Capítulo 30: visitas nocturnas

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Volver al instituto fue algo completamente irreal, y ni hablar de ver a Emma y Trevor. Estaba alucinando.

Era una extraterrestre.

Santo cielo.

Todavía me costaba aceptarlo, pero es que...era tan obvio. Ya mi genética decía bastante y la telepatía no se quedaba atrás.

Tenía unas ganas terribles de contarles a mis amigos o a mis padres lo que había descubierto, pero estaba segura de que me internarían. Aparte, Horus me había dejado muy en claro que ni se me ocurriera abrir la boca.

Así que, aquí estaba, sentada en Venus (lo cual era irónico) viendo cómo Emma miraba a Trevor acercarse a nuestra mesa. La situación entre ellos no estaba bien, y en gran parte se debía a que Emma no se había disculpado. Pero yo creía que lo estaba a punto de hacer en ese preciso instante.

—Así que vuelves con nosotras—dijo, enojada, cuando Trevor llegó a nuestra mesa.

O bueno, quizás no.

Trevor arqueó una ceja, pero luego lanzó un suspiro y se sentó a mi lado. Le sonreí un poco, pero yo también estaba un poquitito ofendida. Hacía dos días que no me hablaba y en cambio me ignoraba, al igual que a Emma.

—Lo siento, ¿sí?—dijo y nos miró a los ojos—. La he cagado un poco. Es que...—suspiró—no soy bueno para...expresarme—hizo una mueca.

Sonreí.

—Vaya, me haces acordar a alguien—dije, dándole una miradita a Emma, que hizo una mueca de burla.

—Lo sé—siguió hablando Trevor, y fijó su atención en Emma—. Lo siento por haberme enojado tanto el otro día, Ems.

Emma no parecía sorprendida, pero yo sí lo estaba. Ella le debía una disculpa a él también, pero parecía que se estaba conformando con dejarle cargar toda la culpa a Trevor.

—Sí—respondió ella con la mirada fría—te pasaste.

Puse los ojos en blanco.

—Emma...—dije, sugestivamente.

Me fulminó con la mirada.

—Pero yo también lo hice. No debí decirte eso...—siguió hablando, y me sentí orgullosa de ella—. Pero bueno, es que realmente pareces no tener emociones.

Y ahí fue de mi orgullo.

—Lo que Emma trata de decir—empecé a hablar, porque tenía miedo de que se volvieran a pelear—es que ella nunca pensó que lo que dijo te afectaría tanto. Nosotros siempre hablamos de que tú no estas... preparado para el compromiso. Entonces nunca pensamos que te ibas a sentir tan mal al respecto.

Trevor se pellizcó el puente de la nariz.

—Lo sé. Y nunca me afecta, porque es verdad, pero es que...—Tomó un larga bocanada de aire—. Creo que...Diablos, esto es una pesadilla. Creo que me gusta alguien. En serio.

Abrí mucho mis ojos.

—¿No te han gustado ya otras personas?

Negó con la cabeza.

—No, esto es distinto. Siento...cosas cuando estoy con ella. No me la puedo sacar de la cabeza... Es escalofriante. ¿Me habrá hecho un amarre?

Con Emma largamos una carcajada.

—Mira, vamos a descartar lo del amarre, por ahora—respondió Emma—. Lo que sientes es normal, Trev. Pero ahora dime, ¿quién es la chica?

Bueno, parecía que se habían perdonado en silencio. Estaba feliz. Trevor, no tanto.

HorusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora