Capitulo 31: información

1.3K 161 21
                                    

Me desperté con un gran peso sobre mis costillas. Asustada, abrí mis ojos y solo vi oscuridad. A medida que me acostumbré a ella, pude ver que Horus estaba durmiendo plácidamente al lado mío...

...mientras me abrazaba.

No podía creer que nos hubiéramos quedado dormidos. Mi corazón se aceleró tanto que temía que saliera de mi cuerpo. Giré la cabeza al reloj que descansaba en mi mesa de luz, y pude ver que eran las 8 de la mañana. En una hora debería estar en el instituto. Lo bueno del asunto era que mis padres ya se habían ido a trabajar, así que no deberían haber visto a Horus.

Me puse nerviosa ante su cercanía. Su muslo rozaba el mío y su brazo estaba apoyado en mi cintura y panza. Estábamos perfectos como para...

Piensa en otra cosa, Iris, me dije mentalmente.

Árboles.

Duraznos.

Hacía mucho no comía duraznos.

¿Mañana haría calor?

Ah, cuanta sed tenía.

¿Los extraterrestres tomarían agua?

—En serio—dijo Horus con voz ronca—. ¿Cómo haces para pasar de un pensamiento al otro, así, tan rápido? ¿No te agotas?

No sonó enojado, sino más bien curioso y sorprendido.

Yo sí estaba enojada.

—¡Fue a propósito! No pienso en duraznos todo el día. Era para dejar de pensar en...—Me callé cuando me di cuenta de que casi metía la pata.

Aunque probablemente, ya estaba cubierta de lodo.

Horus soltó una risita y se giró. Nuestros cuerpos se separaron y miró alrededor, luciendo un poco confundido. Traté de no sentirme decepcionada, aunque no pude evitarlo.

En ese momento, por segunda vez desde que lo conocía, fui consciente de una cosa: estaba sola, con un ser de otra galaxia, que parecía muy lindo y bueno, pero la verdad es que había salido de la nada.

Me levanté de la cama y me alejé de él, sintiendo pánico. Nunca lo había pensado, pero Horus me podría secuestrar fácilmente. Con tan solo unas palabras, sería suya, y nadie jamás se enteraría.

¿Y si había venido a abducirme? ¿Y si me quería usar como experimento? ¿Y si en realidad se hacía el bueno, pero en realidad era un ser maligno?

Mi respiración se volvió irregular y estaba punto de ponerme a gritar, porque un montón de imágenes feas se me vinieron a la mente, cuando Horus apareció delante de mí y de un segundo al otro, me dio un abrazo.

Sí, un abrazo.

Quedé paralizada, con los brazos colgando en los lados, mientras él me abrazaba suavemente. Cuando colocó el brazo derecho por debajo del mío, y nuestro abrazo quedó medio en diagonal, con nuestros pechos chocándose, una sensación de paz inundó todo mi ser. Era una paz rara, nunca antes la había sentido. Parecía que todo era perfecto y tenía sentido. Me sentía realmente feliz, completa, llena.

Lo abracé en respuesta y el sentimiento se intensificó.

—¿Qué sientes?—preguntó contra mi coronilla. Me llevaba una cabeza y media, así que tenía la barbilla apoyada en ese lugar.

—De todo—respondí, confundida.

Rio, y esa suave vibración me llegó a todo el cuerpo. Lo apreté un poco más.

—¿Pero son cosas lindas o feas?

Suspiré y relajé mi mejilla contra su pecho.

—Hermosas. Nunca antes me había sentido tan bien...tan plena.

Se alejó un poco, sacó su brazo de abajo del mío, y colocó ambos en mis hombros, al tiempo que yo ponía los míos en mi cintura y lamentaba el espacio que había entre nosotros.

—¿Y te parece que alguien que no tiene buenas intenciones puede transmitirte eso?

Lo pensé, y la verdad es que no. Me parecía que una persona no muy amable y mala no podía transmitir eso, porque no lo podía sentir.

—No, creo que no—dije, y me sentí avergonzada de antes haber dudado. Si me hubiese querido secuestrar, lo hubiese hecho apenas me conoció, e igualmente, con ese amor que emanaba, era imposible que lo hiciera.

Nos miramos a los ojos. Su mirada era híper intensa, nunca antes la había visto así. Me adentré en las profundidades de sus ojos, y no sabía cómo, pero solo encontré cosas lindas. Al igual que siempre.

—Respuesta correcta—dijo, y me soltó­—. Pero no te confundas, no soy perfecto. Me faltan varias vidas para llegar eso. Lo único que puedo asegurarte es que no voy a intentar secuestrarte—sonrió de costado—. Aunque si sigues pensando a propósito que estas haciendo pis, quizás lo considere...

Largué una carcajada y él también. El momento de tensión había pasado y ahora me encontraba bien. La sensación de paz inmensa se había ido, pero igual me encontraba liviana.

Mientras abría las cortinas para que la habitación se llenara de luz, miré a Horus de reojo.

—Te has quedado a dormir.

Su cara estaba fruncida por la luz, pero pese a eso, seguía siendo el chico más sexy que había visto jamás.

—Si—dijo y se estiró, revelando una gran franja de piel de su estómago. Tragué saliva y no pude evitar mirarlo.

Esa piel expuesta me hizo acordar a otra piel expuesta y entonces...

—Espera un momento—dije y levanté una mano—¿No hay televisores en Khracira? ¿Es por eso que nunca viste una película?

Asintió.

—Exacto.

Lo miré, horrorizada. ¿Y se suponía que yo debía ir allí? De repente, ya no me apetecía tanto conocer ese mundo. ¿No poder ver películas? ¿Ni series? ¿Quedarme para siempre sin Once Upon a Time, Dowton Abbey y Outlander? Eso sí que era una locura.

Horus resopló.

—No es tan grave. Cuando te digo que no la necesitamos es en serio. Es una pérdida de tiempo—dijo leyendo mis pensamientos.

¿Una pérdida de tiempo ver los abdominales de Jamie en primer plano? No, eso no era una pérdida de tiempo, era la octava maravilla del mundo.

—Es obvio que nada de lo que diga va a hacerte cambiar de opinión, así que, ¿me muestras esos abdominales que te tienen tan maravillada?—preguntó, y mi cara se puso roja como un tomate.

Como pude, le respondí que otro día se los mostraría.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora