IX: Bother you

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Se negaba a que ese bastardo le hiciera lo mismo una segunda vez.

¿Quién demonios se creía Dazai para desviar sus llamadas y bloquear su número? ¿Qué jodido derecho tenía para ignorarlo otra vez?

Primero lo trataba de la mierda, luego lo buscaba, se comportaba como un ser humano medianamente decente y ¿todo para qué? Solo para volver a olvidarse de su existencia y fingir no haberle enviado señales mixtas sobre lo que pensaba y quería de él. Y no iba a permitírselo, antes muerto que dejar que el idiota jugara con su persona otra vez, y tampoco se permitiría deprimirse por su maldita y ambigua actitud a la cual correspondía en ocasiones y sumaba confusiones.

Sabía que esa situación era idónea. Podría haberse olvidado del moreno otra vez y seguir con su vida, y eso fue lo que consideró los primeros tres días en los cuales notó que Dazai volvía a ignorar su existencia. Estuvo enojado durante todo el fin de semana y la primera mitad del lunes, repitiéndose a sí mismo que no necesitaba a un idiota como ese de regreso en su vida, pero mientras más tiempo pasaba, mientras más pensaba en ir a la Facultad de Humanidades y buscarle, más se daba cuenta de que ya volvía a estar tan intoxicado por su presencia que era difícil volver a dejarlo de lado.

Si alguien le preguntaba a Chuuya si es que quería a Dazai, respondería que no. No lo quería, de ninguna forma romántica, tampoco lo necesitaba. Pero Dazai tenía algo que el resto de sus cercanos no: conocía lo peor de él y le importaba una mierda. Existía una confianza tácita que no se desvaneció a pesar de todo lo que ocurrió en el pasado. La familiaridad seguía ahí, y era adictiva para gente como ellos, que estaban más acostumbrados al frío de la soledad que a la calidez de la compañía.

No, no quería a Dazai. Quería esa comodidad de antaño. Y la obtendría, tanto por su orgullo herido, como por el hecho de que sabía que su insistencia molestaría a Dazai y por supuesto que quería molestarlo.

Enojado, buscó a Dazai por la Facultad de Humanidades durante el resto de la semana, pero cada vez que estaba cerca, el bastardo se le escapaba de las manos. No sabía cómo lo hacía, pero ni siquiera saltándose clases o el almuerzo, logró encontrarle desprevenido. Inicialmente no quiso preguntarle a Ryuu sobre el horario del moreno, sabía que este le echaría una reprimenda que no tenía el ánimo de escuchar, pero cuando el viernes volvía a estar encima de ellos, dejó la poca dignidad que poseía de lado y le preguntó.

Ese viernes por la tarde. A eso de las una, visitó el casino de la Facultad de Humanidades. Sabía que Ryuu estaba ahí. Usualmente, el pelinegro siempre estaba en la universidad desde temprano, tuviese clases en la mañana o no, y ya que no siempre alcanzaba a cocinar para traer algo, almorzaba en la universidad. Ahí le encontró, en la mesa más aislada, comiendo lentamente, con Higuchi frente a él. La rubia hablaba sin parar, a lo cual Akutagawa solo asentía o respondía con monosílabos.

Se preguntó qué hacía la chica en esa zona de la universidad. Sabía que Higuchi tenía clases en el otro extremo del amplio campus, pero suponiendo que solo quería pasar tiempo con su novio, e ignorando la imagen de un chico albino comiendo solo a unas mesas de distancia, se acercó al guitarrista y se desplomó en la silla vacía.

Higuchi la saludó, confundida de verle ahí, pero le preguntó cordialmente que estaba haciendo. Sin embargo, el pelirrojo solo masculló una excusa y observó fijamente a Akutagawa. Su penetrante mirada no le intimidó en lo más mínimo, tampoco hizo que le prestara más atención que a su almuerzo.

―¿Dime dónde está Dazai? ―pidió, sin rodeos.

―Buenas tardes, Chuuya ―saludó Akutagawa. Tomó un bocado de su comida, masticó con toda la maldita paciencia del mundo y tragó con la misma lentitud. Solo después de toda esa tortura, respondió―. No.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now