VI: As it was

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Llevaba alrededor de quince minutos caminando entre calles tenuemente iluminadas y concurridas. Pudo haber tomado un taxi, pero prefería la comodidad y libertad de una caminata. Los locales de comida y bebida frente a los cuales pasaba seguían abiertos. Los hombres y mujeres de oficina dentro de ellos, compartiendo el último ramen del día, o bien una botella de sake; olvidando, por un momento, la rutinaria vida laboral y adulta que no tenía más sentido o esperanza que aquello que la sociedad siempre les vendió: trabajar para tener cosas, tener cosas para llenar el vacío, llenar el vacío con personas, personas que podían quedarse o marcharse en cualquier momento.

Incluso después de los veinte, aquella proyección de una vida tan rutinaria y sin sentido continuaba pareciéndole una tortura a Dazai. Pero, mientras más pasaba el tiempo, más se resignaba a la idea. No había otra forma de vivir, o sí la había, pero no para todos era alcanzable. Sin embargo, siempre encontraría consuelo en el arte.

Caminando con las manos dentro de los bolsillos de la gabardina, sin mirar a ningún otro lugar que no fuese la distancia frente a él, Dazai pasó entre un grupo de universitarios que parloteaba sin parar. Escuchó su ruidosa plática; hablaban sobre visitar un último lugar de música ruidosa y tragos baratos donde terminar la noche. Sonaba un buen sitio donde ahogar las preocupaciones por el futuro y los fantasmas del pasado, y cualquier otro día hubiese seguido a la masa hasta el bar del cual hablaban; tomar una copa o dos, escoger a alguna persona del montón con quien pasar la noche y llevársela a casa, asegurándose de hacer todo el ruido posible, durante todo el tiempo necesario, para molestar a su compañero de piso. Luego, a la mañana siguiente, cuando sacara a la persona de su cama, olvidaría completamente su rostro.

Sí, cualquier otro día hubiese decidido seguir al grupo y perderse en los más bajos vicios, pero no esa noche. Había un sitio más importante al que llegar.

Un poco más de veinte minutos después, llegó a aquella plaza que solo horas atrás visitó. Se veía tan diferente de noche, sin tanta multitud, más de un par de personas que iban de aquí para allá, bajo la oscuridad de la noche y la luz de las farolas que iluminaban más algunos lugares que otros. Esa imagen nocturna le parecía más encantadora que aquella envuelta por las luces del atardecer.

Y sentado en el borde de la pileta apagada, con el teléfono en mano y una ropa diferente a la de aquella tarde, combinando a la perfección con el ambiente a su alrededor, estaba Chuuya. Y las pláticas sobre la música y los tragos que escuchó de camino allí, fueron empujados lejos de su cabeza.

Antes de que pudiera acercarse completamente a él, Chuuya levantó la cabeza y sus ojos azules se posaron en él, notándolo entre la oscuridad de la noche con tanta facilidad que Dazai no pudo evitar sentir un poco de agridulce nostalgia.

Siempre lo notaba, siempre lo encontraba tan fácilmente. Si pasaba por entre una multitud, Chuuya sería la primera persona en voltear el rostro para observarle.

Y saber aquello era tan agradable como doloroso.

―Llegas tarde ―dijo Chuuya cuando se detuvo frente a él―. Llevo esperando diez minutos.

Dazai soltó un quejido cuando se sentó a su lado en el borde la pileta, mascullando lo cansado que estaba por recorrer tanta distancia solo para escuchar reclamos.

―Mi departamento no está muy cerca de aquí, Chuuya ―respondió, mirando de reojo al pelirrojo sentado, a una distancia considerable, de él. Chuuya mantenía la mirada al frente y Dazai hizo lo mismo―. No entiendo cómo llegaste tan rápido, los dormitorios de la universidad están a cinco estaciones de distancia.

―No vivo en los dormitorios. Mi departamento está como a diez minutos de aquí.

―Debe ser costoso ―comentó, pensando cómo su intercambio de palabras parecía salir de un ficcional y monótono diálogo.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now