VII: Somebody that I used to know

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Dazai seguía enojado y dolido por lo que sucedió el jueves por la mañana y el pedido de Chuuya de olvidar el beso que compartieron. Sin embargo, no iba a ignorarlo o alejarse.

Cada vez que se alejaban, las cosas salían mal. Dos días de silencio eran suficientes entre ellos. Incluso si Chuuya lo dañó, aún lo quería cerca. Aún quería demostrarle que cambió, que no volvería a dejarlo atrás, y que ese beso significó todo para él.

Por eso, cuando Chuuya le envió ese mensaje en la mañana, no dudó en aceptar su compañía.

El pelirrojo llegó cinco minutos después de la hora acordada. Estaban a dos cuadras del complejo de apartamentos donde se reuniría con Ango, frente a una tienda de conveniencia donde Dazai compró un dorayaki. Pudo haber desayunado antes de salir, pero, como casi todos los días desde hace un mes, Nikolai estaba ahí y esa mañana estaba extrañamente afectuoso, mucho más de lo normal. Cuando Dazai lo escuchó pedirle a Fyodor que se sentara sobre sus piernas mientras desayunaban, huyó antes de obtener una cicatriz para toda la vida.

Y no, no estaba celoso. Nunca en la vida sentiría envidia de Fyodor, eso iba contra sus principios. Tampoco se lamentaba internamente de que, a pesar de ser Fyodor un idiota asocial que parecía odiar el contacto físico, tenía un novio cariñoso que lo colmaba de afecto, mientras que Dazai tan solo recibía besos que luego le pedían olvidar.

De todas formas, en cuanto Chuuya llegó, intentó empujar al fondo de su cabeza lo que sucedió dos días atrás, pero aunque intentó actuar como si nada hubiese sucedido, fue imposible. Ya se había deshecho las sonrisas fingidas y el acto tranquilo, volver a ellas era difícil. Y notó que no era el único que intentaba actuar con normalidad, pero esta decidió darles una patada y empujarlos a un saludo incómodo.

No hablaron mucho. Comenzaron a caminar al mismo ritmo, hombro a hombro, y sin mirar a su lado.

―¿Te inscribiste al concurso literario? ―preguntó Chuuya, tomando la delantera como siempre sucedía. Tal vez se sentía responsable de ser quien llevara la conversación, pensó Dazai, y aquella idea se le quedó dando vueltas por la cabeza por un rato más―. ¿El periodo de recepción no cerró ayer por la tarde?

―Ah, sí, pero cada relato llegaba a la oficina de Fukuzawa-sensei, así que le dejé lo que escribí antes de irme ayer de Kyodai.

―A última hora como siempre, ¿eh?

―Mh, sí.

Chuuya asintió. Dazai copió su acción, sintiendo la tensión en el cuello y deseoso de que el silencio los envolviera. Pero en ese momento, no estaba seguro de que el silencio fuese tan agradable y cómodo como antes.

Y tal vez había muchas cosas mal en él, pensó el moreno, pero si algo sabía hacer a la perfección, era llevar conversaciones sin sentido, ni que quería sostener, para llenar el vacío y esperar que la incomodidad se alejara de ellos. Y, de todas formas, quería saber por qué Chuuya estaba ahí con él.

―¿Qué te hizo cambiar de opinión? ―preguntó, pensando en caminar más rápido para antes terminar con ese encuentro, pero sin estar seguro de que las cortas piernas del otro pudieran seguir su ritmo. Ya no sabía, ni estaba seguro, de nada cuando se trataba de Chuuya―. Pensé que ibas a salir con ese amigo tuyo, Adrien.

―Adam ―corrigió. Dazai lo sabía, simplemente decidió equivocarse a propósito―. Y lo haré, pero después del almuerzo.

―Ah, entiendo.

―Sí.

Callaron otra vez. Sus pasos se sentían rígidos, mecánicos igual que su plática. Era tan extraño. Ni siquiera cuando se conocieron en la secundaría sus conversaciones fueron tan... vacías. Tan asfixiantes. No le gustaba, pero tampoco sabía qué hacer o qué decir para levantar esa incomodidad, ese sentimiento de que todo ese tiempo estuvo mirando a la persona que recordaba y no en quien se transformó.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now