La Mosquita Muerta

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Cuando por fin logré calmarme, comencé a explicarle todo lo que había pasado durante los últimos meses enteros a la directora...

— Como le dije, llevo demasiado tiempo soportando esto. Por eso exploté así. No sé cómo disculparme. Me siento muy avergonzada por semejante escándalo. —estaba sentada frente a su enorme escritorio de madera muy oscura. Bebí un poco de agua.

— Te callaste demasiadas cosas y explotaste. ¿Por qué no lo hablaste antes de todo esto? —su mirada reflejaba preocupación.

— Porque como son cosas que pasan en las aulas, en todas las escuelas y a la mayoría de personas, lo tomarían perfectamente normal y me dirían que exagero... —rodeé los ojos con ironía.

— Mirá, ¿Sabés lo que podemos hacer? —habló levantándose de su asiento bordó acolchonado.

— ¿Qué cosa? —la miré expectante.

— Vamos a conversar con tu compañera y vemos si podemos solucionar el problema llegando a un acuerdo. —caminó por detrás de mi silla con suma tranquilidad. Mi rostro se volvió cargado de odio.

¿Estará bromeando?

— ¿Cómo dice? —la miré con incredulidad.

— Necesitamos solucionar esto. —abrió la puerta y salió.

Coloqué mis codos encima del escritorio y cubrí mi cara con mis manos. Realmente me estaba volviendo a sentir muy mal.

~~~

Finalmente, volvió luego de varios minutos, con Dalia, por supuesto.

—Pasá, ponete cómoda. —la directora invitó a que ella se sentara en el otro asiento frente a su escritorio.

— Permiso. —la voz de Dalia se escuchó muy suave e inofensiva. Respiré para no terminar asesinándola con mis propias manos.

— A ver, ¿por qué fue que te peleaste con Mía? —la señora le preguntó para escuchar su versión.

— Es que justamente yo no tengo ninguna clase de problema con Mía, la verdad es que no sé exactamente qué fue lo que pasó. —se excusó descaradamente. Yo solo la escuchaba, porque no podía ni mirarla a la cara después de todo lo que había hecho— La semana pasada yo me fui a sentar con ella. De repente juntó sus cosas y se cambió de lugar. Luego, cuando salíamos yo le pregunté qué era lo que le pasaba y ella me dijo que nada. —sonaba tan inocente, tan dulce...

— Ah, entonces vos no estás enterada de nada. —la directora afirmó.

— No. —Dalia respondió sin más.

— ¿Y por qué la atacaste hoy en el aula cuando estaban en el recreo? —la mujer se apoyó sobre sus codos, expectante.

— Yo no la ataqué. La que la atacó fue mi compañera. —la culpó a quien dice ser su "amiga".

¡Bien hecho, Daly! Vos no tenés culpa de nada. Por eso buscás aliados para que te defiendan, mientras los mandás al frente y vos quedás limpia de todo.

— ¿Por qué la atacó si ella no tenía ningún problema con Mía? ¿O si? —interrogó.

— Mire señorita directora. Mía es una chica muy conflictiva. —rápidamente, la miré levantando mis cejas— Ella tiene problemas con todo el mundo.

— ¿Perdón? ¿Estás hablando pestes de mí en mi cara o me parece? —me defendí, obviamente.

— Como le decía, es una persona que tiene serios problemas psicológicos. Justamente era lo que el otro día hablábamos con mis compañeros antes de que ella llegara. —me ignoró olímpicamente como si yo no existiera.

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