La Novedad

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Lunes, 9 de diciembre.

— ¿Estás saliendo con Ciro? —Dalia preguntó mirándome sorprendida— pero... ¿Hace poco no te gustaba Lautaro?

— Sí, pero... Lautaro ya fue. Hay que aceptar que terminó un ciclo y ahora se abrió uno nuevo, con una persona distinta. Me siento muy bien con este chico. —expliqué asintiendo, convencida.

— Si vos lo decís... entonces está bien. —hizo una mueca doblando un poco la boca. Sabía que esto le molestaba de alguna manera.

— Daly... —humedecí mis labios acercándome un poco a ella— Yo sé que esta vez... todo va a salir bien.

— Ojalá que sí. —dijo escribiendo algo en su celular.

~~~

Viernes, 13 de diciembre.

Terminamos la última clase de orientación de matemática y mientras que Dalia y yo junto con nuestros compañeros caminábamos hacia la salida. Me di cuenta de que mi novio estaba ahí apoyado en la puerta principal. Corrí a saludarlo.

— ¡Hola, mi amor! —me saludó esperándome con sus brazos abiertos y una gran sonrisa, listo para abrazarme una vez que yo llegara a él.

— ¡Te extrañé demasiado esta semana! —dije cuando llegué hasta él y lo abracé con todas mis fuerzas. Levanté la cabeza para mirarlo. Él estaba mirando a alguien como tratando de descifrar algo— ¿Qué? —hablé al ver su expresión misteriosa y me giré entre sus brazos siguiendo su mirada. Él me abrazó por la cintura— Ah, ella es Daly. —informé sonriendo. Mientras cruzaba la puerta a través de la multitud, intercambiaron una mirada.

— Si... me imaginé. —su rostro se volvió distinto. ¿Por qué la miraba así? Era como si hubiera sospechado algo. No le di mayor importancia.

— ¿Vamos? —me giré un poco para mirarlo.

— Vamos. —comenzamos a caminar.

~~~

Martes, 17 de diciembre.

— ¿Y? ¿Aprobaste? —Ciro habló expectante mientras que yo cerraba la puerta del salón.

— Bueno, la cosa es que... —fingí estar triste— ¡APROBÉ! —sonreí con malicia. ¡Quería molestarlo!

— ¡Felicidades, mi vida! —mi novio me felicitó con un beso corto y enredó sus brazos en mi cintura.

— Bueno, bueno. Estamos en una escuela y hay otras maneras de expresar el amor. —comentó el director caminando hacia nosotros y nos giramos sonriendo avergonzados. Yo literalmente me puse roja.

— Disculpe. Nosotros... ya nos íbamos. —Ciro explicó en su tono más serio. El señor nos miró divertido. Yo estaba muerta de la vergüenza. En eso, alguien salió del salón dando un portazo. Me giré de golpe. Por su cabello largo y negro supe que era mi amiga. ¿Reprobó la materia? ¿No dijo que había estudiado?

— ¡Heeeey! —exclamó el director ante el impacto siguiéndola con la mirada.

Una hora después...

Estábamos sentados en el banco de cerámica de una plaza con juegos para niños. Habíamos salido con sus dos hermanos menores, Jazmín y Jero. Ellos corrían por el parque.

— Amor... hay algo que... tengo que decirte. Es... —se acercó a mí apoyando sus brazos encima de la mesa— sobre tu amiga. —empezó. Fruncí el ceño.

— ¿Sobre Dalia? ¿Qué pasa con ella? —la preocupación se hizo presente en mi interior.

— Esa chica... no me da buena espina. Algo esconde, su mirada no es sincera. —explicó y mi expresión se suavizó.

— Ay, amor ni siquiera hablaste con ella. —solté una risita y acomodé un mechón detrás de mi oreja— ¿Qué podría ocultar? —mi voz sonaba despreocupada.

— Mucho más de lo que te puedas imaginar. —sus ojos mostraban honestidad.

— ¿Por ejemplo? —presioné. Quería tener una idea de lo que estaba diciendo. A pesar de que yo sabía que no podía ser cierto.

— Una traición. —levantó una ceja.

— ¿Una traición? ¿Por qué hablás así de mi amiga? Me duele. —hablé ofendida. En todo caso él era el problema y buscaba un pretexto para alejarme de las personas que me querían— Si esto lo decís por la manera en la que salió del curso de hoy... estás muy equivocado. ¿Vos cómo te ponías cuando reprobabas una materia en la secundaria? —la justifiqué. Era totalmente lógico.

— ¡No! ¡Esta muñeca es mía! ¡Me la regaló mi hermano! —una nena gritó a lo lejos. Nos giramos hacia ella y corrimos a ver lo que estaba pasando. Era la voz de Jazmín, su hermana— ¡Dámela!

— ¡Hey, hey! ¿Qué pasa acá? —Ciro preguntó agarrando la muñeca que las dos nenas estaban tironeando.

— ¡Yo le presté mi muñeca y ella ahora no me la quiere devolver! —la nena le dijo histérica.

— Bueno. ¿Qué les parece si jugamos a la mancha? —propuse cambiando de tema con entusiasmo. Jazmín, Jero y la nena intercambiaron miradas.

— Sí. Pero la quedás vos y nosotros corremos. —ordenó Jero.

— Dale. Ustedes corran, porque sino... ¡Los voy a alcanzaaar! —fingí la voz de un monstruo aterrador. Todos comenzaron a gritar y correr para todas partes.

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Domingo, 22 de diciembre.

Nos fuimos a caminar por la reserva ecológica. La vista era hermosa. Había un sector totalmente cubierto de plantas y caminos en varias direcciones con puentes pequeños de madera que cruzaban por encima del río. En él se podía ver el reflejo de las nubes y los árboles enormes.

— Brujita... —Ciro comenzó rompiendo el silencio. Me giré un poco hacia él.

— ¿Si? —respondí casual.

— Te amo. —soltó de repente.

— ¿Más o menos cuánto me amás? —me acerqué para abrazarlo por el cuello con una mirada pícara.

— Mucho. —me abrazó por la cintura.

— ¿Mucho? Mmm... me cuesta creerte. —hablé en un tono juguetón.

— Ah, ¿No? ¿No me creés? —me levantó para sentarme sobre la baranda del puente solitario en el que estábamos y procedió a besarme con cierta lujuria. Enredé mis dedos en su pelo rubio ondulado.

Sus manos masajeaban mi espalda descubierta con ternura. Sus labios eran finos, pero se sentían increíble. Interrumpí el beso debido a mi falta de aire bajando un poco la cabeza y él besó mi frente.

— ¡Wow! —exclamé recuperando el aliento. Él me miró con una sonrisa triunfante.

— ¿Seguís pensando lo mismo? —su voz estaba algo agitada. Llevó su mano hasta mi mejilla y me volví a encontrar con sus hermosos ojos verdes. Me quedé hipnotizada durante algunos segundos. Mi silencio lo decía todo. Las palabras simplemente sobraban.

Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now