VIII: Two fools

2.2K 224 387
                                    

Se sentía tan cálido y cómodo que despertar fue una tortura, pero el dolor de cabeza y las náuseas no le permitieron dormir durante más tiempo.

Soltando un quejido, se acurrucó un poco más contra la fuente de calor a su lado que tan fácilmente lo aceptó y lo envolvió. Sentía un brazo sobre su cintura y sus piernas estaban enredadas con otras. Escuchaba una respiración pausada y un quejido resonaba dentro de otra garganta cuando se movió y se acomodó. Parecía familiar, pensó, aún con los ojos cerrados y sintiendo que el mundo se movía a su alrededor, pero reacio a dejar el calor y brazos que lo acogían.

Somnoliento, se preguntó qué hora era, o día, o año. No tenía ni idea, solo sabía que conocía el calor que lo envolvía, también el olor y las piernas entrelazadas con las suyas. Esa comodidad aligeró el retumbar de cabeza, también las náuseas, y le ayudó a ignorar el dolor en sus muslos y cadera que poco a poco reconocía. ¿Por qué le dolían? No lo recordaba. No recordaba que había ocurrido.

Lentamente, sintiendo que la mano sobre su cintura se alejaba, entreabrió los ojos y observó el semblante dormido del hombre a su lado. Dazai se veía tan tranquilo, respiraba con calma. Tenía los labios entreabiertos, pero no roncaba. No hacía ni un ruido; casi parecía un muñeco de porcelana, pensó Chuuya, y recordó que siempre le gustó verlo dormir.

Ver esa calma que no siempre existía en él, apreciar como el desordenado cabello castaño caía a la perfección sobre su semblante, el sonrojo que tan fácilmente cubría la punta de su nariz y sus pómulos a causa de la calidez que los envolvía, le fascinaba.

Era hermoso. Le encantaba. Quería tanto besarlo.

Pero cuando estaba por cerrar la distancia y despertar a la bella durmiente con un beso, recordó que ya no era suyo. Ya no eran novios, su relación había terminado cuatro años atrás y no deberían estar compartiendo una cama.

Preso del pánico, se incorporó, sin quitar la mirada de sobre el hombre a su lado que seguía durmiendo. Desesperadamente, busco una forma de huir antes de que Dazai despertara, pero notó que estaban en su habitación. ¿Cómo sabía Dazai donde vivía?, ¿en qué momento de la noche regresaron a su departamento? No lo recordaba, y ese vacío en su memoria no hizo más que producirle náuseas.

¿Qué demonios hizo anoche...? El incómodo rose de la sábana contra su cuerpo le hizo notar su pecho desnudo. Encontró su camisa en el suelo, junto a un abrigo que no era suyo. La tensión en sus piernas y cadera no hizo más que aumentar la desagradable comprensión del error que había cometido.

Mierda, mierda, mierda. Las náuseas aumentaron un poco más, el mundo a su alrededor volvió a girar y ya no solo por la excesiva ingesta de alcohol de la noche anterior.

Idiota, idiota, idiota. No se suponía que aquello ocurriera.

Dazai no debería estar en la otra mitad de su cama. No debería estar bajo sus sábanas, ni en su cuarto, ni en su vida. Él no debería estar desnudo, no tuvo que haber bebido tanto anoche. Aunque no lo recordaba, era tan obvio que fue él mismo quién lo llevó hasta su casa. Y Dazai lo siguió, ¿por qué lo siguió? ¿Qué iba a hacer ahora?, ¿qué debería pensar?, ¿Qué debería decir?, ¿qué...?

―Parece que vas a vomitar ―comentó la otra persona en la habitación.

Al ladear la cabeza, Chuuya notó a Dazai incorporarse. Como si no hubiese sucedido nada, como si no hubiesen dormido juntos, el moreno se estiró como cualquier otra mañana. Bostezó y se revolvió el cabello, intentando ordenarlo y quitárselo de la cara, pero los mechones castaños volvían a caer fácilmente y enmarcaron su rostro. Con los ojos entrecerrados, Dazai le devolvió la mirada, y el pelirrojo tembló al observar esa expresión y sonrisita de altanería.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now