo, pero no sabía que brillaban cuando usaban habilidades.

—Generalmente, brillan cuando uno se conecta con su don. O cuando uno medita y eleva mucho su frecuencia vibratoria. ¿Cómo te lo mostró Horus?

Recordé cómo había sido, y se lo conté:

—Él estaba...Bueno, estaba parado en el medio de mi casa. No estaba haciendo nada en específico. Solo me estaba mirando.

Jodeth abrió un poco más los ojos y luego frunció el ceño. Abrió la boca para decir algo, pero se arrepintió y la cerró. Se me quedó mirando unos instantes, sin decir nada. Su mirada parecía querer descifrar algo.

—¿Dije algo incorrecto?—murmuré, insegura.

Negó con la cabeza.

—Claro que no. Es solo que...no importa. Olvidémonos de eso, ¿sí? Lo siento. Debemos empezar con tu entrenamiento.—Carraspeó, pero una sensación incómoda se instaló en mi—. No te lo he dicho, pero vinimos aquí en vez del gimnasio porque en la naturaleza es en donde más energía hay, y nos sirve para no cansarnos y rendir más.

Aprecié mi entorno una vez más y asentí.

—Quiero que cierres los ojos y te relajes. Hoy vamos a practicar la visualización. Poder ver claro lo que queremos es la clave para lograr las cosas, cualesquiera que sean—hizo silencio unos instantes—. Trata de poner tu mente en blanco.

Hice lo que me dijo y cerré los ojos. Traté de relajarme, pero no pude.

Era un poco complicado la verdad. ¿Qué pasaría si no me salía y en realidad se daban cuenta de que no era una verdadera khraciariana? Es decir, se podrían haber confundido de persona...

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora