XIV: I can't handle change

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La última vez que vio a Dazai con esa expresión, fue ese día junto a Oda. Después de ello, incluso si la mayoría de los días sabía que estaba mintiendo y sus ojos se encontraban vacíos, la profundidad de esa emoción en el moreno nunca volvió a ser comparable a la de ese momento. Yosano creyó que esa desolación reflejada en el marrón carmesí sería un acontecimiento de una sola vez, pero estaba equivocada.

Otra vez la observaba. Pegada al rostro del mismo hombre que conocía desde hace cuatro años y que entraba con la mirada baja a su departamento. El silencio a su alrededor le hizo estremecer, así también cuando su atención se fijó en ella.

La habitación se sintió demasiado pequeña, sin salida, sin el más mínimo rayo de sol entrando y calentando algún rincón. Todo pensamiento en ella le pedía marcharse y dejar solo a Dazai, porque nada de lo que pudiera decir le afectaría o le importaría. Casi parecía como si le hubiesen arrebatado el corazón y se llevaron el poco de empatía o simpatía que pudiera sentir.

―¿Sigues aquí? ―inquirió Dazai. Yosano notó que dejaba la puerta abierta―. Vete, no te invité.

Incluso si la estoicidad y frialdad le ponía los pelos de punta, aquella misma actitud logró hacerle apretar los puños con fuerza. Y sin poder evitarlo, le respondió de la misma forma. Distante, venenosa, buscando producir en él al menos un poco de arrepentimiento o vergüenza.

―A mí no me invitaste, pero parece que a Tomie sí ―señaló, cruzándose de brazos y bloqueando el camino de Dazai cuando quiso pasar hacia su habitación―. No pensé que volverías a caer tan bajo. ¿Disfrutaste follándotela?

― Más de lo que crees ― confesó. Y tal como se lo esperaba Yosano, Dazai se inclinó hacia ella y le acomodó el cabello detrás de la oreja con la misma sonrisa que Tomie le dio antes de marcharse―. No estés celosa, no es mi culpa que tú no puedas poner tus manos sobre ninguna mujer.

La mano entre el corto cabello pelinegro fue golpeada, con tanta fuerza que produjo un punzante dolor en su muñeca. Dazai no pudo reaccionar a tiempo, ni siquiera quejarse o perderse en el sonido del golpe. Antes de que se diera cuenta, tenía las manos de Yosano sosteniendo el borde del cuello de su sudadera y el rostro de la mujer cerca al suyo, obligándole a inclinarse. Los ojos amatistas brillaban con una mezcla de ira y advertencia, las mismas emociones que vio tantas veces en otros ojos de un tono azulado.

― No actúes de esa forma conmigo, Dazai, sabes que no te conviene ― gruñó Yosano.

Su voz se expresó en un tono bajo y amenazante, sin apartar su mirada de la ajena. Eso hubiese sido suficiente para intimidar a cualquier otro hombre o mujer, pero Dazai se mantuvo quieto, sin expresar emoción, sin retroceder ni apartar la mirada.

No le gustaba su imagen empañada por el tono morado, lo prefería en azul, pero sabía que no volvería a verse reflejado en ellos y eso le desanimó tanto que no pudo, ni quería, discutir contra Yosano.

― ¿Qué quieres? ― cuestionó, con la voz plana y ausente sonrisa.

Con la misma agresividad del inicio, Yosano le soltó. Dazai retrocedió un par de pasos, arreglándose el cuello de la sudadera y alisando las arrugas que las manos de la mujer dejaron en ella. Luego, volvió a posar su mirada aburrida en la pelinegra, indicándole hablar y dejando en claro, con solo su corporalidad, que no le importaba el reclamo que tuviera.

― Sabías quién era Kouyou desde el inició ― espetó, casi apuntándole juzgadoramente con el dedo―. Y nunca me lo dijiste.

― ¿Kouyou? Ah, claro, se trata de ella ― comentó Dazai, como si nada y, simplemente, asintió―. Sí, siempre supe quién era, ¿y? ¿Cuál es el problema?

Leave the kiss for later [SKK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora