X: Step by step

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No creyó en lo que Chuuya le dijo ese día en el local.

Cuando el pelirrojo se marchó de la cafetería ese viernes, sin despedirse de él, pero sí de Atsushi, Dazai se burló de cada una de las cosas que el otro mencionó y se terminó la fría taza de café, convenciéndose a sí mismo de que, sin importar lo que dijera, nada sucedería. Chuuya se mantendría lejos, él también, y las llamadas sin responder.

Mantuvo aquella idea durante el fin de semana, repitiéndola una y otra vez, en todo momento, casi obsesionándose.

Al llegar el lunes, aún no tenía señales del pelirrojo. Tampoco el martes, ni el miércoles, lo que fue bueno para él, o eso se dijo a sí mismo. Pudo concentrarse en terminar el ensayo para Fukuzawa-sensei sin tener que pensar en Chuuya. Aunque lo hizo.

En algún momento, terminaba distrayéndose y pensando en él. A veces pensaba también en otras personas, como en sus amigos que, extrañamente, se habían mantenido callados durante esos días y sin planes que proponer, pero la mayoría de sus divagaciones estaban repletas de solo dos personas: Oda, junto a todo aquello que le prometió al hombre hace dos años; y Chuuya, acompañado de la ansiedad que le producía recordar sus palabras.

"Voy a molestarte hasta que te acostumbres otra vez a mi presencia y luego de eso, ni siquiera pensarás en volver a colgarme las llamadas", prometió, pero ¿dónde estaba Chuuya? Entendía si no se encontraban durante el fin de semana, pero en la universidad era mucho más fácil, especialmente si tomaba en cuenta de la extraña relación que el pelirrojo tenía con Akutagawa.

Pero pensar en eso no hizo más que molestarle, aunque aún no entendía por qué, y decidió empujar el tema a lo más profundo de su cabeza. Sin embargo, para cuando llegó el jueves, y cuando creía que poco a poco volvía a dejar de pensar en Chuuya, se topó con él a la salida del edificio de humanidades.

Cómodamente sentado en una de las bancas laterales, sin preocuparse por el frío o por el cielo gris que auguraba la nieve que caería durante los próximos días, Chuuya le esperaba. Su cuerpo estaba envuelto por gruesas capas de ropa que le daban una imagen tan despreocupada como elegante. Sus manos envueltas en oscuros guantes sostenían un taiyaki recién salido del horno que lentamente comía. Toda su imagen era perfecta, casi de novela, pero el sombrero que cubría su bonito cabello destruía toda la imagen narrativa para Dazai.

―¿Qué haces aquí? ―inquirió, sin saber en qué momento había caminado hacia el otro hombre, pero ignorando aquel detalle, analizó con desprecio aquello que cubría su cabello―. ¿Y de dónde sacaste ese feo sombrero, Chuuya?

―No insultes mi sombrero, mi cuñado me lo envió desde muy lejos―gruñó el pelirrojo, con las mejillas llenas, pero sin que ello le impidiera mirar con ira a Dazai.

¿Se refería a Kouyou? Se preguntó brevemente, y anotó esa información en el fondo de su cabeza para decirle a Yosano, cuanto tuviese tiempo, de que la mujer que le gustaba solo estaba jugando con ella. De todas formas, nunca le agradó Kouyou, aunque solo la conocía por viejas fotografías que observó en su adolescencia.

Dejando de lado cualquier pregunta que tuviera respecto a la hermana del pelirrojo, volvió a centrarse en el presente y en la imagen de Chuuya sosteniendo el taiyaki con una mano, mientras ocultaba la otra en el bolsillo de su gran y oscuro abrigo.

―Lo insultaré, es horrible, pero da igual ahora mismo. ¿Qué haces aquí?

―Dije que iba a molestarte hasta que volvieras a acostumbrarte a mi presencia―respondió, como si fuese lo más obvio del mundo.

―Eso es lo que diría un acosador, Chuuya, y yo quería un admirador secreto, no un stalker.

―Tengo que usar medidas drásticas contigo.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now