Capitulo 32: Dhimot

1.3K 146 26
                                    

El día se pasó volando. Mi mente no paró de repetir una y otra vez el momento en el que Horus me abrazó, en lo cerca que habíamos estado, en cómo me sentía en sus brazos y cómo había bromeado acerca de mis pensamientos no muy puros hacia él.

Suspiré y seguí caminando. Recién salía de la clase de baile y me encontraba caminando hacia mi casa. Estaba toda sudada, como siempre que iba, pero estaba realmente feliz. Mi cuerpo cada vez entraba en sintonía más rápido con la música y eso me permitía poder sentirla y transmitirla mejor y en mayor medida.

Iba embelesada con esos pensamientos, cuando algo me llamó la atención. En la acera de enfrente, un chico con el pelo color blanco me estaba mirando fijo. Era tan alto (o incluso más) como Horus e intimidaba bastante.

Quedé media confundida con su color de pelo. Parecía tener mi edad y podría ser teñido, pero a medida que me acercaba a él, pude ver que sus ojos eran de un color amarillo que jamás había visto. Su pelo era corto, y gracias a eso, pude apreciar unas grandes orejas que terminaban en forma de punta...

Eché a correr.

Él, sin dudas, era un extraterrestre. Y por esas orejas diría que era del mismo planeta que Horus y yo, pero no tenía ninguna certeza, así que era mejor prevenir. Sé que Horus me dijo que todos allí son muy amorosos y evolucionados, pero mi mente terrícola necesitaba defenderse a toda costa, porque así era la gente del planeta Tierra.

El pánico se abrió paso a través de mis emociones y corrí como nunca antes lo había hecho. Eran las seis de la tarde y en este pueblo no había absolutamente nadie en la calle. Comencé a pensar las cosas horripilantes que me pasarían si el sujeto intentaba atraparme, y cuando estaba a punto de gritar «ayuda», alguien apareció delante de mí, salido del aire, y logró que choquemos.

Ese día no podía ir mejor.

Mi pecho chocó contra otro pecho, y cuando el golpe hizo que perdiera el equilibro y comenzara a caerme hacia atrás, algo me retuvo en el aire, y quedé inclinada de una forma no natural. Parecía que mi columna formaba una diagonal perfecta con el piso.

Miré con ojos de pánico al sujeto del suelo, y casi grito de la emoción cuando Horus alzó los ojos hacia mí. Me miraba confundido y preocupado. Muy preocupado.

—¿Estas bien?—preguntó—. Calculé muy mal mi teletransportación hoy.

Sacudió la cabeza y se levantó del piso.

Yo seguía en esa posición incómoda, a punto de caerme, y cuando lo notó, esta cosa rara que me sostenía me devolvió suavemente a mi postura normal.

Lo miré con las cejas levantadas.

—Manejo del aire—sacudió la cabeza, restándole importancia, y tocó mi mejilla.—No respondiste, ¿estas bien? ¿Por qué estabas tan asustada? Vine lo más rápido que pude...

—Si...sí, estoy bien—respondí, alterada.—Me asusté con un tipo que me estaba mirando fijo. Me parece que es un extraterrestre.

Frunció el ceño y su mirada se endureció.

Miró detrás mío y sus ojos se relajaron. Me pasó el brazo por los hombros.

—¿Dhimot?

Giré hacia donde estaba mirando Horus, y lo vi: el mismo chico de pelo blanco de antes. Comencé a ir para atrás inconscientemente, pero Horus me retuvo a su lado.

—¿Qué estas haciendo aquí?—siguió preguntando Horus. Parecía divertido pero un poco confundido.

El chico canoso parecía muy, muy arrepentido. Sus ojos reflejaban una preocupación que no había visto antes y por segundo me dieron ganas de abrazarlo. Pero luego recordé el pánico que sentí hacía unos segundos, y se me pasó.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora