Capítulo 23: miedo

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—Oficialmente reprobaré el examen.

La declaración de Emma no me sorprendió. Digamos que la física y ella no se llevaban muy bien.

Trevor era una cerebrito en lo que respectaba a matemática y física, así que nos habíamos pasado cuatro días en su casa estudiando. Era, además, un excelente maestro, porque nos explicó todo y ocurrió un milagro: entendimos los ejercicios.

Más allá de eso, Emma no se tenía mucha fe.

—Vas a aprobar—dijo Trevor, poniendo los ojos en blanco.—Estudiaste un montón, y los ejercicios que te di los hiciste a la perfección.

—Exacto, Ems—dije, y solté la lapicera arriba de la mesa. Estábamos en Venus, repasando las últimas cosas—. Ten un poco de confianza.

Ella negó con la cabeza, preocupada, y puso ambas manos a los costados de su cara.

—Siento que no sé nada...Que me van a dar el examen, y...y... ¡no sabré ni cuál es mi nombre!—Apoyó la cabeza sobre la mesa—. Voy a morir.

Reí por lo bajo mientras le hacía caricias en la espalda. Cada vez que teníamos un examen era la misma historia. Al final, le terminaba yendo bien.

—¿Cuándo es tu cita con Alex?—pregunté, rogando porque ese tema sí lo encuentre interesante.

Suspiró, pero finalmente subió la cabeza. Era muy raro verla sin energía, con la cara cansada y sin esa chispa de vida que llevaba a todos lados.

—Mañana—respondió, con la voz monótona—. Iremos al río a ver el atardecer—. Frunció la nariz—. Demasiado romántico para mi gusto.

Reí y miré a Trevor, que se había quedado callado. Estaba mirando un punto detrás mío, con preocupación en los ojos.

—Trev, ¿estás bien?

Me miró, y asintió con la cabeza.

—Sí, es solo que...

—¡Trev! ¡Hola!

Giré mi cabeza y vi que una chica menuda y rubia se nos había acercado. Tenía una sonrisa gigante en el rostro, y las mejillas coloradas.

Se trataba de una estudiante un año menor a nosotros. Como casi todas las conquistas de Trevor, al parecer.

Trevor sonrió (una sonrisa falsa) y asintió con la cabeza.

—Hola, Erika.

La chica siguió sonriendo, mucho. Emma la miraba con los ojos entornados, y yo tuve que taparme la boca para no reírme.

Era increíble la cantidad de veces que habíamos vivido situaciones como estas.

—Me preguntaba si...—La chica comenzó a hablar, mientras que tocaba con una mano la tira de su mochila.—Si mañana quieres retomar lo que dejamos el otro día. Ya sabes...

Emma subió las cejas, y yo inflé las mejillas.

No sabía la razón, pero cada chica con la que Trevor estaba, luego tenía un flechazo con él. O sino, quería verlo más seguido. Sospechaba la verdadera razón, pero me daba un poco de arcadas pensar en eso.

Trevor la miró con los ojos atentos. La chica me comenzó a dar lástima, sobre todo, porque se veía que era buena.

—Mmm, creí que ya habíamos hablado de tema—respondió Trevor, incómodo.

Erika frunció el entrecejo.

—No recuerdo haberlo hablado. De cualquier manera, esta bien. No quiero pasar más tiempo aquí—me miró de reojo— del necesario. Luego te escribo.

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