XVII: I'm a broken rose

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Tal como cuatro años atrás, casi cinco en un par de meses, dejó de encontrar a Dazai entre la multitud cada tarde después de clases.

Casi parecía como si el moreno hubiese sido nada más que un espejismo influenciado por la nostalgia y las preguntas sin responder, pero Chuuya sabía que el otro estaba a solo un par de pasos de distancia. Sabía dónde encontrarlo, en qué lugar, qué edificio, qué salón de clase. E, incluso si no estaba en ninguno de esos sitios, conocía a las personas que podrían darle una pista.

Pero así era mejor, pensó. Después de ese último encuentro, no sabía ni entendía qué quería Dazai de él, y estaba cansado de perseguirlo, incluso si fue él quien propuso intentar retomar una amistad motivada y necesitada por la extraña familiaridad de una adolescencia compartida.

Además, recordó con ira, las palabras e intenciones de esa mujer que siempre estaba con Dazai, se sintieron como patadas en el estómago: dolorosas, provocando desequilibrio, una confusión entremezclada con la más débil y tenue esperanza, y la decepción inminente.

"Ya ves, Chuuya, ¡Dazai no sabe qué hacer con los sentimientos que tiene por ti!"

¿Qué sentimientos? Ni siquiera estaba seguro de que Dazai pudiese sentir emociones más allá de su autodesprecio y narcisismo. Además, ¿sentimientos por él? Ese día quiso reírse en la cara de esa chica, pero no hizo más que apretar los puños con resignación.

Si Dazai poseía ese tipo de sentimiento tan ambiguo y gris como el amor, si quería a alguien, ese sin duda era Oda.

No conocía al otro hombre más que por nombre o unas pocas historias de él que Yosano le compartió en algún momento, relatando lo que ella sabía, mas no la parte de la historia de cierto moreno que realmente ansiaba escuchar. Sin embargo, por esa vez, lo que ella le relató fue suficiente.

La mujer le habló de su carácter tranquilo, su voz suave y profunda que sonaba como una canción de cuna; su paciencia y buena disposición para ayudar al resto y su amor por la literatura, especialmente, por las novelas clásicas. Un hombre ejemplar, un amigo ideal. Uno que era fácil de amar, le dijo Yosano, y le enseñó una foto de él; antigua, de tres años atrás. Cabello castaño rojizo, como el de las viejas hojas de otoño que, cuando eran pisadas, provocaban un sonido calmante; una sensación burbujeante, la alegría y despreocupación de la niñez esfumada. Ojos azules, como los suyos, pero mucho más tranquilos; amables, con la perfecta cantidad de seriedad que producían una sensación de seguridad a quien tuviera al frente.

Sí, podía entender porque Dazai cayó tan fácilmente por él. Además, en aquella misma foto, estaba el moreno. Apegado a Oda, sonriendo, pero no a la cámara, ni al resto de las personas a su alrededor, sino a Oda. Solo a Oda. Sus ojos fijos en él; ilusión en ellos, tranquilidad y comodidad, un profundo afecto que jamás vio dirigido a su propia persona.

Dolía. Dolía saber que, ni siquiera en tres años de relación, pudo lograr que Dazai le mirara de esa forma. ¿Por qué? ¿Qué había hecho mal? Muchas cosas seguramente, pero ya era demasiado tarde para seguir pensando en lo que pudo hacer y no hizo. Ya era demasiado tarde para que fuera observado de esa forma por una persona que solo le veía como mera distracción.

―Tierra a Chuuya, ¿en qué estás pensando? ―preguntó Albatross, chasqueando los dedos frente al pelirrojo hasta que esté, molesto, golpeó su mano y lo alejó. Sin embargo, el rubio no se ofendió por su reacción y, con una sonrisa burlona, agregó―: Pareces estreñido, ¿has ido al baño estos días?

Al mismo tiempo, los otros tres ocupantes de esa mesa a mitad de la cafetería principal de Kyodai, arrugaron su expresión con disgusto. Pianoman bajó el tenedor en su mano y lo dejó en el costado del plato a medio terminar, perdiendo el apetito. Chuuya pensó en tirar su bebida al rubio de gafas a su lado, pero en última instancia pensó que realmente no quería hacerlo, así que se conformó con empujarlo y esperar que este cayera de la silla. No lo hizo, solo se rio de su intento e ignoró por completo la expresión de disgusto que Lippman le dirigía.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now