II

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Viernes, 17 de mayo.

Finalizó la clase, guardamos las cosas en nuestras mochilas y salimos del aula. Caminando con Maqui y Bruno...

— ¡Ew! ¿Les parece si vamos para mi casa? —invitó Maqui.

— Dale. Yo llamo a mi mamá para avisarle y ahora vuelvo con ustedes. —informó Bruno sacando el celular del bolsillo de su pantalón. Se quedó de pie atrás marcando un número.

— Dale, mientras vamos yendo despacio. —le avisé y continué caminando.

— Oka. Nos vemos. —dijo con el teléfono en su oreja, esperando que su madre atendiera.

— ¿Cómo está él? —le pregunté a Maqui refiriéndome a Dante.

— Antes de ayer lo vi y estaba mejor. Pero últimamente no lo veo todos los días. —explicó casualmente.

— Ah, nosotros hablamos mucho por chat. Pero no es lo mismo. No puedo verlo y comprobar que está bien realmente. Podría mentirme y yo ni siquiera me daría cuenta. Vos tenés suerte de tenerlo cerca. —hablé con honestidad.

Llegamos a la salida y me giré para mirar hacia atrás.

— Bruno todavía no sale. Mejor lo esperamos acá. —propuse mientras me apoyaba en la pared al lado de la puerta principal del colegio. Saqué mi teléfono, distraída.

— Y hablando de Roma... Mirá quien viene allá. —Maqui notificó mirando entre la multitud. Muchos adolescentes todavía estaban saliendo.

— ¿Quién? —pregunté despreocupada levantando la mirada de la pantalla del celular. Mi mandíbula por poco cayó al suelo.

Era Dante, venía caminando con Uriel. Sonreí tímidamente, pero mostrando cierta alegría. Ellos llegaron hasta nosotras y nos saludaron con un beso en la mejilla.

— Hola Mía —Dante me saludó acomodando su flequillo hacia un lado. Yo me sonrojé un poco.

— Hola. —respondí mirando al suelo. Fingí sacar un pedacito de pasto de la suela de mi zapatilla.

¡Mentirosa! Solo es una excusa para no mirarlo a la cara.

Mi consciencia me retaba con una sinceridad brutal.

— ¿Van para tu casa? —preguntó Uriel. Lo miré y luego miré a mi amiga, tratando de entender de lo que hablaban.

— Sí, esperábamos a un amigo. Tenemos que hacer una tarea grupal. —Maqui explicó.

— Nosotros nos íbamos para la casa de Josy. —habló Uriel— Más tarde date una vuelta por allá. —Al parecer cerca del colegio.

— Dale, después voy. —avisó Maqui.

— Okay, nos vemos en un rato entonces. —respondió Uriel.

— ¿Vos venís con nosotros más tarde? —dijo Dante con cierto entusiasmo.

— Um... yo... —mi voz se apagó.

— Dale, vení con nosotros... —él me rogó. Me mordí el labio inferior, indecisa, mirando el árbol que estaba detrás de él.

— ¡Hey! ¿Vamos a ir? —preguntó Bruno caminando distraído. Todos lo miramos. Él saludó a uno por uno. Uriel comenzó a alejarse.

— ¡Ew! ¿Venís o te quedás? —Uriel dándose la vuelta de nuevo hacia nosotros. Dante se giró en su dirección. Todos lo miramos en silencio.

— Sí. Vos andá que yo ahora voy. —informó apenas girando hacia atrás, donde estaba Uriel. El chico le obedeció. Dante me miró como rogándome con la mirada. Suspiré.

— Está bien. —acepté— Pero... Obviamente que no puedo ir con el uniforme del colegio —rodé los ojos— Tengo que cambiarme.

— Yo tengo ropa de mi hermana que te puede quedar. —Maqui intervino.

— Ropa... ¿De tu hermana? —la miré con espanto. Era igual de grande que ella, probablemente me quedaría enorme, sin ser exagerada.

— Mejor vamos a tu casa antes de ir a la mía y buscamos ropa. —agregó adivinando mis pensamientos. Dante mostró una sonrisa boca cerrada.

— Bueno, las espero allá. —concluyó girándose para empezar a caminar.

— Sí. —afirmé caminando con Maqui y Bruno.

— Mmm... —mi amiga me dio una mirada coqueta.

— ¿Qué? —dije con incredulidad— Él no me gusta. —me defendí antes de que dijera algo.

— Pero... parece que a él sí... —ella sonrió.

— Ese pibe va a traer problemas. —habló Bruno sacudiendo la cabeza con desaprobación.

— ¡Bruno, no seas así! ¿No ves que acá la muchacha está enamorada? —le dio un codazo en el hombro riendo divertida.

— ¡Yo no estoy enamorada de nadie! —repliqué mirando al suelo y tropecé con una piedra que no había visto, como consecuencia de mi nerviosismo.

¡Sin duda, yo no era buena con las mentiras!

— ¡Claro, como digas, Chulita! —concluyó y caminamos en silencio.

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Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now