II

6 0 0
                                    

— Yo me encargo de limpiar. ¿Dónde está la escoba? —hablé rompiendo el incómodo silencio caminando hacia ella.

— Gracias Mía, pero no es justo. Ensuciaron, así que ellos limpian. —determinó apretando sus dientes.

— No es nada, solo es un poco de harina. —insistí caminando hacia la cocina. Ella se giró para mirarme.

— Dejá, fui yo. Yo tengo que limpiar. —confesó Dante caminando hacia la cocina. Josefina le dio una mirada asesina.

— Mía, no te preocupes. Es la primera vez que venís a mi casa y no es justo que seas la sirvienta. —aclaró con una mirada genuina. Abrí la boca para protestar, pero la volví a cerrar— Sentate, ponete cómoda.

— Voy a ver si Maqui necesita que ayude con algo. —di un paso y miré a Josy.

— Dale, yo me voy a duchar. Con tantas cosas todavía ni me bañé. —comentó con cansancio. Dante salió de la cocina con la escoba y la pala hacia el living.

~~~

Me fui a la cocina, mi amiga estaba poniendo unas pizzas en el horno.

— Maqui... mm... ¿Te ayudo con algo? —comencé tratando de empezar una conversación.

— Sí, ayudame con esto. —me dio unos vasos de vidrio y me miró— Vamos a poner esto en la mesa.

— Dale. —agarré los vasos y empecé a acomodarlos en sus respectivos lugares, en la mesa de la cocina, justo a unos pocos metros de ella. La casa era bastante grande.

— Mía... ¿Qué pasa entre vos y Dante? —preguntó de repente, sin rodeos.

— ¿Con quién? —solté nerviosa, mi corazón empezó a palpitar sin control, un calor recorrió mi cuerpo hasta mi cara, mis manos comenzaron a temblar.

¡Mierda! Esto no está pasando, ¡No está pasando!

Un vaso se resbaló de mis manos y cayó al suelo convirtiéndose en añicos en pocas milésimas de segundo. Di un paso hacia atrás cubriéndome la boca ante el estruendo y la miré preocupada. Ella estaba ligeramente apoyada sobre la mesada.

— ¡Woooo! ¡Tranquilaaa! —exclamó riendo— ¡Está todo bieen!

— No, no pasa nada. Por- ¿Por qué? —hablé mientras caminaba con movimientos rápidos hacia donde estaba la escoba. Comencé a barrer.

— Porque... veo como se miran. —comentó casualmente— Igual... no pasa nada. Pero... solo decía. Estaría bueno que empezaran a actuar como grandes que son.

— ¿Qué? Ay, Maqui... —dejé de barrer un momento para mirarla— ¿De qué estás hablando? Entre Dante y yo no pasa nada. Solamente somos buenos amigos. ¡Dejá de ver tantas novelas, ya ves fantasmas donde no hay! —volví a barrer.

— Mirá, hay dos cosas que no se pueden disimular. Una es cuando estás pasado de copas o enamorado. —respondió.

— Yo no estoy enamorada. —negué con tono de burla.

— Pero te gusta. —dedujo y levanté la cabeza nuevamente. Estaba sonriendo con cierto sarcasmo.

— ¿Quién le gusta a quién? —la voz de Dante sonó justo a pocos centímetros de mí. Separé mis labios inconsciente y miré asustada en modo de seña para que Maqui me salvara de la situación incómoda en la que me metió— ¿Y? ¿Por qué se quedan calladas? Pensé que no había secretos entre nosotros. —cerré los ojos rogando que no se diera cuenta de que hablábamos de él. Temía que los fuertes latidos de mi corazón fueran escuchados. Empecé a transpirar.

No, no, no, no, no, ¡No!

~~~

Dramas ParalelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora