02. I wrote this for you

2.6K 214 531
                                    


―¿Qué estás haciendo ahí?

Una sombra se posó sobre mi cuerpo tendido sobre ese fresco y reseco césped de inicios de invierno, y cuando eché la cabeza un poco más hacia atrás, alejando la mirada de aquel cielo tan claro que parecía irreal, pude ver a Paul.

Tenía las manos en la cadera, en aquella postura propia de un adulto regañando a un niño. Supongo que a sus ojos siempre seré eso, solo un niño; pero en esa época realmente me molestaba que me consideraran uno, así que, aunque estaba implícita la orden para que me levantara, no lo hice. Me mantuve tendido en el césped, observando como su ceño se fruncía. El sombrero sobre su cabeza rubia cubrió de sombras su expresión, sin embargo, el color de sus ojos reflejó los míos, y los míos el cielo sobre nuestras cabezas.

―Chuuya...

―Tu japonés es horrible ―respondí―. Preferiría que me hables en francés, al menos así no entendería nada.

Paul suspiró. Apenas llevábamos dos semanas de conocernos y ya había perdido la paciencia conmigo.

―Que desconsiderado hermano menor ―se quejó―, y yo que lo aprendí solo para poder hablar contigo.

―¿Por qué?

Mi pregunta pareció confundirlo y demoró en responder. Pero cuando lo hizo, vi mi reflejo en sus ojos azules y en su genuina confusión.

―¿Qué?

―¿Por qué querrías hablar conmigo?

―Eres mi hermano menor ―respondió como si fuese lo obvio.

―Me conociste hace dos semanas. ―Le recordé―. Antes de eso, ni siquiera sabías que existía, así que, ¿por qué? ¿Es por qué me veo igual a mamá?

Paul no respondió, pero tomé su silencio como una confirmación a mi pregunta y, realmente, pensar que era solo porque yo llevaba más características de la mujer que lo dejó atrás, me deprimió, y mucho más cuando cambió de tema y no me entregó una respuesta concreta.

Y no parecía que no quisiera responder, sino más bien que no quería escucharme. Tal vez para no dañarme, tal vez para no dañarse a sí mismo.

―Ven, levántate. Arthur nos está esperando ―ordenó, y al notar que no iba a moverme, se inclinó, me tomó del antebrazo y me obligó a levantarme.

Al ver mi ropa sucia y cubierta de tierra y trozos de césped, volvió a suspirar.

Sí, sabía que era un problema para Paul también. Así como lo fui para Kouyou, así como lo fui para él. Tarde o temprano, me dejaría atrás. Me haría volver a Japón, pero, aunque el avión aterrizara en Yokohama, no volvería a esa maldita ciudad.

Después de todo, ese siempre fue el plan, ¿no?

Como si realmente fuese un niño que no sabía cuidar de sí mismo, Paul removió cada pequeña hoja de césped que se aferró a mi ropa o a mi cabello antes de hacerme entrar al auto otra vez. Llevábamos dos horas en él, conduciendo desde el aeropuerto más cercano hasta aquella villa donde vivía con su esposo, Arthur Rimbaud, al que, hasta ese momento, solo conocí a través de fotografías. Y lo primero que noté de él, de ambos más bien, fue su cabello largo.

Yo también quería dejarlo crecer, pero después de tanto tiempo, no encontré el ánimo para hacerlo.

Después de conducir por horas, hicimos una parada para estirar las piernas. En cuanto se detuvo y me abrió la puerta, salí corriendo. No sé por qué. Tal vez fue la forma en que mi cuerpo intentó depurar todas las emociones que mantuve a raya durante meses. Tal vez me estaba arrepintiendo de viajar a Francia con él cuando apenas lo conocía, aunque dudaba de que esa fuera la razón.

Leave the kiss for later [SKK]Where stories live. Discover now