Capítulo 8: la fiesta

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No era de ir a fiestas.

No me malinterpreten, me encantaban las fiestas, la euforia y la gente siendo ella misma, pero me sentía incómoda. Ya se pueden imaginar porqué. Había algunas personas que no les agradaba para nada mi compañía o que les causaba demasiada curiosidad. Por lo tanto, no era muy lindo cuando me miraban raro o se reían de mí, o me preguntaban cosas ridículas, como por ejemplo:

― ¿Por qué tienes los ojos de ese color?

Porque un arcoíris me vomitó encima.

Qué sabía yo por qué era así. El punto es que la pasaba mal por esas situaciones, y evitaba los lugares así.

Sin embargo, a Emma y a Trevor les había llevado poco tiempo convencerme para ir a la fiesta a la que nos invitó Ian. Ellos cada vez que salían, lo cual era a menudo ya que Trevor era uno de los más populares por su puesto en el equipo de baloncesto, ni se molestaban en decírmelo porque sabían que mi respuesta iba a ser un rotundo «no». Emma era la que me decía alguna indirecta muy de vez en cuando, aunque ya supiera la respuesta de antemano.

Pero esta vez fue distinto. Había aceptado incluso antes de saber que lo estaba haciendo.

Ian al invitarnos a los tres y al Emma decirle que sí en el nombre de todos, hizo que una parte de mí se sintiera culpable por no ir. Pero no fue eso lo que me hizo tomar la decisión final, sino que se trató de curiosidad por cómo era Ian y por cómo era la fiesta en la que él iba a estar. Parecía que últimamente sentía curiosidad por todo, y no sabía si era bueno o malo.

En este momento me encontraba en la casa de Emma, junto con Trevor. Ella me estaba maquillando un poco la cara y peinándome, y Trevor estaba absorto en el celular. Cuando terminó de prepararme, me contemplé en el espejo. Me había puesto sombra gris muy claro en el contorno del ojo junto con delineador negro y brillo labial. Nunca antes me había maquillado tanto, pero debía admitir que me sentía bien.

Me preguntaba qué pensaría Horus si me viese así.

― ¿Te gusta? ―preguntó Emma, sacándome de mis pensamientos.

Asentí con la cabeza.

—Claro que sí, Ems. Eres la mejor en esto.

Luego de terminar de cambiarnos, nos dirigimos a la fiesta. Quedaba a pocas cuadras de la casa de Emma, por lo que fuimos caminando. Veinte minutos después, ya nos encontrábamos ahí.

La fiesta era en una casa de tamaño mediano y estaba abaratada de gente. Ian nos había recibido en la puerta y nos presentó a sus amigos de la banda: Max, el guitarrista, y Alex, el baterista. Alex tenía cara aniñada. Su tez era muy blanca y su pelo muy negro, y tenía facciones marcadas pero que lo hacían parecer de muchos años menos de los que en realidad suponía que tenía. En cambio, Max era todo lo contrario: el cabello rubio le caía en pequeños rizos y tenía piel bronceada. Era musculoso y alto, y parecía un chico rudo.

Ya había pasado un rato desde que llegamos, y como de costumbre, Emma estaba borracha.

― ¡Vamos, Irrr! ¡Mueve esas cachas que dios te dio! Ah, no, espera...―Emma sonrió mostrando los dientes―¡Esa soy yo! ―largó una carcajada y yo negué con la cabeza, divertida.

A los pocos segundos, desapareció de mi vista y comencé a buscar a Trevor con la mirada, pero no lo encontré. El interior de la casa estaba oscurísimo, y mi vista no era la mejor de todas.

—Oye, ¿qué hace sola una chica como tú?—dijo una voz a mi espalda.

Giré y vi el contorno de la cara de Ian, que me miraba con curiosidad.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora