Idas y Vueltas

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Lo empujé interrumpiendo el beso y estaba a punto de decirle algo, pero me detuve al ver su expresión. Me miró divertido, sus labios formaban una sonrisa triunfante. Así que me limité a mostrarle una mirada asesina.

— ¿Era necesario que hicieran eso ahora? Ahí viene el tren. —su amigo intervino.

— Chau, ¡Nos vemos pronto! —Maqui saludó mientras cruzábamos la puerta del tren. Yo me quedé en silencio.

~~~

Minutos más tarde...

Durante el viaje Maqui tenía que sacar el tema, había sido una situación épica.

— Qué beso, ¿eh? —comentó con una sonrisa coqueta— lo tenés loco.

— Ni me lo digas —respondí avergonzada.

— ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso me vas a decir que no te gusta ni un poquito? —me dio una mirada pícara.

— No es eso... —hice una pausa— es que me siento mal conmigo misma. Esto califica como un acto de infidelidad. Ciro se sentiría muy herido si se llegara a enterar.

— ¿Y a él le importó algo de vos cuando se quedó bailando con la estúpida de Yan? —replicó.

— Pero es diferente. No tiene nada de malo bailar. Marcos me besó. —dije sin titubear.

— No te alteres. Ciro no tiene cómo saberlo. —me guiñó un ojo. Hice una mueca con mis labios.

Sonó mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Como por señal divina...

Mensaje de Ciro:

Mía, mi vida, perdón por lo que te hice aquella noche. Te amo y no quiero verte sufrir o saber que estás mal por mi culpa.

Abrí mis ojos de par en par y miré a Maqui.

— ¡Ay, no! No me digas que... —ella no supo terminar lo que iba a decir.

— Sí, te digo —afirmé volviendo mis ojos hacia la pequeña pantalla.

— Okay, parece que cuando las cosas están mal... se pueden poner todavía peor. —Maqui admitió comenzando a alterarse— ¿y qué vas a hacer?

— No sé, no sé, ¡NO SÉ! —hablé desesperada.

— Okay, okay, pensemos... —hicimos silencio para meditar unos segundos— ¡ya sé! Hacete la ofendida.

— Maqui —la miré con cansancio— me acaba de pedir perdón.

— Pero te conviene hacer lo que te digo para mantenerlo lejos y ganar tiempo hasta que se aclaren las cosas. Además... —suspiró— que te pida perdón no quiere decir que debas perdonarlo.

Dudé algunos minutos y comencé a escribir una respuesta...

Necesito tiempo para sanar esta herida. Lo mejor va a ser que no hablemos por algunos días.

Suspiré y me apoyé en el marco de la ventanilla para mirar el paisaje en silencio.

~~~

Viernes, 31 de enero.

Finalmente, nos dimos una nueva oportunidad con Ciro y para celebrarlo mi madre organizó una cena familiar en un restaurante en el centro de la ciudad. Horas más tarde, cuando volvimos, vimos una película de terror. Era una noche lluviosa y nos quedamos dormidos en el sofá.

De repente, sentí un fuerte apretón en mi pierna derecha que me hizo despertar de un salto. Lentamente, contemplé la habitación y froté mi párpado izquierdo. Me encontré con su rostro parcialmente iluminado por la lámpara del velador. Tenía una expresión de ira contenida. Lo miré confundida y cuando bajé la mirada vi mi teléfono en su otra mano.

¡Mierda!

— ¿Quién es Marcos? —preguntó apretando cada vez más mi pierna.

— ¡Ay, ay! ¡Ciro, Ciro! ¡¿Qué te pasa?! —solté sintiendo su mano, presionando cada vez más y más fuerte.

— Mía, no te hagas la estúpida conmigo y contestame. —su mirada era amenazante. Jamás había visto esa expresión en él y realmente me aterraba.

— Marcos... Marcos es... un chico... un... amigo de Maqui. —respondí tratando de pronunciar una frase coherente mientras el dolor se apoderaba de mí— Soltame. Me estás lastimando. Me duele.

— ¿Así que lo conociste en persona? —esa pregunta me dejó helada. Me soltó.

— Sí, porque estaba en la casa de Maqui y-

— ¡A mí no me mientas! ¿Me escuchaste? —acercó su cara a la mía desafiante— ¿Te creés que soy estúpido? ¿Creíste que no lo iba a saber?

— No pasó nada. Te juro que no pasó nada. Solo es un chico. —me excusé.

— Claro. Un chico que te gustó cuando lo viste, ¿No? —me intimidó.

— No. —negué algo asustada.

— No me mientas. —se puso de pie en un movimiento brusco.

Me di cuenta de que estaba amaneciendo y la tormenta cesó. Él se fue y la confusión me invadió sin saber qué decir.

~ ~ ~

Pasaron algunos días y volvimos a reunirnos en una plaza para hablar. Nos reconciliamos, pero las cosas no estaban del todo bien. Él ya no confiaba en mí y yo tampoco en él. Suponíamos que valía la pena intentarlo una vez más.

~~~

Transcurrió una semana...

Cuando Ciro estaba mirando la pantalla de la computadora sentado a mi lado en mi habitación. Para mi desgracia y como si fuera a propósito apareció una solicitud de amistad en facebook. Abrí para ver quién podría ser y adivinen...

Exequiel Di Genaro te ha enviado una solicitud de amistad.

Me quedé totalmente fría mirando la pantalla y rezando por encontrar la valentía como para disfrazar el terror que corría por mis venas. Todo pasaba en cámara lenta. Ciro no debía saberlo nunca, nunca, jamás.

— ¿Exequiel Di Genaro? —Ciro preguntó pensativo, sospechando algo.

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Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now