Capitulo 16: la audición

2.8K 278 11
                                    

¿Un meteorito a punto de caer a menos de un metro tuyo te pondría nervioso? Porque así era como me sentía.

Aterrada.

La fila para la audición era más larga que la distancia entre dos planetas, y la gente estaba inquieta. Yo estaba a punto de ponerme a chillar y correr, como si un dementor me estuviese persiguiendo.

—Iris, relájate—dijo Emma mientras me ponía dos manos sobre los hombros, logrando que me quedara quieta.

—Creo que eso es lo peor que le puedes decir—opinó Trevor, y me miró.— Parece que te estas haciendo caca encima por cómo te mueves. Si yo fuera tú, me quedaría quieto. O lo trataría de disimular...

Largué una carcajada que sonó más a un chillido.

—No me estoy haciendo...lo segundo encima—repliqué, y Trevor levantó una ceja.—Bueno, quizás un poco, pero...

—¡Ja!—Trevor levantó un puño triunfante, y miró a Emma con una mueca de suficiencia—.Te dije que mis palabras serían mejores que las tuyas.

Emma nos miró indignada y quitó sus manos de mis hombros.

—Si hubiese sabido que eso te pasaba, te hubiese dado otro consejo.

Volví a reír, esta vez acompañada de Trevor y Emma. Realmente sabían cómo relajar a una persona.

Pero no era suficiente.

El lugar estaba repleto de lo que parecían ser ya profesionales: gente vestida a la moda con ropa cómoda, estirando con piernas subidas hasta las orejas, gente entrando en calor, haciendo una rutina de baile... En fin, estaba lleno, y parecía que sabían lo que estaban haciendo.

No como yo, que estaba parada, a punto de hacerme lo segundo encima.

Las miradas desconfiadas y asustadas comenzaron a llegar apenas nos pusimos en la fila. Y no eran para ver mi pequeña danza de «¡me olvidé de ir al baño!», sino que se dirigían a mis globos oculares.

La primea vez en mi vida que noté una mirada así, considere la posibilidad de ponerme lentillas de color, y de hecho me compré un par.

Para qué...

Estuve una semana con los ojos hinchados, llorosos y con una picazón que era totalmente fuera de este mundo. Resultaba que les tenía alergia, así que era imposible que las pudiera usar. Igualmente, cuando mis dedos no pudieron despegarse ni un segundo de mi lagrimal debido a la picazón, yo ya había descartado el asunto.

Por lo tanto, me tenía que conformar con teñirme el pelo y que mis ojos sean libres y mal vistos.

Ignoré a esas personas, que me miraban como si fuese un bicho raro, y me enfoqué en las baldosas del piso. Necesitaban una lavada.

—Les vas a patear el trasero. Esta decidido.

Miré sorprendida a Emma, que miraba con ojos feroces a los que estaban a nuestro alrededor.

—Eso no lo sabemos todavía, Ems—dije, y volví a hacer el bailecito de «necesito urgente mi inodoro».

Ella puso los ojos en blanco.

—Claro que sí lo sabemos. ¿Sabes por qué?—No dio tiempo ni a que procesara su pregunta.—Porque lo digo yo. Aceptan a... ¿Cuántas personas aceptaban?

—Cien—respondí.

Me había estudiado la capacidad del programa de memoria. Parecían ser muchas personas, pero entre las mil que se presentaban, no era tanto.

Emma sacudió la cabeza, exasperada.

—¡Pues entonces te lo confirmo ya! Y si fuera a entrar una sola persona, también lo harías tú. Así de bien bailas.—Se puso el pelo atrás del hombro y levantó una ceja.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora