El Incidente

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Jueves, 31 de octubre.

Entré al baño, tomé la pequeña navaja del cajón...

Separé mi pelo largo en partes y procedí a cortarlo a la altura de mi cuello...

Necesito un cambio...

Mi vida está a punto de cambiar para siempre...

Necesito una imagen distinta...

Y finalmente, mi pelo quedó tan corto y parejo justo como lo quería. Esto de usar una navaja en lugar de una tijera se me daba bien. Me gustaba mi nuevo look. Limpié los restos de cabello cobrizo del pequeño lavamanos, sin dejar rastro. Aunque mamá se espantó al verme.

— ¿Qué te hiciste en el pelo? —ella preguntó cuando entré a la cocina para tomar algo de agua. Me giré hacia ella.

— ¿Qué? —la miré expectante— ¿No te gusta?

— No, sí... —se acercó a mí para revisar que estuviese parejo— Te queda... muy bien... pero... ¿Cómo te lo cortaste sola? Me podrías haber pedido ayuda, ¿No?

— Bueno, es que pensé que no me ibas a querer ayudar. Porque como todos, amás mi pelo. Yo solo necesitaba un cambio. —expliqué sirviendo agua en el vaso de vidrio.

— ¿Cómo te lo cortaste? —interrogó con una mano apoyada sobre la mesa, mientras que la otra la tenía en la cintura.

— Con... una... navaja que encontré por ahí. —solté despreocupada.

— ¿Con la gillette? ¿Vos te volviste loca o qué? Mirá si te lastimabas. —dijo alterada.

—Tranquila, soy cuidadosa. Me extraña que siendo mi madre no me conozcas. —traté de calmarla con cierta ironía. Ella apretó un poco sus labios finos.

— Te queda hermoso. —opinó con honestidad. Le mostré una sonrisa agradecida y bebí un poco de mi agua.

~~~

Viernes, 15 de noviembre.

Estaba feliz en mi cuarto bailando Cali y El Dandee frente al espejo, cuando de pronto sonó mi teléfono. Bajé un poco el volumen de la música para atender la llamada.

Llamada de Violeta...

Me quedé extrañada al ver su nombre. Atendí frunciendo mis cejas, confundida.

— ¿Hola? —hablé. La música apenas sonaba en mi habitación.

— Hola, ¿Mía? —la voz de una mujer de unos cincuenta años respondió al otro lado.

— ¿Quién habla? —dije comenzando a incomodarme.

—Te habla la mamá de Dante. —mi mandíbula cayó al suelo.

¿Quién era? ¡¿Su madre?! ¿No dijo Maqui que había abandonado a los ocho años? Todo era muy extraño.

— Ah... Hola... ¿pasó algo con Dante? —pregunté sintiendo la tensión al otro lado de la línea.

— Sí, él tuvo una recaída y está muy mal. —su voz reflejaba cierta tristeza. La angustia me invadió— ¿Vos cuándo podrías venir a hablar con él? Lo veo tan deprimido que ya no sé qué hacer. Claro, si no te molesta. —explicó.

—¿Molestia? No, para nada. Mmm... —hice una pausa para acomodar mis pensamientos— Mañana a las tres en punto, estoy ahí. No se preocupe. ¿Está bien? —propuse.

— Sí, ¡Perfecto! —hubo un murmullo de fondo— Te llamé porque los chicos me dijeron que solo vos podés con él.

— Algo así... —solté una risita nerviosa.

Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now