XI: I wanna be yours

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―¿Qué quieres qué? ―cuestionó Atsushi, quitándose los audífonos. La música seguía sonando, pero el sonido de la voz del otro chico era mucho más importante en ese momento.

A un costado, frente a la puerta principal de la biblioteca de la Facultad de Humanidades, Akutagawa lo interceptó después de su última clase del día y antes del inicio de su turno en la cafetería. Atsushi ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para saludarlo o pausar la canción que estaba escuchando, cuando el guitarrista habló. Por supuesto, no logró entenderle, y con razón; pero, de todas formas, Akutagawa tenía el descaro de verse bastante molesto por tener que repetir sus palabras.

―Pide el día libre ―exigió―. Y ven a mi ensayo.

Dejando de lado la breve emoción que sintió, sus labios se arrugaron disconformes por esa exigencia tan explícita.

―Uhm, ¿por qué? ―inquirió, con cierta y fingida desconfianza―. Nunca me habías "invitado" a uno de tus ensayos, aunque te he ayudado mucho con las últimas canciones y ni siquiera me lo has agradecido.

Akutagawa descartó sus últimas palabras sin más. Atsushi no tenía energía suficiente para enfadarse por eso, hacía demasiado frío, pensó.

De todas formas, nunca lo ayudó esperando algo a cambio, ni siquiera amistad de su parte, ni mucho menos reciprocidad a sus sentimientos. Sabía que aquello era absolutamente imposible. Solo le gustaba la música, su música, y le hacía un poco feliz poder pasar tiempo con él. Eso era suficiente para calmar sus ilusiones.

Soltando un suspiro molesto, Akutagawa le explicó sobre el evento que cada año organizaba el Falling Camellia el 23 y 24 de diciembre. El guitarrista ni siquiera debía darle todos los detalles a profundidad, Atsushi rápidamente entendió que Black Ocean fue invitado a participar de la noche de música.

Y no pudo evitar emocionarse por la noticia, casi sintiendo que sus manos temblaban, tanto como los músculos en su rostro que querían formar una sonrisa y cubrir su expresión sorprendida. Conocía el peso que tenían las presentaciones de Navidad en el Falling Camellia. Siempre, sin falta, los primeros que lograban reservar una entrada para el evento, solían ser productores musicales de distintas discográficas en Japón. Presentarse la noche del 23 y 24 le aseguraba a las bandas, al menos, entrar en las listas de interés de algún sello.

Y si eso era lo que ellos querían, lo que Akutagawa quería, los apoyaría completamente.

―¡Estoy tan feliz por ustedes! ―exclamó, antes de poder reprimirse a sí mismo.

Akutagawa lo miró con sorpresa, extrañado de la emoción y de las palabras que tan fácilmente dejó escapar. A Atsushi le pareció que el otro no sabía qué pensar de su emoción. Como si no la hubiese esperado. Como si presentarse en aquel evento no fuese realmente la gran cosa, ni algo de importancia.

¿Por qué no estaba emocionado? ¿No era un gran paso para la banda? Sabía la absoluta dedicación que Akutagawa ponía en cada una de sus composiciones y presentaciones, entonces, ¿por qué no se veía feliz? Parecía que, realmente, tener éxito en ello, no le importaba. No era la razón por la cual tocaba.

Entonces, ¿qué era? ¿Qué buscaba, realmente, componiendo y presentándose?

―No pareces muy feliz... ―comentó Atsushi―. ¿No quieren conseguir un contrato discográfico para Black Ocean?

―Claro, Gin y Tachihara estaban bastante emocionados con la invitación y con esa idea ―explicó, sin dar más detalles o hablar por sí mismo o por los otros dos integrantes faltantes―, pero ni siquiera ellos reaccionaron con tanta emoción como tú.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now