II

5 0 0
                                    

A media película...

Dante, Moro y Uriel comenzaron a empujarse y tirarse maní. Luego Maqui, Josefina y yo nos unimos a la guerra de snacks. Entre risas y empujones...

—Noo... —todos dijimos al unísono, viendo a Maqui escupir la impecable remera negra de Dante.

—Esto te va a costar caro, maldita... —él amenazó bromeando. Agarró un maní del suelo y amagó con tirarle. Maqui empezó a correr por todas partes y todos corrimos detrás de ella.

—Perdoname hermanito, yo no quise... —ella se disculpó mientras esquivaba nuestros disparos.

—Me voy a cambiar. Ahora vuelvo. —Dante informó acercándose a la puerta principal.

—¿Te acompaño? —pregunté caminando detrás de él. Se giró hacia mí.

—Vamos. —aceptó y salimos por la puerta.

~~~

Mientras caminábamos hasta su casa...

—¿Siempre usás esos brazaletes? —mi curiosidad se hizo evidente.

—Sí... desde hace algunos años... —habló con tono evasivo— ¿Hasta qué hora te quedás?

—Hasta las diez. —respondí con fastidio.

—¿Por qué tan temprano? Es fin de semana. —dijo con preocupación.

—Apenas tengo 17. Soy menor y no debería volver tan tarde a casa. —mi voz era sumisa.

—¿Es joda? Estás en la mejor edad de la vida y, ¿Te la vas a pasar encerrada? —soltó indignado.

—Mamá, ni siquiera sabe a dónde estoy ahora. —expliqué.

—Estás a salvo conmigo... con Moro, aunque sea un idiota... con Uriel, a pesar de sus chistes pésimos... con Josy, aun cuando es una gritona y nos aturde a todos cuando se enoja... —sonrió con diversión. Lo miré y noté como sus ojos se iluminaron al nombrarla. ¿Le gustaba? Sí, ella le gustaba— y Maqui, es una buena chica.

—Sí... lo sé, todos parecen tan buenos... —le mostré una sonrisa genuina.

Llegamos a una calle angosta y nos detuvimos en un portón enorme muy antiguo de chapa. Él lo empujó un poco y me dejó el paso para que yo entrara primero. Era un lugar hermoso, transmitía mucha paz. Los grandes árboles se movían lentamente con la brisa fresca.

Todo estaba iluminado gracias a la luz de la luna llena. Caminé con pasos lentos, me quedé perdida en el sonido de la música que se escuchaba a lo lejos. Eso era... ¿Country? Sonaba tan genial...

—Bueno, esperame dos minutos acá que me cambio rápido y nos vamos. —la voz de Dante me sacó de mi trance.

—Em... claro. —lo miré distraída y continué observando el paisaje. Él abrió una puerta de madera rústica y la dejó abierta.

~~~

Transcurrieron más de veinte minutos y Dante no salía...

Di unos golpecitos en la puerta principal, pero nadie respondió. Con cautela caminé por un pequeño comedor, la música dejó de sonar, seguramente Dante la apagó al entrar. Todo estaba iluminado con una luz tenue.

—¿Hola? —hablé insegura— ¿Dante? ¿Estás ahí? —miré a mi alrededor y encontré una puerta de madera. Caminé en esa dirección. La abrí y me topé con lo peor.

No supe qué hacer exactamente. ¿A dónde se habían ido mis sentimientos y mi razón? Mi rostro era de piedra, no me sentía capaz de expresar la más mínima mueca.

Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now