XVII: Hold On

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Por largos minutos, sostuvo a Chuuya entre sus brazos con fuerza y le permitió llorar; acariciando su cabello, abrazándolo fuerte e intentando calmar un dolor que escapaba de sus manos.

Era extraño sentirlo tan débil, frágil y pequeño. De entre los dos, Chuuya siempre fue el fuerte, el que podía sostener a ambos y al mundo entero al mismo tiempo. Era quien se hacía cargo de los problemas, las heridas y lágrimas de otros. Era a quién todos podían recurrir si necesitaban ayuda, un consejo o un consuelo. Era el primero en ponerse de pie y luchar, siempre protegiendo al resto. Eso era algo que nunca cambió en él.

Sin embargo, no importaba cuan fuerte fuera un pilar. En algún momento, ya fuese por el tiempo o por los golpes de una tormenta implacable, cualquiera terminaría por ceder.

Al menos ahora era lo suficientemente fuerte para sostenerlo, se dijo a sí mismo Dazai. Al menos ahora, podía devolverle todo el apoyo y cuidado que el pelirrojo siempre le entregó.

―Chuuya ―llamó con suavidad por sobre los temblorosos sollozos amortiguados contra su pecho―. Chuuya, entremos al departamento, estarás más cómodo... ¿O quieres que te lleve a...?

―No ―dijo el otro inmediatamente, aferrándose más a su cuerpo―. No, no quiero... No todavía...

Dazai asintió, sin necesitar escuchar más. Volvió a acariciarle la espalda, también el cabello, y lentamente se movió más cerca de la puerta, sin soltar a Chuuya.

―Está bien, está bien. ―Calmó―. Entonces entremos.

Abrir la puerta con Chuuya aferrado a su cuerpo fue un poco difícil, sin embargo, no le pidió alejarse. Tampoco quería soltarlo, temía que el pelirrojo se derrumbara si lo hacía, y si lo veía completamente en el suelo, sin ese espíritu de lucha al cual estaba acostumbrado, dejándose ganar aún más por la tormenta sobre su cabeza, no sabría qué hacer. Se le rompería el corazón, y no podía permitirse ser débil en ese momento. Chuuya lo necesitaba.

No sabía todo, sin embargo, las palabras temblorosas del otro eran suficientes para darle una idea general de la mala situación de Arthur. No lo obligaría a hablar si no quería hacerlo, pero intentaría calmarlo, hacerlo sentir bien de cualquier forma necesaria.

Al prender las luces del salón y cerrar la puerta, guió a Chuuya hacia el sofá de segunda mano que había obtenido cuando se mudó. Esperaba que fuera cómodo para el pelirrojo, al menos sí lo era para él y para esas pocas noches en que el insomnio ganaba sobre el sueño.

Se sentaron con cuidado, sin dejar de abrazarse. Lentamente, Dazai comenzó a separarse, intentando que sus movimientos fueran suaves, pero ante la más mínima distancia, Chuuya volvió a aferrarse a su cuerpo desesperadamente; temeroso de que Dazai volviera a dejarlo como hace cuatro años, desapareciendo otra vez como un día lo haría Arthur. Las lágrimas volvieron a agolparse en sus ojos.

―¿Qué haces...?

―Nada, solo iba a sacar mi teléfono ―explicó Dazai. Mantuvo un brazo alrededor de Chuuya y con el otro tecleó un rápido mensaje―. Ranpo y Natsume-sensei están abajo. Ya que Ango se llevó el auto de Odasaku, tuve que pedirle a Natsume-sensei un aventón.

―¿Y tan fácilmente aceptó? ―cuestionó Chuuya―. Llegaste bastante rápido...

―Lo desperté, pero no dudó en ir por nosotros a Osaka. De todas formas, la carretera está vacía a esta hora, así que llegó bastante rápido ―dijo Dazai.

Escribió un mensaje a Ranpo en el cual le pidió transmitir su agradecimiento al hombre mayor por el viaje, y que le dijera que, en cuanto estuviera listo su relato para la antología, se comunicaría con él para acordar una reunión o para tomar el té como tanto le gustaba al escritor. También le recordó que necesitaba hablar con Poe cuanto antes, que seguramente existía un tercer camino para ellos y una solución.

Leave the kiss for later [SKK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora