La Chica Solitaria

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Dos meses después...

Entré al aula, uní los dos bancos en el medio del salón y me senté a esperar un rato, pero mis amigos nunca llegaron. Me coloqué los auriculares y encendí la música, puse Three Days Grace. El profesor de matemática me aconsejó que me sentara con una chica delgada de pelo largo y negro que estaba sentada sola en el banco situado al lado de la puerta.

Realmente odiaba esa materia, pero debo admitir que el profesor me caía bien. Coloqué mis cosas sobre la mesa, la mochila colgada en la silla y apenas la miré de reojo.

— Hola, soy Mía —la saludé presentándome. La chica me miró.

— Hola... um... soy Dalia. —respondió apenas con una sonrisa y la voz baja. Sonreí un poco.

— ¿Sos nueva? —pregunté abriendo la carpeta.

— No. Estoy acá desde séptimo, o sea, primer año. —explicó copiando algo de la pizarra. Comencé a copiar algunos gráficos. De repente, cuando levanté la cabeza para terminar, vi que ella detuvo su mirada en mi pulsera.

— Mmm... la encontré el primer día de clases en el patio, cerca del cantero. —expliqué y continué copiando. La noté confundida— ¿Te... pasa algo? —la miré extraña.

— Yo perdí una igual... —dijo con cierta nostalgia.

— Ah... —presioné el ganchito para sacarla de mi muñeca— Quizás... sea tuya... pero si no lo es... de todos modos no significa mucho para mí. Así que te la regalo. —puse la cadenita sobre la hoja de su carpeta.

— ¡¿Qué?! No... —se negó a aceptarla, puso su mano sobre la pulsera para devolvérmela.

— No acepto un No como respuesta. Aceptala. —insistí con honestidad. Me mostró una sonrisa genuina.

— Um... bueno... muchas gracias. —agradeció colocándola sobre su muñeca.

— No es nada. —hice una pausa— ¿Qué tal? ¿Cómo te llevás con todos? —interrogué curiosa— digo... porque hasta ahora... siempre te veo sola... solo que no sabía si hablarte o no. Yo también soy bastante solitaria y a veces no estoy de humor para hablar con alguien... supuse que te pasaba igual... así que no quería invadirte. —hablé tratando de sonar amigable. Trataba de que se sintiera comprendida.

— Sí... bueno... en realidad, tengo a mis amigos fuera del colegio... en la iglesia. No me interesa juntarme con gente de acá... es decir, porque son muy distintos a mí y no me siento cómoda compartiendo tiempo con ellos. —expuso despreocupada.

— ¿Vas a la iglesia? ¡Waw! Supongo que debe ser lindo. Bueno... yo no soy muy religiosa que digamos, pero hoy en día es curioso que una adolescente sea religiosa... además, no solo eso, sino que tenga amigos ahí. Es como... increíble. —sonreí emocionada.

— Mirá, acá tengo fotos de ellos. —sacó su celular de adentro de su bolso de color azul. Tocó unas teclas y aparecieron algunas imágenes— Mirá, ellas son mis hermanas mayores. —seleccionó una de un grupo enorme de jóvenes. La foto estaba sacada desde arriba y todos estaban un poco agachados. Señaló a dos chicas sonriendo en un costado, el parecido era impresionante. Ambas eran muy parecidas a ella. Mi sorpresa se hizo evidente.

— ¡No lo puedo creer! Si no fueran mayores que vos, diría que son trillizas. Son idénticas... —comenté mirando la foto.

— Sii, todos dicen lo mismo —soltó una risita— Ellas son mis primas. —señaló a dos chicas más en el medio de la foto.

— Parecen mucho más extrovertidas que los demás... es como si se estuvieran divirtiendo. —dije analizando el gesto de las dos chicas morochas. Una tenía el pelo largo ondulado y la otra lo llevaba corto lacio a la altura del cuello con un flequillo de costado.

— Sí... aunque me llevo mejor con mis hermanas y los demás chicos. —admitió moviendo la cabeza hacia mí para mirarme. Exactamente igual que a mí. Yo me la pasaba peleando con el menor de mis primos, los sobrinos de mi padre. Él era realmente insoportable.

— Entiendo... —dije pensativa. Volvió a mirar la pantalla.

— Él es mi mejor amigo. —marcó con su dedo a un chico alto de pelo oscuro con la piel blanca— Bueno... yo lo quiero mucho...

— Pero él no te corresponde. —terminé la frase por ella. Giró frenéticamente hacia mí y abrió la boca para decir algo. Luego la volvió a cerrar y relajó sus hombros, resignada— Tranquila, sé lo que se siente... incluso... creo que me está pasando lo mismo... —mi voz era cargada de nostalgia.

— ¿Es alguien de acá? —preguntó curiosa.

— No... Él es de afuera del colegio... Es amigo de Maqui, la chica del pelo fucsia que siempre se sienta conmigo y con Bruno, el chico metalero. —expliqué apoyando mi espalda en la pared.

— Ah... Sí, Bruno... —habló pensando— ¿Conocés a alguien del turno mañana?

— No, no conozco a nadie todavía. Apenas los estoy conociendo a medida que se me acercan en el recreo. —dije mirando a todos mis compañeros en general.

— Son muy copados. Me hubiese gustado cambiarme para estar con ellos... pero mamá dice que salir de mañana muy temprano es peligroso. —giró sus ojos con fastidio— Además... me gusta mucho más sociales que economía.

— ¡¿En serio?! —mi voz salió muy fuerte debido a la emoción. Ella se rió ante mi cambio brusco de expresión— Yo también. Adoro sociales. La verdad es que estoy en economía porque no conseguí vacante de mañana. —expliqué mostrando cierta tristeza.

— Sii, es difícil conseguir ahí. Se agota demasiado rápido. —opinó. Ambas nos quedamos en silencio durante algunos minutos, mientras que copiábamos una serie de cálculos.

~~~  

Al día siguiente...

Entramos a clase y presenté a Dalia a los chicos. Ellos le dieron la bienvenida y unimos los dos bancos, uno pegado otro. Ella acercó una silla para sentarse junto a Bruno. Yo me senté al lado de Maqui.

No podía creer que tenía los amigos que siempre había querido; que rieran conmigo y yo reírme con ellos, que hiciéramos travesuras como... que si nos copiábamos las respuestas en los exámenes de "la prehistoria", la profesora no se diera cuenta...

— ¿Por qué esa cara? —preguntó Bruno distraído con sus auriculares puestos en sus oídos.

— ¿Acaso no te dice nada? —lo miré con aburrimiento. Él me miró tratando de adivinar.

— Hoy tenemos Historia. —dijo Dalia asomando la cabeza para mirarnos a mí y a mi amiga.

— Aaah, con razón. Hoy viene la momia. —él comentó con fastidio.

— No, no, para nosotros no es Historia, es PREhistoria. —le corrigió Maqui dejando de anotar algo en su carpeta para apoyarse un poco sobre la mesa para tener un plano más cómodo del resto del grupo.

— ¿Por qué prehistoria? —interrogó Dalia con un gesto de confusión.

— Porque somos raros... —Maqui respondió rodando los ojos con sarcasmo.

— Originales. —agregué con entusiasmo.

— Exacto. —opinó Bruno.

— ¡Todos de pie! ¡Ya! —la profesora gritó con autoridad caminando hacia su escritorio.

Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now