XVIII: Are you ready to love?

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Dieron cerca de las seis y media de la mañana cuando terminó de escribir.

Le dolía la espalda, también la muñeca. El bolígrafo había dejado una marca entre sus dedos por sostenerlo durante tanto tiempo. Pudo haber encendido su computadora y traspasar todo lo que escribió a mano al archivo que luego tendría que imprimir y enviar a Natsume-sensei, pero temió que el sonido de sus dedos tocando cada tecla despertara al pelirrojo en su cama.

Bien podría haberse movido al salón y escribir sin problema, pero no quiso hacerlo. Quiso quedarse ese par de horas lo más cerca posible de Chuuya, velando su sueño. Por suerte, el otro hombre durmió sin mayor interrupción. En un descanso sin sueños, solo en una oscuridad infinita que, en ese momento, necesitaba más que nada.

Con movimientos silenciosos, se levantó de la silla y estiró su cuerpo; ahogando un quejido cuando sintió los huesos de su columna acomodarse. Sintió un suave movimiento en su cama; Chuuya se envolvió un poco más con las sábanas, aún al lado izquierdo del colchón, dejando el espacio para que Dazai se recostara.

Pensó en hacerlo. Pensó en acostarse a su lado y simplemente compartir el calor. Tal vez abrazarlo y hacer desaparecer esa tenue expresión de tristeza que se mantenía en su rostro, pero cuando quiso hacerlo, cuando se inclinó sobre Chuuya y le apartó el cabello de la cara, retrocedió.

Incluso si Chuuya lo llamó y le pidió acompañarlo, existía alguien mejor para él, ¿no? Alguien que podría apoyarlo más adecuadamente que Dazai.

Odiaba pensarlo. Odiaba la sola idea de lo que estaba por hacer y con quien necesitaba hablar, pero se convenció de que era lo correcto. Y lo estaba haciendo por Chuuya, se recordó, así arropó al pelirrojo, acarició su rostro, tomó su teléfono y lo más silenciosamente posible salió de la habitación.

Se dirigió directamente a la cocina y mientras preparaba otra jarra de café para su segunda taza de esa noche en vela, le envió un mensaje a Ango preguntándole si estaba despierto.

Sabía que era un día no laboral para el mayor, sin embargo, conocía sus rutinas de sueño. Si existía alguien en este mundo que dormía mucho menos que Dazai, y aun así estaba despierto desde temprano, ese era Ango. Por eso, cuando el otro le respondió y preguntó si necesitaba algo de él, Dazai no dudó en llamarlo.

―¿Cómo despertó mi persona menos favorita del mundo?

¿Qué quieres, Dazai?

―De malhumor al parecer ―se burló, y con una fingida voz herida, siguió parloteando―. Uno intenta ser amable contigo, pero te juro que a veces no...

Dazai, es en serio ―interrumpió Ango―. ¿Qué quieres?

El moreno calló. Su rostro perdió la falsa expresión de buen humor que había mantenido levantada desde el inicio de la llamada. El tono de su voz bajó, apretó con fuerza el teléfono entre sus dedos, y motivado por el recuerdo de Chuuya sentado frente a su puerta, solo a pesar de que se había marchado de Osaka acompañado, exigió respuestas.

―¿Dónde demonios estabas? ―siseó―. ¿Dónde estabas cuando Chuuya te necesitó? ¿O acaso tu trabajo de taxista se acabó en cuanto llegaron a Kyoto?

¿Disculpa...? ¿De qué me estás culpando ahora?

―¡Lo dejaste solo! ―le recriminó, y al procesar el volumen de su voz y que podía despertar al chico que seguía durmiendo en su habitación, bajó el volumen otra vez―. Lo dejaste solo en el hospital, ¡lo dejaste cuando más te necesitaba! ¿Qué mierda, Ango? ¿Esa es tu forma de quererlo?

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now